Letzter stand

Capítulo 2

El viaje sin retorno

20 de febrero de 2004 12:00 am Hospital de la esperanza (Barcelona) dia 0

  • No me jodas, ya es la hora y no hay nadie - pensaba Alex esperando en la entrada del hospital.

De pronto una hermosa chica rubia perfectamente arreglada se para en la entrada y empieza a leer la misma carta que Alex había recibido.

  • Hola - dijo Alex.
  • Hola - le respondió ella.
  • ¿Tu también estás aquí por el dinero? - dijo para sacar un tema de conversación.
  • Claro.

La chica se paró en la entrada y le dijo.

  • ¿No vienes? - dijo la chica
  • ¿A donde?
  • A la azotea, lo ponía en la carta.

Alex se murió de vergüenza, rápidamente comprendió que por eso es por lo que no había nadie, estaban en la azotea y él como un bobo, esperando en la puerta.

Subiendo por el ascensor la chica comenzó una incómoda conversación:

  • A… y como te llamas?
  • Yo? Alex y tú?
  • Yo Cristina, un gusto Alex.
  • Igualmente.

Aun quedavan 7 pisos por subir y cristina comenzó otra vez la conversación:

  • ¿Y… para qué necesitas el dinero?
  • ‘Mierda, una pregunta personal’ - pensó el pobre de Alex.
  • Asuntos legales - dijo tras una incómoda pausa - ¿Y tú?
  • A… con qué secretismos, pues yo… asuntos familiares.
  • ‘Joder’ - pensó, ahora se quedaría con la curiosidad.

Trás otro largo y tedioso silencio al fin llegaron a su destino y en la hora justa.

Habían 9 personas, 11 con cristina y Alex; tres soldados a los que no se les veía la cara (dos hombres y una mujer), un señor de unos 60-70 años que parecía estar planeando cómo matar a cada uno de los otros, un hombre de color, un musulman aparentemente preocupado, una chica morena de pelo con un tik nervioso, y el más curioso, un hombre con un gorro negro, una americana negra, y con una especie de capa. Joder el capullo parecia un puto cowboy y encima parecia no enterarse ni del clima, por último el que tenia pinta de meter la pasta: un gilipollas con un traje y una pajarita. personalmente no se por que le llamava gilipollas, ya él que poco más y va en puto pijama.

Por fin el de la pajarita habló:

  • Os daré un contrato que devereis firmar si es que queréis hacer el trabajo y por tanto conseguir el dinero.
  • No me jodas. - dijo el cowboy en tono sarcástico - pensaba que el dinero me lo dabas de buena fe.
  • ‘¿Está borracho?’ - pensó Alex

En sí, el contrato era un simple contrato de confidencialidad, es decir no podían decir nada de lo que verían, nada fuera de lo común.

  • Según firmeis os subís al helicóptero - mencionó el de la pajarita

Todos subieron en orden, el estaba entre Cristina y el hombre de color, por tanto trató de entablar una conversación con él:

  • Hola […] Aquí es cuando usted dice su nombre.
  • A, perdón, soy Arnold, un gusto, y usted es…
  • Alex, encantado.
  • ¿Es su primera vez en helicóptero?
  • Si, y la suya?
  • No, pero cada vez que me monto en uno de estos cacharros me entran escalofríos.

Tenía pinta de ser buena gente, por tanto quiso seguir la conversación hasta que la nave despegó. Arnold ya no estaba en condiciones de hablar.

Trás dos horas de vuelo el cowboy dijo:

  • Dejémonos de tonterías, cada uno tiene sus motivos para estar aquí, de forma que empezaré yo. - se aclaró la garganta - yo pretendo continuar con lo que denomino como la buena vida: bebida, drogas y mujeres.
  • Mujeriego - dijo Cristina con rencor en la voz.
  • Pues no se ganaría usted mal la vida atendiendo a hombres como yo, tiene usted dos grandes motivos que lo confirman - comentó en tono burlón.

Cristina, indignada no quiso contestar dejando el helicóptero en un silencio sepulcral hasta que el señor de la pajarita se levantó y dijo:

  • Ya es hora, dadme vuestros móviles.

Todos accedieron pero cuando los tuvo todos, sencillamente los lanzó al mar.

  • ¿Qué cojones haces? - preguntó la chica morena sorprendida
  • Por favor, cálmate - dijo el señor de la pajarita - Si hacéis bien este trabajo podreis compraros uno mil veces mejor.

Razón no le faltaba.

  • Por cierto - comentó otra vez el hombre de la pajarita - Me llamo Hans, por si había alguna duda.
  • ‘Gilipollas de la pajarita le queda mejor’ - pensó Alex.
  • Aparte, ya que estamos cerca os explicaré un poco.

Todos prestaron atención al instante.

  • Aterrizaremos en lo que se le llama una base militar secreta denominada como “ LETZTER STAND” que se cae a pedazos, en la que se investigaban y se realizaban algunos experimentos hace más de cincuenta años para recolectar documentos y capturar a un activo… el Blut Rache.
  • ¿Y qué es eso? - preguntó Cristina.
  • Lo sabréis en cuanto lo veáis, pero por ahora debéis bajar.




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