Liamdaard 3 - La furor de los cazadores (completo)

Sección 11: Dislocación

Rose estaba allí, de pie, petrificada, lo había visto todo, lo había oído todo. Kenni atacando desesperadamente a los humanos, fuera de control, tan diferente de la que había conocido en la mansión. ¿Era esa la verdadera cara de la vampiresa, la verdadera naturaleza de las criaturas de la oscuridad? Y ella había visto la flecha que atravesó el corazón de Kenni, sin moverse, no había podido hacer nada. Todo había pasado tan rápido, y al presente, todo se estaba desmoronando a su alrededor.

 

La duda le asaltaba, la joven cazadora vacilaba, ¿sería la guerra? Ella sentía la ira épica del príncipe vampiro oprimir el aire, la presión era sangrienta, amenazante, dibujando un mal augurio. ¿Qué sucedería después? ¿Aidan buscaría venganza contra Chris? Rose temía el futuro que le sonreía, un futuro sombrío y de horror.

 

Ella caminaba, sola, todos los demás ya se habían ido, temiendo la reacción de Aidan, pero no Rose, se había quedado. Un vampiro que actuaba sobre el golpe de las emociones, sobre todo de la rabia, era más peligroso que cualquier cosa y Aidan no estaba exento de ello. La joven cazadora esperaba razonar con él. ¿Quizás no era demasiado tarde? Pero tal vez, no era el momento propicio para eso.

 

Un paso tras otro, la muchacha pelirroja avanzaba sin decir una palabra. Aidan todavía estaba en las rodillas, sosteniendo lo poco que quedaba de la vampiresa, las cenizas y allí, en el suelo a su lado, el accesorio de sol de Kenni, el anillo regalado por Rose. Los otros permanecieron de pie, asombrados, sorprendidos por la locura inesperada y la muerte brutal de su ex-nueva compañera, esperando la resolución del príncipe vampiro.

 

Luego, Rose se detuvo en la espalda de Aidan, tomando un momento de silencio, en señal de empatía y de respeto.

 

—Lo lamento mucho por Kenni.— dijo con una voz grave.

 

Sus palabras eran sinceras, llenas de tristeza y decepción, pero ocultaron otro sentimiento, una sensación conmovedora.

 

—Pareces muy tensa de repente. ¿Por qué, Rose? ¿Por qué estás tan angustiada?— le preguntó Aidan en un tono impasible.

 

El vampiro tenía razón. El terror, la angustia, la duda asaltaban a la joven cazadora. Su tristeza era palpable también, por supuesto, pero aquella tristeza era diferente de los demás. La carga del deber. Kenni había debido ser eliminada. Un mal necesario, aunque eso ponía en riesgo el frágil equilibrio entre ellos. Entonces, ella no podía ocultar sus inquietudes.

 

—Sé lo que sienten en este momento, Aidan, este dolor, esta ira... Sin embargo, no me gustaría que hicieran algo irreparable. Pueden contar conmigo, saben.— indicó Rose.

 

Rose habló con una voz firme, llena de empatía, pesando cada una de sus palabras. Ella quería ofrecerles apoyo y advertirles de evitar un desastre también. Sabía que no era un buen momento, pero el tiempo estaba en su contra. Aidan era su aliado, pero éste no era menos misterioso e impredecible. La reacción del vampiro podría ser la detonación, el desencadenante de una guerra trágica.

 

—Algo irreparable, ¿eh? ¿Cómo matar a ese maldito bastardo cazador infeliz?— insinuó Aidan con furia.

 

El tono era aterrador y el aire temblaba alrededor del vampiro. La atmósfera se volvió más amenazadora, más sangrienta, y la presión más sofocante. La rabia de Aidan resonaba en su voz, envolviéndolo con una sed de venganza ardiente. Y él ya olvidaba el tratado de paz hecho con los Byron. Al presente, Chris Boltger era su único objetivo, matarlo era su único pensamiento, ignorando las trágicas consecuencias de este camino.

 

—No lo hagas, Aidan. Será una locura y sabes lo que pasará después.— le advirtió la muchacha. Su expresión había cambiado, el tono era sombrío y alarmante. —Puede que sea difícil de aceptar, pero Kenni no era quien creías que era, así que no puedes ir tan lejos por ella. Murió, lo cual es lamentable, pero masacró a más de 20 personas inocentes. ¿No es eso lo que siempre hemos hecho, lo que siempre has hecho, proteger a esta ciudad de las criaturas que masacran a los humanos como ella?— completó.

 

—¿Inocentes?— susurró Aidan.

 

La mayoría de las víctimas de Kenni habían sido malhechores, rechazo de la especie humana. Lo que evocaba una intensa ira en el príncipe vampiro. Los cazadores mataban a las criaturas de la oscuridad porque las consideraban violentas, monstruosas y, sin embargo, cerraban los ojos ante las atrocidades de los humanos abominables. ¡Que cruel ironía!

 

Hubo un silencio y la joven cazadora sintió la brecha que se ensanchaba entre él y Aidan poco a poco. ¿Por qué estaba tan enojado por la muerte de Kenni? ¿Fue por culpa, la vergüenza de no haber visto la verdadera naturaleza de la vampiresa antes? ¿O él estaba escondiendo otra cosa?

 

—Qué hipócrita eres, Rose.— dijo Aidan. —Si mal no recuerdo, Nix masacró a un montón de inocentes en esta ciudad, y habrían matado a muchos más, incluso a tu familia y a ti si no lo hubiera neutralizado. Ni siquiera es humano ahora, pero ustedes, los cazadores, le han perdonado la vida, me han suplicado que lo dejara con vida. ¿Por qué?—




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