Solo soy yo 🤍
Han pasado dos semanas, esa punzada en mi alma no se va, no me deja, cada vez se apega más a mí, se siente que crece, el dolor no me deja. No he podido dormir más de noche, no he vuelto a la guardería, y menos a las terapias, no sirven para nada, no me funcionan, son una pérdida de tiempo, solo juegan conmigo al obligarme a recordar, cuando ahora soy yo la que busca perder la memoria, desde aquella noche mi madrina se ha mudado para acá, ha hablado con mi mamá para poder quedarse en su habitación, aunque ya le había dicho que eso no hacía falta.
Recuerdo aquel sueño que tuve, aquella pesadilla, dónde la muerte me perseguía y mi terapeuta me dijo que solo eran mis miedos que me atormentan, que toman la figura de un hombre grande, y me persigue por la casa, hasta volver a iniciar. Un sueño. Sabía que no era solo eso, sabía que algo podía pasar, y ocurrió todo esto, eran mis sueños advirtiendome de algo, no debía uir, solo debí escuchar, o permitir que me alcanzará.
Ahora lo veo de esta manera, esa sombra negra, grande, masculina, es la memoria de Gary, porque así está su cabeza, con una sombra que no le permite recordar.
—Cariño.
—Madrina
—Hice algo a tus espaldas, solo quiero ayudarte un poco.
— ¿Hablaste con Gary?
Ha sido lo primero que viene a mi mente, es lo único que viene a mi mente. Gary, Gary, Gary. Ya no más.
—No —se acerca a la cama y ocupa un pequeño espacio junto a mi— he hablado con su madre.
—¿la has citado?
—No, de hecho, ella me cito a mí.
— ¿De que hablaron? —me siento sobre la cama.
—Ella quiere que lo intentes una vez más cariño, quiere que Gary vuelva, y dice que solo tú puedes traerlo de vuelta.
— ¿aunque me rompa en mil pedazos?
—Solo si tú quieres.
—¿Solo si yo quiero?
—Si cariño.
—¿Por qué? Porqué ponerme en esta situación otra vez, por qué ir tras de él cuando a demostrado que no siquiera le intereso, no se preocupa.
—Cariño calma, no me gusta verte así. Lo lamento, no debí mencionarlo.
—¿Por qué su madre te pide eso?
—Lo extraña, igual que tú. Pero, a ella tampoco la escucha.
—¿A quien si escucha?
—A su padre.
"Vamos cariño inténtalo una vez más, hagámoslo"
—Intentarlo una vez más.
"Ya no hay nada que perder, pero si podemos ganar"
Debo poder hacerlo, debo poder hacerlo, si no quiero perderlo, no quiero perder el amor de Gary, de hacerlo, de rendirme ahora, quien vendrá con flores a mi casa, quien me alegrara las mañanas con solo una nota de voz al darme los buenos días, no puedo perder al único hombre que ha demostrado amar más allá de todos mis miedos, de mis traumas, y mi desorden emocional. Si lo dejo de intentar sé que llegara un puto día donde me arrepienta por haber sido tan cobarde.
Solo no quiero perder al amor de mi vida sin antes haber luchado lo suficiente por él, no importa si en el camino me pierdo, ya estuve perdida cuando lo vi por primera vez, y fueron sus ojos los que me consolaron aquella tarde.
No perderé al amor de mi vida, porque nunca me lo perdonaría y sé que si él recordara tampoco lo haría. Todo se escucha muy bien en mi cabeza y puedo hacerme la fuerte, pero ¿en realidad lo soy?
"No es el amor de tu vida, cariño"
No. ¿No lo es? Entonces.
"Es tu alma gemela, lo sabes"
—Va a doler mucho si lo veo otra vez con alguien más.
—Cariño, si quieres alejarte ya, hazlo. Primero tú, segundo tú, y por último tu.
—Aunque ya duele, no creo que exista algo más allá de este dolor.
—Esta noche estará en casa, no ira a ningún lugar, usa esa llave que tienes.
—La llave, no lo recordaba, me la dió y me dijo si algún día la llegas a necesitar, hazlo.
—¿Lo harás?
—Si, lo haré.
. . .
Detuve el auto una calle antes para no llamar la atención, aunque parar así ya es sospechoso, siempre tuve una llave de esta enorme casa, antes del accidente, mi Gary me había entregado una copia.
Camine la calle que faltaba para llegar hasta su casa, entre por el patio de atrás, es más oscuro, así que nadie podrá verme, por si alguien sigue despierto a las 2am un día jueves.
¿Hay cámaras? ¡En serio! Me paralizó, no sé que hacer, si revisan las cámaras, me veré muy mal, como una ladrona a media noche. Dios...
Entro por el cuarto del lavado con una de las llaves más grande, tuve que adivinar cuál era, y eso me ha puesto nerviosa, causar algo de ruido. Alumbre con mi celular, la luz suficiente para que no llegue a tropezar con nada, ya que no conozco la casa en su totalidad, y la luz suficiente para que nadie la pueda notar desde otro lugar de la casa.
Del cuarto del lavado paso hacia la cocina, me dirijo por un pasillo largo hacia las escaleras, al subir hasta el último escalón miro a ambos lados para percatarme de que no haya nadie más, aunque sé muy bien que todos duermen, mis nervios me tienen escuchando y viendo sombras por todas partes. Me la juega.
Me quito las botas ya que la madera gruñe un poco por mis pasos, se escucha fuerte por el silencio que nos embarga, las dejo a un lado de la puerta del baño principal y camino en puntas, lo más suave que puedo hacia el final del pasillo en dónde está la habitación de mi Doctor.
La puerta está semiabierta. Hasta eso ha cambiado, odia dormir con la puerta abierta, decía que cualquier cosa puede entrar y robarle el sueño, como ahora lo haré yo, y me siento mal por eso. Pero no tengo otra alternativa, su padre no me deja acercar, no logro entender el porqué. No le haré daño, solo quiero que me recuerde a mí también, cómo podría hacerle daño con eso. ¿O si podría?
"No, claro que no, ahora sigue caminando"
La luz de la luna me brinda un poco de claridad y estoy totalmente agradecida por ello, y por el hecho de que la cortina este un poco abierta en la pequeña ventana del fondo, la luz que me brinda la luna va directo hacia su cama, esto no podría ser más perfecto.