Libro 2. No te dije adiós, el diario de Susan

19. Feliz cumpleaños

Feliz cumpleaños🤍
 


—Feliz cumpleaños mi amor, y no olvides pedir tu deseo.

. . .
 


Salí del auto, lo busque por todos lados, no lo veía, no lo encontré, me temía que hubiera quedado debajo del mismo, y en ese mismo pensamiento, sentí como mis costillas estrujaron los latidos de mi corazón, o solo era mi corazón bombeando tan rápido, acelerado, que se golpeaba contra ellas, en cada latido chocaba contra ellas, queriendo salirse de su lugar. Caminé hacía la carretera en busca de alguien que me pueda ayudar, me hice en el medio, mirando de un lado a otro, solo había oscuridad, acompañada de una fuerte brisa que congelaba mi cuerpo, que me prevenía que traería la lluvia con ella, no me importo. No tenía idea de la hora en este momento, no había nada que me la pueda proporcionar, no veía nada a los lejos, solo la luz de la luna que me brinda un poco de iluminación, misma que al pasar de los minutos fue quedando oculta por un cielo nublado.

— ¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda! —caminaba desesperada de un lado a otro, sabía que nadie me escucharía, no se veía nada más.

Grite un par de veces desesperada corriendo de un lado a otro, ví sangre en mi ropa, más no sabía de dónde provenía, no sentía el ardor de alguna herida, no sentía dolor, mi cerebro con tanta angustia logro bloquear todo

— ¡ayuda! —Volví a gritar. Nada. Aunque ya lo sabía.

Fue tanto mi desespero que comencé a sentirme ahogada, aunque el viento corría en ambas direcciones mis pulmones no lo podía inhalar, comencé a sentirme mareada, con náuseas. Asustada.

Había mucha oscuridad y no tenía nada con que pudiera alumbrar.
Caminé unos cuantos pasos con dirección hacia el auto que yacía a metros de la carretera y lo detalle de lejos, algo borroso, lo ví estallar, encenderse en fuego, entonces caí desmayada.

Horas antes.

—Feliz cumpleaños mi amor, y no olvides pedir tu deseo.

— Tú eres mi deseo.

—Entonces pide otro, este ya se cumplió.

Aprete fuerte su mano en el momento cuando se inclinó a apagar las velas, lo vi detenerse, pensar, mirarme, sonreír, cerrar los ojos y soplar. Tengo curiosidad de saber cuál ha sido su deseo, pero mis abuelos me enseñaron desde pequeña que los deseos que haces un tu cumpleaños al apagar las velas, nunca lo debes compartir, no se haría realidad, así que este deseo si quiero que se le hará real, sé que es por ambos, sé que es por nuestro amor, y por qué la vida nos mantenga unidos, amándonos cada día más.

Los padres de Gary no pudieron venir a la celebracion, al parecer Mathias ha amanecido con un malestar fuerte de estomago, asi que decidieron quedarse en casa y cuidar del pequeño, un viaje de algunas horas no le haria bien, y seria muy incomodo para èl, ya que es un niño y tan activo, debera estar acostado, sin olvidar que lloraria mucho con pequeños berrinchitos al mirar el pastel y no entender en su pequeña cabecita inocente porqué no lo puede comer, ese niño ama el dulce.

Entre brindis, copas, y risas, mi pequeña familia y algunas amistades, juntos celebramos el cumpleaños número 24 de mi amor.

Me dirijo a la cocina por otro trozo de pastel, a la abuela le ha quedado muy rico, chocolate y cubierta de almendras, muero.

Al regresar al jardin donde celebramos, veo a Gary alejarse tras recibir una llamada, le veo algo angustiado, pasa su mano varias por su cabello, como si lo estuviera peinando, eso son sintomas de nervios, lo conozco.

Me acerco a èl, sin dejar de comer mi pastel, a mi en cambio los nervios me dan mas por comer.

— ¿Que sucede? —pregunto con la boca llena de espuma de vainilla.

—Es mi madre —me responde apenas.

— ¿Ha pasado algo? —limpio mi boca, y suelto el pastel.

—Es Mathias, lo van a llevar a urgencias, ha estado vomitando mucho y con dolor otra vez en su parte abdominal.

—Vamos con ellos.

—Mi vida, pero...

—No pasa nada, ya hablo con mi abuelo y el les explica la situacion a todos.

—Gracias preciosa —me da un beso en la mejilla y se aleja para indicarle a la mamá lo que debe hacer e informale que vamos hacia alla.

Yo doy media vuelta y me llevo a mi abuelo hacia la cocina para explicarle la situación. A los pocos segundos entra mi madrina.

— ¿Sucede algo? noto a Gary preocupado, cariño.

—Es Mathias, madrina. lo llevan a urgencias.

—Dios ¿necesitan que los ayude en algo?

—Por ahora solo vamos a regresar, ya luego los informo.

—Ve cariño, yo ayudo aquí a recoger todo y espero a que todos se vayan y te llamo para saber cómo van y si necesitas algo, creo que luego de 30 minutos después de ustedes ya iré a la ciudad.

—Gracias madrina.

Aprovecho que entra Gary a la cocina junto con mi madre y mi abuela y nos despedimos para marchar, dejando a mi abuelo explicarles tofo lo que está sucediendo.

—Pecas, coloca mi celular en altavoz y llama a mi madre, por favor.

Hago lo que me pide, y mientras timbra el celular noto desde mi asiento sin decir alguna palabra lo preocupado que él esta, no lo habia visto antes asi, espero que el pequeño no tenga nada grave, si no, mi amor se volvera loco, igual que toda la familia.

—Mamá —entra la llamada.

—Hijo —responde de inmediato la sra. Leonor.

—Ya vamos en camino hacia el hospital ¿como esta Mathias?

—Tranquilo hijo, ya lo estan atendiendo.

—¿Que te dice el doctor Rodolfo?

—Es una posible bacteria, ya le estan haciendo examenes.

—¿Posible bacteria? todo lo que mathias come se supervisa, como es que pueda pasar algo asi.

El tono de voz de mi Gary es molesto, grave.

—Hijo, tu eres doctor, sabes que la pudo extraer de sus juguetes o algo que haya tocado y llevado sus manos luego a su boca, es un niño, no sabe.

—¿Papá?

Lo miro y le hago mala cara, eso no me gustó, ser grosero de esa manera, no, jamás. Entiendo todo lo preocupado que está por el pequeño, pero tú mamá debe estar igual, o incluso peor.



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En el texto hay: diario, romance, drama

Editado: 16.03.2023

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