ADA
La madre de Bethany no deja de llorar y maldecir al hombre que se la llevó, su padre camina de un lado a otro mientras se pasa la mano por la barbilla. No sé qué decirles, están sufriendo tanto por su hija, y ella no puede siquiera llamarles para decirles que está bien. Pili me mira con resentimiento, como si por unos momentos se le olvidara su puesto.
—Ada, por lo que mas quieras, habla. Dinos en donde está nuestra hija, sabes que es la luz de mis ojos.
—Les juro que no sé en donde está, ella no se fue conmigo.
Me está costando tanto mentirles, sobre todo me cuesta el fingir que no se nada y que esta situación me está afectando. No puedo juzgar la decisión que tomó mi amiga, en su lugar, si hubiera tenido oportunidad, también lo habría hecho.
—Ada, si no hablas de lo que sabes te meterás en serios problemas —dice Pili.
—¿Por qué? ¿De que me van a acusar? Si ella se fue, fue porque así lo quiso y si no se comunica seguramente es porque no quiere hacerlo.
Me levanto de la silla, como si hubiera estado sentada frente a un jurado en una audiencia acusándome de asesinato en tercer grado.
—Si se comunica conmigo, prometo que se los haré saber.
Con esto ultimo espero que puedan quedarse más tranquilos, aunque hubiera sido así si les hubiera dicho que estoy segura de que ella está bien, que está segura y rodeada de una familia que la ama y ya la adoptaron como un miembro mas de la familia Taylor. Es increíble todo lo que ha cambiado nuestra vida en los últimos meses, el recuerdo de nosotras dos sentadas en la cafetería riendo mientras comemos el almuerzo me llena de nostalgia, si nos hubieran dicho que viviríamos todo esto presente, seguramente nos hubiéramos reído. Ambas enamoradas de dos tipos mafiosos, pero que darían la vida por nosotras.
¿Cómo estará? La extraño demasiado, quisiera poder comunicarme con ella, escucharla, saber que está bien y que pronto volveremos a estar juntas. Dios, quiero que todo esto acabe.
Me voy de la oficina de Pili con el corazón deshecho al ver a los padres de Bethany tan desesperados, me viene a la cabeza que quizá la podría convencer de que regrese, y poder hacer las cosas correctamente. Sin estar huyendo ni haciendo daño a las personas que queremos. Durante los próximos días trato de llevar mi vida normal, hablo con Evan de vez en cuando, y he estado en contacto con Stephan, queriendo hablarle sobre Samuel porque creo que es la única persona que me podría ayudar a contactarlo, pero no he llegado a nada aún. Me siento decepcionada de mi misma, porque mi regreso no a significado nada, no he podido encontrar algo que ayude a los Taylor, y mi madre parece odiarme cada vez más. Con el pasar de los días ha dejado de responder mis llamadas, y en casa los guardias no dejan que entre, ha reforzado la seguridad con tal de que no me acerque a ellos. Y si hablamos del colegio estoy peor, Ada Claire, la chica favorita de los profesores por sus excelentes notas, está en riesgo de reprobar materias. Es que no puedo concentrarme, todo esto me tiene tan dispersa la mente.
Jackson sigue insistente en acercarse a mí, todas las mañanas almorzamos juntos, aunque yo no lo quiera cerca, me he puesto a pensar en que, si represento peligro para mi familia, también para cualquier persona que se acerque a mí, aunque aun no logro entender por qué. Y por si fuera poco, hoy en la mañana Pili me ha dicho que no puedo ingresar más al campus, porque mi madre ha dejado de pagar y ha dicho que no lo volverá a hacer.
Tengo un plan, lo he estructurado las noches anteriores, cuando no puedo dormir por dejar de pensar. Este plan va a ayudarme a resolver una de las incógnitas que me está matando. En cuanto recibo el mensaje de Mason, que lo he le pedí ya está disponible, me cambio y salgo del college directo a la ubicación que me manda. Salgo anticipadamente porque no tengo dinero para coger un taxi, así que me toca caminar. Como si fuera una película, o una partida en GTA Online, la entrega es en la noche. Mason dice que todo está arreglado y solo tengo que encontrarme con el chico que me entregará el pedido.
Llevo puestos unos jeans, tenis y una sudadera negra con capucha, todo perfectamente planeado por si algo sale mal y tengo que correr. Me recargo en la pared del lugar, es un deposito de carnes frías, me ha citado a las once en punto de la noche y yo he llegado cinco minutos antes. Mason siempre me decía que hay que estar alerta de cualquier cosa, mirar hacia todos lados y que, en estas situaciones no podría confiar en nadie, a menos que él me lo dijera.
Alguien silva dentro del callejón, miro de soslayo y me hace una seña con la cabeza para que me acerque. Trago saliva y camino, demostrando que no tengo miedo y que estoy segura de lo que estoy haciendo.
—¿Vienes de parte de Mason? —pregunta.
El chico es flacucho, ojos marrones y una barba larga.
—Así es, pero antes, dime la frase de seguridad.
Carcajea y al ver que me mantengo firme pone los ojos en blanco.
—Taylor Swift la industria musical.
Sí, yo puse esa frase de seguridad.
—Perfecto.
Me entrega una mochila y la abrazo a mí.
—Ten cuidado, no son muñecas.
—Ya lo sé, estúpido.