7. Terapia

Terapia🤍
 

Mi psicóloga, la señorita Varela, a quien miro fijamente, me habla, no oigo sus palabras, estoy perdida en mi mente otra vez, en esos pensamientos que me alejan de esta habitación y me llevan hacia él, aquella tarde de ayer, solo estoy observando el movimiento de sus labios rojos, es una mujer muy guapa y transmite tanta seguridad, agradezco a mi madre el hecho de convencerme de venir a terapias, sé que no le fue tan fácil para que yo aceptara tomarlas ¿Cómo es que se vienen tantas cosas a mi cabeza? en un momento estaba pensando en él, mi doctor que aún no es mío, detalle a la terapeuta sin ni siquiera prestarle atención como se le debe, y ahora pienso en mi madre y ahí sin dudar aparece el recuerdo de papá.

—Susan

Si, Susan, así me llamo, nunca antes había pensado en mi nombre, es corto, simple, pero hermoso.

—Susan

—Si —reacciono

—¿Me estas escuchando u otra vez te perdiste de manera abstracta en tus pensamientos?

—Lo siento, sabes que a veces no puedo controlarlo.

—¿en que piensas esta vez?

—Conocí a un chico. bueno, ¿te acuerdas que te hable del doctor joven que estuvo hace un año en mi habitación tomándome la mano mientras yo dormía? —lleno mis pulmones de aire, el mismo aire que dejo salir de un largo suspiro— Ayer fui con él a comer un helado, teníamos un chaperón, su hermanito de casi dos años.

—¿cómo te fué?

—Me sentí diferente, bueno han habido días que por ratos me he sentido diferente y me he dado cuenta que se debe a él.

—¿cómo diferente?

—Bueno anoche llegue a mi casa luego del helado y me fui con una sonrisa boba a la cama y no tuve insomnio, por primera vez luego del accidente de papá no tuve insomnio y de hecho olvide tomar la pastilla que me recomendaste para este tipo de trastorno.

—¿Por qué crees que es por tu amigo?

—Me gusta, de hecho todo él me gusta.

—¿Tienes miedo Susan?

—No, ni un poco, con él no. Se que desde que perdí a papá no había querido sentir nada por miedo a seguir perdiendo, y aparece él y cambia eso en mi.

—¿Sigues escribiendo en tu diario?

—Si, no lo hago muy seguido, es que a veces no sé que decirle, que es lo que debo contarle.

la terapeuta fija su mirada en la libreta donde va escribiendo ¿Qué tanto escribirá ahí? acaso será como un diario de sus casos con cada paciente y si es así que escribirá sobre mi, la veo mover su lápiz negro mientras hace trazos, sus lentes que pienso que están por caerse, pero que en realidad no se mueven, le van muy bien, no se que edad tiene, se le ve muy joven.

—Recuerda solo escribir lo que sientes, no lo dejes de hacer, es parte de tu proceso —me mira al hablar, aunque no deja de mover su lápiz en esa libreta misteriosa.

—Lo sé, lo poco que lo he hecho me ha sentido bien, solo que cuando lo tomo parece que todo se esfuma, es decir todo lo que estaba sintiendo y traía en mente se vuelve blanco y me quedo mirando el lápiz y esa hoja blanca pálida sin escribir.

—Es decir que todavía tienes bloqueos.

—Si, aún los tengo.

—Quiero que te aferres a ti Susan, a nadie mas, quiero que salgas de todo este proceso por ti misma, esta bien que las personas a tu alrededor y mas este chico que mencionas te ayuden y motiven a hacerlo, pero recuerda lograrlo por ti misma.

—Si, entiendo.

— ¿Como sientes tú el amor Susan?

—Es la pregunta que le hare a la gente, y aún no me la había planteado yo.

— ¿no crees que deberías tu también tenerlo claro? 
Ella tiene razón, ando por ahí incomodando a los demás con estas preguntas y yo no sé ahora como responderla.

—Si. Así debería ser, debo estar preparada por si alguien me la voltea. Todo es posible.

—Cierra los ojos Susan, respira profundo, acomódate sobre el sofá, respira nuevamente y deja salir el aire de tus pulmones despacio, y ahora piensa. ¿Cómo sientes el amor?

—En las canciones que escucho a diario —las recuerdo y se me viene una linda sonrisa al rostro, amo esas canciones— las siento y eso es amor, ya que nos hablan solo de romance, de amores grandes, amores prohibidos, del uno para el otro, amores que dañan, todo eso lo siento.

—Y en tu vida real ¿Cómo lo sientes?
¿En mi vida real? Ahora viene él nuevamente a mi cabeza.

—En la mirada. Cuando esa persona te mira y se te incendia el alma, es como si ese fuego que todo llevamos dentro en el pecho se incrementa, como si cobrara más fuerza esa llama, que se hace tan grande que te ahoga, te seca la garganta, tratas de respirar por tu cuenta, y, sin embargo, sientes que no lo haces bien, entonces sabes que estás nerviosa y más al ver que las manos te tiemblan y eso solo con él mirarte, no te ha tocado, no te ha besado y sabes que eso no hace falta para sentir, pero agonizas en la espera de que ese momento ocurra, al final del día al recostarte sobre la cama es lo que más esperas, entonces cierras los ojos y lo imaginas y solo por eso el corazón se te exalta y esa sonrisa ridícula que se dibuja en tu cara ya lo ha expresado todo.

— ¿en quien has estado pensando ahora mismo al responder?

—No quiero decirlo.

—¿Por qué? ¿acaso tienes miedo?

—Si, siento miedo.

—Ya me habías dicho haces unos momentos que no tenías miedo ¿Qué sucede?

—Creo que no me había detenido a pensar lo que puede causar.

—¿Que cosa Susan?

—Enamorarse, eso.

Saliendo de la clínica decido tomar el autobús y pasar un rato por la cafetería "Mas chocolate por favor" la tarde esta helada, fuertes brisas mueven las ramas de los árboles de un lado a otro dejando caer algunas de sus hojas marchitas, cierro bien mi abrigo y decido usar la bufanda que hace rato traigo en mi bolso, no combina con nada de lo que traigo puesto, lo importante es que ayude con el frío, puedo escuchar a mi mamá decir "Y así es"

El autobús me deja por la carrera 15 con decima, me bajo y camino dos cuadras hacia la calle Roma, donde me queda la cafetería, voy acercándome al lugar y ya puedo sentir el rico aroma a cacao que traen de Venezuela, según el señor Pacco.