1. Noche de tormenta

Noche de tormenta🤍
 

Podría pasar parte de la noche solo contemplando la lluvia a través de la ventana, como cada gota resbala por el cristal de la misma, mi taza de chocolate caliente ya está por menos de la mitad y es la segunda que bebo en menos de 15 minutos, además de su rico sabor que endulza mi alma mantiene mi cuerpo caliente de la tormenta de esta noche, no hace mucho que regrese a la ciudad de Hannah y la verdad ya extrañaba las noches de fuertes tormentas, con las nubes rellenando cada parte del cielo oscuro, dejando oculta a la luna, sentarme frente a la ventana en el sillón azul océano que tanto le encantaba a papá, con su suéter gris de lana, un poco desgastado por los años, y aún así me ayuda con el frío de la noche, como lo extraño. Es difícil perder a una de las personas más importantes de tu vida y no haber tenido la oportunidad de despedirte o despedirlo, no importa la diferencia, lo que importa es que la vida me lo arrebato y de la peor manera.

Ya cansada, con el cuerpo agotado aun sobre el sillón miro hacia el reloj de pared encima de la chimenea que me brinda un poco de su fuego hogareño y abrazador, ya casi es media noche y por ahora deseo ir a la cama, corro las cortinas blancas de las ventana y subo las escaleras hacia mi habitación dejando antes la taza ya vacía sobre la chimenea, sobre mi cama metida entre mis cobijas ya no veo la lluvia caer, pero la siento, la escucho como descienden sobre el tejado y esos fuertes truenos afuera que se oyen en cada rincón de la ciudad, asustando a pequeñas niñas que solo buscan ser acobijadas por los brazos de sus padres, como sucedía conmigo hace años atrás.

Reposando sobre mi cama con ausencia del sueño miro hacia el techo y observo los pequeños focos de la lampara antigua de metal en forma de araña que ha quedado en esta casa, mi padre para consentir mis gustos por los objetos antiguos la ha dejado aquí para mí, y cada noche la observo, admirando su belleza y pienso como habría sido vivir en el pasado, en esas épocas donde conseguías esposo a través de un baile, sonrío ya que por mi parte no habría conseguido alguno, no me gustan los bailes y tampoco quiero un esposo, esa palabra que con solo mencionarla parece atarte a alguien de por vida acabando con la pasión y el romance.

Esta noche observo bien su luz opaca que a penas y alumbra en toda la habitación, la contemplo y siento como se pierde mi mirada, entonces hablo con él sin pronunciar palabra alguna todo se queda encerrado en mi mente y le pregunto ¿Qué hay más allá de la muerte? y de verdad espero una respuesta, entiendo que el alma debe ser libre y quizás volar o no sé a dónde ira, sin embargo el cuerpo ¿Por qué no podemos conservarlo? digo, guardarlo en una cajita de cristal y que permanezca intacto como nos ha dejado, así no sentiríamos tanto la perdida, y ahora que lo pienso detenidamente eso sería una locura y creo que por mucho sería más doloroso y no nos permitiría sanar, ver un cuerpo sin vida todos los días. A veces me pregunto por qué se vienen tantos pensamientos vagos a mi cabeza, cosas que si me detengo y las pienso bien, no tienen ningún tipo de sentido.

Recuerdo ese atrapa sueños de crochet que posa desde hace años sobre mi puerta, mismo que mis padres me regalaron cuando a penas y cumplía cinco años de edad, ahora tengo 22 años, y el sigue integro con sus colores blancos y lila y esas perlitas que desde que las vi me enamoraron, entrelazadas en sus tejidos. Tantos objetos llenos de recuerdos vacíos, lejanos, demasiado distantes.

Cojo mi diario entre mis manos para escribir unas cuantas líneas que tengo atoradas debajo de ese nudo en mi garganta, siendo esta una manera de soltarme a través de las palabras que voy trazando según mi terapeuta, la Srta. Varela. Desde que llegue a Hannah le prometí a mi madre que buscaría ayuda para controlar mi aflicción y los ataques de ansiedad, mi terapeuta dice que eso se debe a que no pude despedirlo, no pude asistir a su funeral y es eso, justo eso lo que después de un año me sigue pesando y duele soltarlo, pero duele más aun tenerlo sujeto por mis manos.

"Hola Querida, es la primera vez que te tomo con un lápiz de tinta negra en las manos y empiezo a escribir sobre ti, mi madre te trajo a mi hace semanas por recomendaciones de la Srta. Varela, y nunca sabia por dónde comenzar a redactar todo lo que siento y lo que no, hace un año perdí a mi padre de la forma más trágica, más adelante quizás escriba sobre eso, solo déjame encontrar el valor para hacerlo, por ahora solo te compartiré que yo fui su mayor tesoro, siempre lo decía. Sabes una cosa que me duele al recordar, como de pequeña cada noche antes de dormir no me leía un cuento como lo hacen con las demás niñas, él era diferente, contaba cada una de mis pecas hasta que yo quedaba profunda escuchándolo cantar cada número hasta que un día le pedí que ya no era necesario, ya no necesitaba que las contara para dormir, según yo, ya había crecido, y eso sucedió a mis 13 años, luego de estar un año entero buscando la manera de decírselo sin herirlo y él tan perfecto y dulce lo entendió"

Cierro mi diario y lo devuelvo a su lugar, dentro de uno de los cajones de mi mesa de noche, me echo nuevamente a dormir y pienso en que ojala papá estuviera aquí y contara esta noche mis pecas para que me ayudara a dormir.

Suena mi celular e interrumpe mis pensamientos.

Samantha —contesto al instante.

Susan ¿estas bien?

Desde que regrese a la cuidad no sé cuántas noches ha llamado durante las tormentas para hacerme la misma pregunta.

Samantha estoy bien, amiga no tienes que llamar cada noche.

Le reprocho, no debe cuidarme tanto, la quiero y se lo agradezco, pero estoy bien.

Llame porque es tarde y vi la luz de tu lampara encendida.

Había olvidado por completo que la luz aún seguía encendida, mi amiga Sam vive en la calle de al frente, en la casa azul cielo con blanco, desde allí a través de la ventana en su habitación puede ver a la perfección hacia mi casa.