Libro 2. No te dije adiós, el diario de Susan

8. Tú voz II

Tu voz II🤍
 


Amo que llueva en los días que no debo salir a la calle, esos días en donde despiertas y sabes que puedes seguir durmiendo si así lo deseas o simplemente quedarte en la cama y hoy el clima de Hannah me consiente para que siga aquí entre las cobijas gruesas, amo el frío, aún siendo todo lo floja que puedo para sentirlo, escuchar la lluvia caer y descender por las tejas y el árbol junto a mi patio mover sus ramas, me encanta. Así que he decidido quedarme acostada luego de ir por un vaso de chocolate caliente. Cojo el abrigo viejo de papá que siempre dejo cerca para estos climas y bajo hacia la cocina.

A veces me pregunto que tiene la lluvia que todo lo romantiza, todo lo hace mas sentido, con ella todo duele mas, y aun así amo esos días en que el cielo se oscurece, en donde ya sea la luna o el sol que se retiran para darle paso a unas gotas tan frías que si te alcanzan la piel se congela, pero no los sentimientos, no el corazón.

Mientras espero que el agua caliente un poco para ponerle el chocolate con canela dibujo en el cristal de la ventana de la cocina que da hacia el patio, se ha humedecido y así mismo empañado debido al mismo frio que ha traído la tormenta, escucho pitar y se que el agua ya esta lista.

De regreso con la taza calentando mis manos y el chocolate mi alma, me voy al cuarto de estudios y antes tomo mi bolso con el diario dentro, quiero repasar la entrevista de anoche con Cristina, tiene un alma tan bonita y pura. Abro mi portátil coloco música de fondo y me pongo a ojear.

—¿Pacco y tu llevan muchos años juntos, cierto?

—Si cariño, son 30 años desde que lo conocí.

Woow me sorprende saber que ya ha sido tanto tiempo, 30 años, eso es.muy posible, y lo más hermoso es seguir viéndolos unidos y bromear con cualquier cosa solo para verse reír el uno al otro.

—Y dime como sientes a Pacco, hablo del amor hacia él, se te exalta el corazon cada mañana al verlo o quizas sientes escalofríos cuando te da un beso de la nada. No sé solo lo digo porque creo que la mayoría que en realidad se enamora de verdad siente el amor y de maneras tan diferentes de uno a los otros.

—Cariño mentiría si te digo que luego de 30 años el amor se sigue sintiendo así como tu lo crees ahora, yo amo a Pacco, y no podría estar sin él, bueno, digo, si podría, solo que no quiero ya terminar mis días sin Pacco a mi lado.

—¿Entonces ya no sientes el amor? ¿es cierto que dicen que el amor se acaba para darle paso a la costumbre?

—El amor nunca se acaba cariño, solo se transforma, yo te puedo decir que el amor que hoy en día le tengo a Pacco es mucho mas fuerte y sano que el de hace 20 o 25 años.

—Pero... —pienso muy bien lo que dire— ¿ya no le sientes?

—Cuando conocí a Pacco, aunque no lo creas lo recuerdo muy bien. Vivíamos en Venezuela, yo tenia para ese entonces 23 años y Paco 21, siempre me atrajeron menores a mi, confieso. Ambos estudiábamos Gastronomía, para ese entonces yo me especializaba en repostería y pastelería y él iba a mitad de carrera.

—Tenían algo en común.

—Digamos que si cariño, solo que Pacco siempre amo la Sal y por mi parte yo amaba el dulce. Teníamos un amigo en común que fue quien nos presento, recuerdo que fue una tarde a eso de las 6:15, se nos contrato para la boda de la hermana de nuestro amigo, él me busco por mis postres y a Pacco por su menú, que desde entonces siempre ha sido el mejor, y cada año nos sorprende más. Recuerdo que al llegar y ver el lugar me enamore de inmediato de la cocina, habían un par de señoritas que eran menor a mi, nos ayudarían en la cocina y algunas con llevar la comida a las mesas, yo estaba contemplando perdida los ingredientes y todo lo que tenia para cocinar y ya tenia muchas ideas de postres en mi mente, cuando escucho detrás de mi que viene Raúl nuestro amigo y escuche otra voz diferente acercándose con él, una voz diferente a las que ya había oído desde que había llegado, y no me di la vuelta, seguí anotando mis ideas, pero esa voz que aún no sabia de quien provenía me puso inquieta, me altero, me encontré nerviosa que tuve que soltar el lápiz y cerrar la libreta, porque las ideas que tenia frescas en mi mente se habían desordenado y ya no podía desarrollarlas, me debía calmar.

—Cristina, quiero presentarte a Pacco —se acerca Raúl por detrás de la barra.

—Ahí supe que debía girar y dar la cara a ambos y ver quien fue el causante de alterar mi mente de esa manera con solo pronunciar algunas palabras, y cuando ya lo tuve de frente él sonrió y supe que era la sonrisa mas seductora que había visto, en el año 92 en la Ciudad de Barquisimeto nos conocimos, Pacco vivía en la misma ciudad y yo venia de un pueblo llamado Biscucuy, para ese entonces pocos tenían el privilegio de saber sobre el pueblo que esta en el pie del monte andino. Él me sonríe y me extiende el brazo para sellar con cortesía, yo le devuelvo el saludo y recuerdo estar seria, mientras el seguía sonriendo, en ese momento pensé, prefiero estar seria antes que mostrarme nerviosa, estas cosas a mi no me pasaban, pero al parecer siempre llega alguien quien te desordena por completo. alguien en nuestras vidas tiene ese poder. Nosotros no se los damos, simolemente lo tienen.

Observo cómo a Cristina le brillan sus ojitos con todo lo que ahora me cuenta, no hay duda, aún ama a su Pacco.

—Pase el resto de la tarde y parte de la noche tan nerviosa escuchando su voz de mando hacia las chicas que nos ayudaban y no me podía concentrar, tropecé con todo a mi alrededor, deje caer varias veces los ingredientes y las herramientas que tenia a mi disposición para sacar cientos de postres, el lo noto, se dio cuenta de lo nerviosa y alterada que estaba, solo no conocía el motivo, no sabia que el motivo ante mi comportamiento tan inexperto era a causa de su presencia, entonces se acerco, dejo un rato su puesto de trabajo y se me acerca, me pide que lo mire y me toma las manos.



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En el texto hay: diario, romance, drama

Editado: 16.03.2023

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