Recuérdame 🤍
—No sé quién eres.
Fue lo primero que salió de sus labios al verme, escuché como se partió como cajita de cristal cuando cae al suele y rompe en mil pedazos, escuché mi corazón.
—No entiendo.
Y de verdad no lo entendía, cómo es que no me recuerda.
—Es que no sé quién eres, perdona.
—Gary, no juegues así conmigo, sabes que no lo toleraría— comencé a llorar, ya sabía que no me recordaba, pero verlo ahí aún acostado en esa camilla, escucharlo, mirándome fijo a los ojos, duele.
El Doctor entra en la habitación y escucho que empieza a hablarme, preguntas como ¿Qué haces fuera de tu habitación? ¿Cómo te sientes? Y otras palabras como, no debes estar aquí, regresemos, ambos necesitan descansar. Susan... Susan... Susan... Escucho, no proceso nada. Empiezo a notar otras voces, empiezo a oír el sonido de la alarma de la sirena de las ambulancias o los bomberos, no proceso, entonces no logro identificar. La habitación se pone oscura de pronto, es como si alguien hubiera borrado el Sol tan pronto y nos quedamos a oscuras, estoy mareada. ¿Susan, que sucede? Enfermera necesito ayuda, ayúdeme a llevarla a su habitación... Es todo lo que oigo, cuando mis ojos se apagan y mi cuerpo pierde estabilidad.
—¿Ella está bien? —fue lo último que oí, y es la voz de Gary.
Siento suaves caricias que van desde la frente hacia mi cabello, me duele la cabeza y aun siento que todo me da vuelvas, creo que voy a vomitar.
—Gary ¿eres tú? — balbuceo.
—Es mamá, cariño.
—Mamá ¿dónde está Gary?
—Él está bien mi niña, solo debe descansar al igual que tú.
—Pero, no me recuerda mamá —me ahogo en llanto.
—Mi niña, calma, sabes que si te desesperas te van a dormir, y luego no podrás ir a la habitación de Gary y hablar pacientemente con él. Debes estar tranquila, Gary está bien, esta con vida, quizas golpeó su cabeza y eso lo tiene confundido.
—tengo miedo, como cuando perdimos a papá.
—Mi niña, ahora es diferente. ¿Tu lo viste? Era tu Gary, solo que está confundido.
—Si era él, solo que sus ojitos ya no brillaban al mirarme.
—Gary esta fuera de peligro y tú también lo estás, solo estas asustada y él también debe sentir lo mismo, ten paciencia, más tarde creo que te puedan dejar verlo, pero no debes andar sola por los pasillos y menos entrar en su habitación de la nada, él esta confundido, pero ya todo en su cabecita se ordenara.
—Y —de solo imaginarlo me rompo— ¿si no me recuerda?
—Tú lo ayudaras a recordar.
—Lo siento mucho mamà, siento mucho preocupoarte de esta manera.
—Nadie tiene la culpa, mi niña. Agradezco de que nuevamente estes bien, eres lo más bonito e importante que tengo, eres mi pequeña niña.
—Te amo, mamà.
—Te amo a ti mi niña pecosa.
Mire hacia la ventana y el cielo esta despejado, no sé qué hora es, pero quiero que llegue la noche lo antes posible, mantenerme tranquila y poder regresar a la habitación de Gary, el corazoncito tiene miedo, casi ni se siente latir, tiene miedo de que no nos recuerden, y si es así, ¿cómo lo haría? ¿cómo lo ayudaría a recordar? no quiero perderlo, es lo único que debo tener en mente, y eso me ayudara a estar con él, a tener paciencia a todo este proceso, recordando también que si es lo que él desea.
Mi mamá entra a la habitación con un sándwich de pavo, su mirada lo dice todo, me vigilara hasta que termine de comerlo, y aunque mi apetito está ausente, quiero darle ese gusto, quiero que este tranquila, ella no debería estar pasando nuevamente por esto, también me duele lastimarla. Solo no quiero ser egoísta.
Agarro el sándwich y el jugo de naranja y termino devorándolo rápido, si tenía hambre. No comía nada desde la fiesta.
Miro a la ventana, miro el reloj, luego a mi mamà.
Miro la ventana, miro el reloj, luego a mi mamá.
Miro la ventana, miro el reloj, luego a mi mamá.
Alguien toca la puerta "Toc - Toc" Es una mujer, su manera de tocar me lo dice, no sè quien pueda ser, solo sè que no es Gary.
—Buenas tardes ¿Se puede?
—Dakota —creo que me sorprende verla a ella aquí más de lo que me sorprendería ver que fuera Gary el que entrara por esa puerta.
—Pasa cariño —se le acerca mi madre.
—Cierto, pasa, por favor.
—Estoy visitando a un amigo y supe lo de tu accidente.
A Dakota ya la he visto un par de veces, dentro y fuera de la clínica de terapia, creo que del grupo es la más fuerte. Al principio se nos tenía prohibido mantener una amistad con el resto de las chicas fuera de terapia, incluso dentro de ella, por políticas, reglas, todo ese protocolo. Aunque es dificil, cada una conoce parte del proceso de la otra, porque tambien va a ese lugar, tambien sabemos del diario, sabemos cosas y se es dificil no agarrar cariño por las demas chicas que tambien luchan por sanar y cambiar algo en ellas, aunque a la mayoria no nos den la opción de cambiar, si no de aceptarnos. Dakota es la más cerrada, es la que más le ha costado abrirse, y aunque no diga nada más esta tarde, se que ese amigo por el que ha venido es Markus.
—Me encanta verte, aunque sea en la circunstancia de ambas.
—No pasa nada, él está bien, y tú también lo estas, no.
—Si, estoy bien.
—Ya debo irme, pasaba a la cafetería por algo de chocolate caliente.
Sonrío, es una casualidad que todas seamos adictas a este chocolate, aunque más al de Pacco.
—Gracias por pasar, Dakota.
—Me alegra que estes bien, Susan y que Gary también lo esté.
Ella sale de la habitación y yo vuelvo a fijar mi mirada en el reloj, una lágrima vuelve y escapa.
—Él está bien, pero no me recuerda —susurro.
Es increíble que siendo unas desconocidas en realidad sepamos tanto de la vida la una de las otras. Creo que en buen plan la Srta. Varela nos ha unido. Y aunque nunca quedemos en vernos fueras de aquella sala de terapia, siempre existen estas casualidades de vernos, de encontrarnos, y a veces es cuando estamos más quebradas.