ADA
El aire golpea mi rostro y despeina mi cabello. Me abrazo a mi cuerpo para darme un poco de calor, está haciendo mucho frio.
De pronto llegan las camionetas y se estacionan una frente a otra. Ha llegado la hora, es momento de marcharme de esta casa, de esta ciudad y de esta familia que poco a poco e comenzado a querer como si fuera mía. Siento mucha nostalgia, Mason llega y se detiene detrás de mí, pone su mano en mi hombro y suspiro. Las lágrimas empiezan a salir de mis ojos, no quiero irme, en serio que no. De repete recuerdo cuando abrí los ojos por primera vez y estaba aquí, sentía tanto coraje hacia Evan por lo que acababa de enterarme, lo único que quería era salir corriendo de aquí y olvidarme de todo, es sorprendente para mí que a este punto lo único que puedo desear es estar a lado de Evan y no separarme nunca más.
—¿Dónde está? —pregunto con la voz entrecortada.
Mason suspira.
—No lo sé, no llegó anoche.
Asiento y enderezo mi postura. Sabía que me iba, y no está aquí siquiera para reprocharme, en el fondo esperaba que intentara detenerme, que me volviera a pedir que me quedara. Pero no vino.
—¡Hermana! —grita Beth.
Anoche nos despedimos, no pensé que estaría aquí, y detrás de ella están todos los integrantes de la familia. Me da un abrazo muy apretado y empieza a llorar junto conmigo.
—No quiero que te vayas.
—Nos vamos a volver a ver —le digo para tratar de calmarla, con una voz serena.
—¿Y si no?
Me mira a los ojos.
Sé que las cosas están muy difíciles, no quiero pensar en que esta será la ultima vez que veo a mi mejor amiga, a mi hermana. Pronto me despido de James, de Rubí, Aron y del señor Taylor. Este ultimo me da un apretón fuerte y me susurra al oído que confía en mí. Esas palabras significan tanto para mí. El hecho de regresar a nueva York y sin Evan, es para ayudarlos a recuperar lo que les robaron, y también para resolver las dudas que aun existen en mi cabeza. Por más que pase el tiempo jamás aceptaré que mi padre era una mala persona.
—Es hora, ya nos espera el avión —dice Mason.
Asiento y camino hacia la camioneta. Él se ofreció a llevarme, luego de que Evan reaccionara de la forma en la que lo hizo, Coloco el cinturón de seguridad y arranca. Miro por la ventana y me pregunto ¿Cuánto tiempo pasará para volver a verlos? Bethany se mira tan triste, no quiero separarme de ella, a pesar de que en los últimos días estuvimos bastante alejadas, por mi necia idea de alejarme de Evan.
Evan. ¿Dónde estás?
¿Por qué tu orgullo puede más que todo?
No quiero irme sin decirle lo mucho que lo amo y que es todo para mí.
Entre mas avanzamos al camino me entran muchos nervios y ansiedad, no estoy preparada para ver a mi madre y a William. Me imagino lo que me espera en casa.
—¿Sabes algo? —pregunta Mason sacándome de mis pensamientos.
—Dime.
—Creo que te voy a extrañar.
Sonrío y me volteo hacia él.
—Por supuesto.
Levanto los hombros y da una leve carcajada, para después ponerse serio. Recuerdo cuando llegué aquí, era muy malo conmigo, en el entrenamiento demasiado estricto, recordar cuando me puso a pelear con esa mujer, se me revuelve el estómago. El resto del camino guardamos silencio, solo son audibles mis sollozos y los suspiros que él da. Yo también voy a extrañarlo, por más raro que suene. Cuando llegamos unos hombres se acercan al auto, Mason da una señal y comienzan a bajar mi equipaje. Y pensar que llegué aquí sin nada.
—Bueno, pues es hora —el avión está esperándome—, cuídate mucho.
Me agarra de los hombros y me lanzo a sus brazos. Y lloro y lloro y lloro.
—Tienes que ser fuerte, recuerda el entrenamiento. Eres de temperamento muy fuerte, confío en ti.
Asiento, me limpio la nariz y doy media vuelta. Me agarro del barandal de las escaleras y suspiro, no hay marcha atrás. Si en este momento doy media vuelta y decido no irme ¿Qué pasaría? ¿Cómo reaccionaria el señor Taylor? ¿Cuál sería el destino? Por más que lo quiero es inevitable. Entro por fin y tomo asiento, pronto una señorita rubia llega a mi y me pide ponerme el cinturón de seguridad. Miro hacia la ventana sin hacerle caso, comienzo a detectar movimiento y el avión empieza a moverse. Ahora sí me pongo el cinturón y me cubro la cara con mis manos. No puedo dejar de llorar, no estoy lista para esto. Se suponía que estaríamos juntos, que pasaríamos las adversidades que tendríamos que pasar juntos, no él en un lado y yo en otro. Y lo peor, que nos separáramos y él estuviera molesto conmigo.
De pronto nos detenemos, miro nuevamente hacia la ventana, pero no hay nada ni nadie.
—¿Qué está pasando? —pregunto a la nada.
La puerta se abre y ahí está, mi chico. Evan es el único que podría parar un avión en pleno despeje. Me quito el cinturón y corro a sus brazos. Me abraza tan fuerte, como si no fuera a volver a verme. Se separa de mí y agarra mi cara con ambas manos. Está golpeado y tiene sangre en las manos y en la ropa.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estabas?
—Por favor no hagas preguntas.
Decido hacerle caso, no quiero saber nada en este momento, solo disfrutar de sus brazos en mi cuerpo.
—Creí que…
—¿Qué? ¿Qué iba a dejar que te fuera así? Parece que no me conoces.
—No estoy segura de ti.
Hace una mueca y me suelta para llevar sus manos detrás. Saca un celular y me lo da.
—Necesito que lo tengas muy escondido, solo estarás en contacto conmigo así que nadie debe saber de su existencia. No me llames a menos que sea muy necesario y por favor, Ada… no confíes en nadie.
Esto ultimo lo dice apretando los ojos.
—Las personas en las que confío se quedan aquí.
Vuelve a abrazarme y le dicen que es tarde y debemos irnos.
—No pude configurarlo por falta de tiempo, cuando estés a sola y a salvo lo haces. Te amo con todo mi corazón, nos vemos pronto ¿sí?