Libertad Cautiva

Introducción

Maya avanzaba con pasos ligeros por el pasillo oscuro de su casa, su corazón latía con tal fuerza que incluso creía que serían capaz de escucharlo a través de las puertas, mantuvo la respiración como aprendió tras sus escapadas nocturnas hace un mes, a sus diecinueve años la sensación de estar siempre vigilada ya comenzaba a agobiarla, al menos por unas horas podía ser libre sin tener a nadie encima.

Con cuidado abrió la puerta trasera, deslizándose al jardín con la misma fluidez que había aprendido a hacerlo hace años, cuando encontraba algún animalito en el, pero su abuelo siempre los echaba, decía que era una perdida de tiempo y dinero. Por esa razón siempre estaba atenta consiente de la presencia de su abuelo. El miedo a ser descubierta nunca desaparecía, pero la emoción de escapar realmente le empezaba a gustar.

Cuando ya estaba a salvo, una cuadra más allá de la casa, sintió un movimiento suave en el bolsillo de su abrigo. Maya se detuvo de golpe, sorprendida metió la mano. Ahí acurrucada estaba Gluti, la diminuta ardilla levanto la cabeza y la miro con esos ojos brillantes, como si también disfrutará esos escapes nocturnos.

—¿Qué haces aquí? —susurró Maya, aunque ya conocía la respuesta. Gluti siempre encontraba una manera de acompañarla, aunque ella intentaba dejarla en casa, pero era mejor estar juntos por si su abuelo la encontrará.

Aquel animalito era su mayor secreto desde que tenía los doce años, Gluti era muy pequeña pero con el pasar de los años se dió cuenta que nunca crecería. Pero era lo mejor, si su abuelo lo encontraba lo alejaría de ella, como ya había hecho con otras cosas en el pasado.

Regreso a Gluti al bolsillo cuando las luces de un coche iluminaron la calle, haciéndola sobre saltarse. El miedo a ser descubierta fue reemplazando por alivió cuando vio que era July, su mejor amiga.

—¡Maya! ¡Vamos! —gritó July deteniendo el coche junto al bordillo.

Maya sonrió, empezó a relajarse mientras se acomodaba en el asiento trasero, la presencia de July simplemente la calmaba.

—Creí que no ibas a venir —dijo July mientras comenzaban andar.

—Te dije que hay estaría —respondió ella, echando un vistazo rápido hacia la casa que quedaba atrás, confiando que su abuelo no notaría su ausencia.

Acaricio a Gluti en su bolsillo, mientras cerraba los ojos solo quiso disfrutar la música del coche, pensado en olvidar todo por esa noche.




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