La bruja suspiró. Una respiración larga y frustrada. Un ligero inconveniente vino a empañar su alegría. Un sentimiento embriagador de incuplimiento.
Había masacrado a los que habían venido a matarla y había roto completamente a su jefe. Finalmente, obtuvo el control total de la sociedad de cazadores de la sombra. Todavía podía sumergir este mundo en el caos y en una guerra devastadora que tanto deseaba.
Ema iba a utilizar a los cazadores como un ejército personal para lograr su objetivo. Lo tenía todo, o casi todo. De ahí su sensación de incumplimiento. Había estado observada.
Dos jóvenes cazadores, lo suficientemente hábiles para ocultar su presencia, habían presenciado toda la escena. Lo habían visto todo, lo habían oído todo. Y cuando la bruja finalmente se dio cuenta de sus firmas energéticas, habían logrado a escapar antes de ser atacados por ella. Al presente, estaban fuera del alcance de su brujería.
- ¡Esas cucarachas! - murmuró Ema entre los dientes.
No representaban ninguna amenaza para ella, por supuesto, pero dejarlos con vida podría ser fatal para sus planes. Si contaran lo que habían visto a otros, Chris perdería su posición de líder y por lo tanto, controlarlo no le serviría de nada.
Entonces, ella levantó los ojos y miró al cazador a sabiendas, como se miraba una herramienta antes de usarla. En efecto, para la bruja, Chris ya no era un hombre, sino un arma. Ella quería enviarlo en su persecución, pero vacilaba, presa de dudas.
El hechizo de sumisión estaba bien anclado en el alma del cazador, de eso Ema no tenía ninguna duda. Ahora era su juguete, su títere. Pero las almas de los cazadores eran más fuertes y misteriosas que las de los humanos normales. Su reacción a una maldición mágica seguía siendo una misterio.
Chris había apagado definitivamente la luz de sus compañeros, pero eran guerreros muertos. Matarlos parecía más un acto de liberación que una ejecución. Enviarlo a perseguir a los dos jóvenes cazadores podría servir como prueba de su sumisión, sin embargo, también podría causar interferencias en su alma. Lo que podría ser perjudicial.
La bruja avanzó hacia los cuerpos sin vida, recitando un conjuro. "Criaturas infernales, acepta estas almas como retribución y ven a servirme."
Un agujero negro apareció en el suelo y tragó los nueve cuerpos y las almas de los cazadores muertos en este lugar. Luego dos criaturas de aspecto demoníaco se presentaron ante ella. Sus gritos de horror y de rabia se apoderaron del suelo.
Ema estaba calmado, y Chris también, pero él era porque ya no sentía nada, ni siquiera miedo.
La bruja señaló con el dedo el lugar donde había percibido las firmas energéticas de Rose y Hex. -Dos personas estaban escondidas allí. Encuéntrenlos y mátenlos. - ordenó a las criaturas infernales.
Ella no quería perder a Chris, así que era mejor confiar ese trabajo a otros verdugos más confiables pero también más despiadados.
Los asesinos olfatearon el suelo, luego se pusieron en movimiento. Ya no gritaban, contenían su rabia. Su deseo de sangre, una sed insaciable, aumentaba a medida que se acercaban a sus presas.
Cada momento estaban más cerca. El olor, más intenso a cada paso, les mostraba el camino. Y unos instantes después, los encontraron, huyendo a toda velocidad bajo el cielo oscuro de la noche.
Podrían haberlos atacado por sorpresa por la espalda y haberlos matado. Tal vez.
Los jóvenes cazadores solo se preocupaban de huir lejos, muy lejos de la bruja y corrían desesperadamente, descuidando a sus guardias. Lo que les convertía en blancos fáciles.
Sin embargo, sus perseguidores no querían derribarlos así. No deseaban una victoria tan fácil. Tampoco buscaban un enfrentamiento, no, las criaturas diabólicas deseaban deleitarse con el sufrimiento y la desesperación en los ojos de sus presas antes de matarlas. ¡Qué placer les llevaría torturarlos antes de apoderarse de sus almas!
Una cacofonía de gritos de horror se elevó en el cielo. Parecía el canto de los inframundos, trayendo consigo miedo, desesperación y sufrimiento.
Rose y Hex seguían corriendo con más entusiasmo, ahora que sabían que algo los perseguía. No sabían todavía la naturaleza de estos monstruos, pero sentían su sed abismal de sangre, su perfidia y su crueldad.
Los gritos resonaban cada vez más cerca, más fuertes. A los asesinos les gustaba cazar. Les gustaba perseguir a sus víctimas como el gato que perseguía y atormentaba ratoncitos asustados antes de comérselos.
Los jóvenes cazadores corrían más rápido, ignorando la fatiga y el dolor. Las emociones tumultuosas y las dudas sobrecargaban sus pasos, sin embargo, corrían sin vacilar, sin ralentizar, la supervivencia como única motivación. La salvación de la sociedad de cazadores dependía de ello.
Y luego, desapareció todo. No oían más gritos y ya no sentían la presencia abyecta de las criaturas del infierno. Un ligero sentimiento de alivio quería inmiscuirse en ellos, un sentimiento que simplemente rechazaban.
¿Habían perdido a sus perseguidores? Se preguntaron. Tal vez, pero era demasiado pronto para alegrarse. Así que continuaron el camino sin detenerse, con la esperanza de que habían adelantado de los asesinos.
¡Qué pena que no!
Los jóvenes cazadores sobresaltaron, haciendo una parada seca, y allí secongelaron.
Los asesinos, que en realidad no habían desaparecido, surgieron de repente ante ellos. Sus gritos de horror les retorcían los cráneos y sus aliento de chacal se abatían sobre los rostros de los jóvenes. Instintivamente, Rose y Hex dieron un salto hacia atrás para escapar del peligro.
¡Allí! Los jóvenes cazadores se congelaron. Sus mentes eran como un pequeño agujero donde múltiples emociones agitadoras intentaban colarse al mismo tiempo. Se sentían perdidos, desconcertados por la realidad y también asustados.
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Editado: 22.07.2024