ADA
Me duele el pecho, he perdido la cuenta de las veces que he suspirado profundo. Tengo mucha ansiedad, todo mi cuerpo tiembla, no sé lo que me espera de ahora en adelante. Desde que puse un pie en el College las miradas no han dejado de asecharme, me pregunto ¿Qué pensarán de mí? ¿Qué habrá pasado durante mi ausencia? No hay un solo paso que esté dando cuando ya escucho susurros de los demás y, por más que trato de poner atención, no puedo descifrar qué es lo que dicen de mí. Podría haberme pasado la vergüenza si fuera a mi casa de primera, pero tengo más miedo de mi madre, que de cualquier otra cosa.
Pili abre la puerta de su oficina y al verme parece como si estuviera frente a un fantasma.
—Ada, que sorpresa. Pasa.
Me pongo de pie y trato calmar el temblor de mi cuerpo, esto no debería ser así, se suponía que al volver sería más segura de mi misma. Pero no es así. Tengo miedo de decepcionar a los Taylor. Me pongo de pie y entro a la oficina, vuelvo a sentarme ahora en la silla frente al escritorio y espero que ella haga lo mismo en su lugar. Me mira por unos segundos antes de comenzar a hablar.
—¿En qué te puedo ayudar? —no me toma por sorpresa esta pregunta.
Tampoco esperaba que me recibieran con caravana y flores con confetis.
—Regresé.
—Eso lo noto, ¿en dónde está Evan? Te fugaste con él.
Claro, seguramente pensaron que me había escapado románticamente. Me rasco la oreja, entre el interrogatorio que me había imaginado, esta pregunta no venía estipulada.
—Él y yo terminamos, me arrepiento de lo que hice y estoy aquí pidiendo una segunda oportunidad.
Pili parpadea, y se lleva la mano a la barbilla.
—¿Tienes contacto con él?
—No. —contesto de inmediato.
—¿Bethany donde está? ¿Viene contigo?
—No, no sé en donde está —me pongo nerviosa. Y ella lo nota.
—Voy a darte una segunda oportunidad, si eres sincera conmigo. Cuéntame lo que pasó.
Necesito improvisar, no soy buena mintiendo, no soy una buena mentirosa.
—Yo me fui con Evan, no he tenido contacto con Bethany y no sé en donde está, él y yo terminamos y eso es todo.
—¿En dónde estuvieron?
Parece un interrogatorio policiaco, como si hubiera cometido un crimen. De pronto recuerdo la charla que tuve con ella, cuando le pedí que echara a Evan porque era mala persona, pero no me hizo caso. Porque estaba amenazada, quizá ella piensa que si Evan ya no está aquí esa amenaza ya no existe.
—No voy a contarte nada de mi vida privada, sabes perfectamente quien es Evan Taylor, así que no hagas preguntas y no me jodas la existencia, o vas a arrepentirte.
Trato de sonar lo más natural que pueda, recuerdo como era Evan al principio: sínico, descarado, desinteresado. Intento imitarlo y creo que no me sale nada mal. Pili esboza una sonrisa y, parece que se sonroja un poco.
—¿Ahora me amenazas también?
—Tómalo como quieras, ahora, voy a mi habitación porque estoy muy cansada.
Me pongo de pie y antes de abrir la puerta ella habla.
—Antes, deber ir al control del alumno, tu habitación ya está ocupada.
Era de suponerse. En esta vida solo somos humanos, materia que se extingue y puede ser remplazada en unos segundos. ¿Qué me hace sentir especial a los demás?
—¿Mis cosas?
—Se las llevó tu madre, por cierto, ya está enterada de que estás aquí.
Mierda.
No me doy vuelta y voy a prisa al control del alumno. Espero unos minutos en la fila, cuando las personas de adelante están hablando de mí, comentan que regresó la que se fugó con su novio. Pongo los ojos en blanco y carraspeo, ellas se dan cuenta y cambian de tema. Pareciera que fue una eternidad, desde la ultima vez que estuve aquí, nada ha cambiado. Solo yo.
Extraño tanto a Evan, quisiera estar a su lado, riendo, hablando, pelando, lo que fuera. Solo quiero estar en sus brazos y olvidarme de todo, tener su piel junto a la mía, es el mayor éxtasis que puede existir. Al final me dan una habitación en la ultima planta del edificio, antes decían que ahí solo se encontraban los frikis, y lo único que se apreciaba era el olor a marihuana y fierro viejo. No lo sé, eran solo mitos, que hoy voy a averiguar.
Mientras camino al edificio, tengo que cruzar todo el campus y ocupo mi mente en otras cosas, me despejo de todas las miradas y chismes, y trato de poner claras mis ideas. Necesito averiguar qué fue lo que pasó realmente, sigo creyendo en la inocencia de mi papá y nadie me hará creer lo contrario, ni siquiera Evan. Hay muchas cosas que tengo que investigar: ¿Dónde está el dinero que mi padre supuestamente robó? ¿Qué es lo que esconde Stephan Russo? ¿Estará involucrado? Definitivamente necesito acercarme más a él, a como dé lugar.
—¡Ada! —me gritan desde lejos.
Es Jackson, lo veo corriendo hacia mí a mucha prisa, sonrío y me preparo para abrazarlo. Me da tanto gusto verlo y se lo demuestro cuando está frente a mí. Su perfume entra en mis fosas nasales y me embriago de él, me encanta.
—Dios santo —dice y se separa de mí—, ¿Dónde estuviste? Estábamos todos preocupados, tu madre casi se vuelve loca.
Jadea y recarga las manos sobre sus rodillas para calmarse y respirar.
—Lo que importa es que estoy de regreso.
—¿Estás bien? Si ese tipo te hizo algo…
—Jackson, nada es como lo dicen los chismosos de aquí. Te lo juro.
—¿Entonces qué pasó? Sino me lo dices te juro que si algún día lo veo le voy a partir la cara.
ME da un poco de gracia, porque ya tuvo una oportunidad de hacerlo y no le fue nada bien.
—Acompáñame y te platico.
—Sí, pero antes… ven aquí.
Me vuelve a abrazar, me levanta del suelo y me pongo a carcajear.
Todo queda en un mito, el ultimo piso no huele ni a marihuana ni a fierro viejo. La habitación es un poco más pequeña de la que compartía con Bethany abajo, pero está bien. Mientras pueda estar en paz.
—¿Entonces? —me pregunta Jackson.