Liamdaard - Un nuevo amanecer (completo)

CAPÍTULO 6: Imparable

<< Más brillante que los rayos del sol, más violento que un huracán, más fuerte que la muerte, más profundo que el océano, el amor, un sentimiento que lo traspasa todo, lo supera todo, lo tolera todo, no conoce ningún límite, ningún prejuicio, llenando la vida de todas criaturas de esperanza, de millas colores, y el corazón de bondad. No teme ningún desfile, trascendiendo el entendimiento, los orígenes, las razas, los colores…>> cita.

 

*******

Las miradas desconcertadas, los ocupantes de la taberna, los trabajadores y los clientes, asistían, en un silencio brusco y fugaz, a la partida repentina de Aidan. El estupor los envolvía, un estupor momentáneo desaparecido en breve en un viento de bebida. Pero eso todavía circulaba en la mente de los cazadores, la duda los golpeaba.

 

Trastornada, Rose volvió con su familia, con la mente en otra parte. La reacción del joven era sorprendente, conmovedora. Y una pizca de decepción apareció en el fondo de la joven cazadora, una sensación que ella rechazaba simplemente. << ¡Qué idiota! Me hizo perder mi tiempo. >> murmuró.

 

Sin embargo, sentía, a pesar suyo, un sentimiento de curiosidad por este desconocido misterioso, un deseo de conocerlo, de conocer su historia. Extraño. Le intrigaba. Pero todo eso era superficial. Así que, en su interior, escondió esos deseos más fútiles.

 

— ¿Quién era, Rose? ¿Qué quería? — le preguntó Queen.

 

— No lo sé. Se fue sin decir nada. — respondió con aplomo.

 

La ambigüedad se leía en su voz, y la confusión también. Algo la había enturbiado, esto era evidente. Queen lo sentía ya que, al presente, Rose no era como siempre.

 

— ¿Qué ha pasado, querida? — le preguntó con un tono sereno.

 

— Nada. Ese idiota simplemente me ignoró y se fue. — dijo con un acento de ira.

 

Sin duda, había pasado algo entre ellos. Por breve que fuera, eso irritaba a la joven cazadora intrépida. Rose era una chica hermosa, fuerte, de dieciocho años, vigorosa, inteligente, audaz, normalmente de una calma fría, desinteresada, flemática. Pero ahora, curiosamente, estaba enfadada, molesta con un completo desconocido. Una pizca de curiosidad se apoderó de los cazadores.

 

— Es extraño verla reaccionar así. — señaló Fence.

 

— Sí, es verdad. Me pregunto quién es realmente este joven. — replicó Queen.

 

Por supuesto, la reacción de Rose era ciertamente extraña, pero la verdadera sensación insólita era aún más profunda. A su llegada, los cazadores habían sentido un verdadero sentimiento de peligro emanando de Aidan, un sentimiento opresivo que había irrumpido en el edificio abruptamente y que había desaparecido completamente cuando él se fue. Intrigante.

 

— Tenemos que estar en alerta. Este hombre era peligroso, así que mejor lo vigilamos. — dijo Fence con un tono grave.

 

— Sí, pero para eso primero tenemos que saber quién es. — respondió Nix.

 

— Lo descubriremos, hermano mayor. — completó Hex.

 

Estaban llenos de determinación, impulsados por sus instintos de cazadores y la posible amenaza que representaba el joven misterioso, por lo que el aura del vampiro era realmente un peligro.

 

— Sí. Es necesario. — dijo Rose de un entusiasta siniestro.

 

La imagen de Aidan la molestaba la mente, avivando en ella una furia feroz en cada minuto. Ella debería encontrarlo, este joven encantador, aunque raro y descortés, dotado de una energía aterradora. ¿Sería un amigo o enemigo? El tiempo determinaría su destino y les mostraría el camino.

 

*******

Ruidos sordos, un sonido abrupto, resonaban en la residencia de los Sano; ruidos venidos de la habitación de Aidan. Furioso, atrapado en un torbellino de pánico y frustración, el príncipe vampiro destruía la habitación. Con horror, revivió la escena decepcionante; esa escena que acababa de vivir en la taberna. Todavía se veía levantarse y marcharse, huyendo de la hermosa joven pelirroja. Su corazón se aceleraba y se apretaba a la vez.

 

<< ¡Maldición! ¡Qué gilipollas! No puedo creer que me haya acobardado así. >> pensó.

 

Otro ruido, el grito del impacto de un mobiliario contra la pared. Era la primera vez que sentía tal avalancha de sentimientos: alegría, deseo, envidia, ira, miedo, frustración, confusión, pánico… Y de allí vino una pérdida de control pasajera. El vampirismo se manifestó sin su consentimiento, impulsado por las emociones fuertes que manifestaban en él.

 




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