Liamdaard - Un nuevo amanecer (completo)

CAPÍTULO 15: La traición revelada y la muerte de Rosie

Rosie Byron, madre de Fence y abuela de Rose, su imagen perfecta; ella había sido una cazadora legendaria.

 

Una mujer fuerte, bondosa y de gran corazón, obstinada, bendecida por la naturaleza, libre de toda injusticia, bendecida por los dioses y la diosa de la belleza; había sido considerada la más poderosa y la mayor fuerza de la sociedad de los cazadores. Incluso las criaturas más peligrosas, los adversarios más aguerridos y monstruosos la habían temido y ante ella, incluso el rey de los vampiros había experimentado la sensación de infelicidad, de peligro, los males.

 

Sin embargo, ella siempre había vivido según sus principios, según sus creencias y se había negado a seguir ciegamente las leyes de la sociedad. Una y otra vez se había negado a matar vampiros, los que no atacaban a humanos. Había cazado y eliminado exclusivamente las criaturas de la sombra dañinas y peligrosas para la especie humana; los asesinos.

 

A lo largo de su vida, había perseguido el mismo sueño, en busca de este mismo ideal, la coexistencia. En efecto, al igual que Aidan, la cazadora legendaria había aspirado a construir un mundo de paz, un mundo en el que criaturas de la sombra, humanos y todas las demás especies pudieran vivir juntos sin hacer la guerra; una visión que había legado en parte a su familia.

 

Y para lograr ese ideal, Rosie incluso había aceptado formar una alianza temporal con el Consejo de Vampiros para cazar una de las mayores amenazas para la especie humana, el vampiro negro. Lo que no había gustado a muchos de sus semejantes, por lo tanto, había tenido enemigos por todas partes, criaturas de la sombra al igual que varios clanes de cazadores.

 

Entonces un día, doce años ya habían pasado desde que la desgracia había llamado a la puerta del clan Byron, el azote de toda vida había robado bruscamente una parte de sus almas para siempre. Rosie Byron había sido asesinada y todo su equipo había sido masacrado con ella. El vampiro negro los había aniquilado a todos; a todos excepto a Zanex.

 

*******

- Doce años antes-

Después de la pérdida de su esposa, asesinada delante de sus ojos por un vampiro, Zanex solo había vivido para exterminar a estos monstruos. Su corazón había caído en las confusiones, su alma corrompida por la ira y la venganza. No había sido más que un cúmulo de odio y de aversión. Había vagado por las profundidades de las tinieblas, rechazando todo rayo de luz que le extendiera la mano.

 

El cazador había maldecido su debilidad, al mundo, a los vampiros y a todos los que querían coexistir con ellos. De hecho, había maldecido a Rosie Byron también, a pesar de toda la admiración que había sentido por la cazadora a la vez.

 

Atrapado en un torrente de odio y en una incesante búsqueda de venganza, Zanex había perseguido a los vampiros día y noche, sin descanso, hasta descuidar a sus dos hijos. La caza; aniquilar los chupasangres se había convertido en su única razón de vivir, masacrándolos despiadadamente de la forma más cruel, abandonando su humanidad, dedicándose a la violencia y arrastrando la muerte a su estela, desprovisto de todas las demás emociones; y entonces se le había llamado el cazador loco.

 

Batalla tras batalla, había perseguido a sus presas, quemado sus casas; les había traído sufrimiento, miedo y muerte. Sus hazañas habían sido numerosas, gloriosas y había ido ganando tras victorias.

 

Pero le había ganado un sentimiento vicioso; el orgullo. Se había vuelto insolente. Cegado por sus numerosos triunfos, se había hundido cada vez más en la oscuridad, creyéndose todopoderoso, invencible, despreciando a los demás, incluso a sus superiores, cazadores más experimentados y aguerridos que él; había ignorado sus consejos, sus advertencias... ¡Era muy vanidoso!

 

Había desencadenado más peleas cada vez, peleas que también había ganado cada vez hasta que un día se había cruzado un adversario temible, demoníaco, cruel en su camino. Solo en muy poco tiempo, el individuo había masacrado a un equipo de nueve cazadores, todos los compañeros de Zanex, por sí sólo. Su fuerza era monstruosa, abismal, tan aterradora que el cazador no había podido hacer nada más que temblar ante él.

 

Una sola salida: la muerte. Una muerte violenta y sangrienta, oh, tan dolorosa. En un solo impulso, el cazador loco había visto su vida desfilar ante él, los remordimientos y luego el dolor y todas sus victorias, su fuerza, su gloria, su orgullo, su honor... todo esto le había parecido insignificante en aquel momento.

 

Pero mientras el vampiro negro estaba a punto de poner fin a su miserable existencia, una otra alternativa había surgido en la mente del cazador. La sumisión.

 

—No me mates, por favor. Déjame poner mi vida a tu servicio, déjame servirte.— dijo con voz suplicante, el cuerpo temblando de terror ante la fuerza aplastante del vampiro.

 

Con los ojos llenos de rabia, el individuo lo había golpeado con violencia, enviándolo a estrellarse contra el suelo. —Quieres servir al que masacró a todos tus compañeros, ¡qué patético pedazo de basura eres! ¿Dónde está tu honor? ¿Dónde está tu orgullo, cazador?— le había preguntado el vampiro negro furiosamente.




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