Libro 2. No te dije adiós, el diario de Susan

30. Duele


Duele 🤍
 


Hoy despierto y lo primero que siento es aquel dolor en forma de punzada que llega a mi, como un cohete, no se siente cuando entra de la velocidad que trae, pero se siente cuando estalla, dañando todo a su paso, el mundo se me viene encima y no esta él para que me ayude a sostenerlo, sabemos muy bien que todo aquello que tiene un principio ha de tener un final, la mayoría de las personas sabemos que nada es para siempre, pero cuando amas a alguien te aferras a ese amor y nunca quieres verlo escapar, y si lo hace, sabes que aún ahí va a estar, aunque tú te escapaste de la peor manera.

Te fuiste lejos de mí, dejando este amor en el vacío, dejándome este amor a mí, carga tan grande que no podre llevar, quiero soltarlo, sin embargo donde quiera que vaya me acompaña, quiero correr, quiero gritar, quiero escapar, sin embargo qué sentido tendría si ahí va a estar, y ya no se sentirá más fuerte como antes, porque ahora el dolor lo opaca, el dolor se hace más grande que ni el amor me ayudara a salir adelante, miro mis manos y están temblando, camino del pasillo al cuarto y de este al baño, bajo y subo escaleras y lo único que me provoca es abrir esa puerta y salir corriendo, pero a donde iría, a donde me llevarían mis pies, agarro la almohada que arrastro de un lado a otro, la llevo a mi cara al caer de rodillas al piso, la aferro contra mi y grito, grito todo lo que puedo sin que nadie me escuche, no quiero de hecho que nadie me escuche, nada me calma, solo quiero dormir, no quiero despertar más, la luz del sol me duele cuando entra por esa ventana y la luz de la luna me atormenta al saber que ya se fue otro día en el que ya tú no estas, y mañana será otro día igual y luego vendrán otros, dónde ya no volveré a sonreír.

Como ha de doler el solo hecho de saber que no te volveré a ver nunca, no me despedí, por que nunca estoy para despedirme, por qué la vida se empeña en hacerme esto a mi, y mientras yo jugaba a enamorarte de nuevo, mientras jugaba a enamorar a Gregory, tu yacías a metros bajo tierra, déjame ir contigo Gary, mi amor por favor, debiste dejarme ir contigo, la vida sin ti no tiene sentido, y aún asi yo te amaría otra vez, y en mil vidas más. y lo peor es que por más que duele, no quiero dejar de amarte, es lo único que me queda de ti.

—Susan, ¿cariño que haces ahí?

—Queriendo morir.

—Mi niña, déjame ayudarte, por favor mi niña.

—¡No! ¡no! nadie puede ayudarme. Tu deberías entenderme, me estoy muriendo en vida madrina, me estoy muriendo sin él.

—Cariño, no digas eso, tú eres una niña fuerte y debes salir adelante, por tu mamá, por mi.

— ¿por que no morí yo también esa noche con él? ¿por que la vida me quita a los hombres que más amo? dime madrina, nací para sufrir, cualquiera que me ame termina muy mal.

—Cariño no digas eso, me duele verte asi.

—Solo ayúdame a dormir madrina, solo quiero dormir, no quiero sentir, no quiero este dolor, no lo acepto, ayúdame por favor. Me voy a volver loca, duele mucho.

Mi madrina entiende mi dolor, sabe por lo que estoy pasando y lo que estoy sintiendo, y sabe mejor que yo que no puede ayudarme, no ahora, sabia que solo era yo la que podía salir de esto sola, se sienta en el piso y me arropa entre sus brazos, buscando la manera de consolarme, cuando ambas sabíamos que no había consuelo alguno, no lo había para la muerte.

—Duele amarlo tanto madrina, saber que me he quedado sola con este amor, duele extrañarlo, saber que jamás lo volveré a ver, que se me han ido sus besos, se me ha ido su aroma, su sonrisa, sus ojos pequeños, se me ha ido el amor de mi vida madrina, duele madrina, duele, ayúdame —la miro a los ojos con las lágrimas recorriendo mi cara para saltar al vacío, la miro y me reflejo en su mirada.

—No sé como ayudarte cariño, lo siento mucho, siento mucho tu dolor. Ven cariño, vamos hacia tu habitación.

— ¿me darás algo para dormir?

—Si cariño, ahora ven, levantémonos de aquí, el piso esta helado, no quiero que enfermes.

Mi madrina se levanta del piso y me ayuda a levantarme, mi cuerpo esta débil, sin fuerzas, la verdad no tiene ganas de seguir, caminamos hacia mi habitación y me recuesta sobre la cama, mete mis pies debajo de las cobijas y me cubre hasta el pecho, me da un beso en la frente y otro en la nariz y justo ahí siento sus lágrimas caer, no me había fijado que estaba llorando, mis ojos están tan empañados que veo todo borroso, toma unas pastillas de su bolso y me trae un vaso con agua, sé que son las mismas pastillas para dormir que tomaba cuando papá murió, por ahora es lo único que me puede ayudar, luego de tomarla, se acuesta a mi lado y empieza a acariciar mi cabello, sabe que eso hará que me duerma aún más rápido, al pasar unos minutos empiezo a sentir mis ojos pesados y no lucho contra ellos, pido en mi subconsciente no volver a despertar, al menos quedarme dormida hasta que el dolor haya desaparecido, mis ojos se van cerrando poco a poco, y ahí esta él, mi Gary sujetando mi mano una vez más, mientras mi mente dopada se cierra ante la realidad, ahí esta mi Gary mirándome fijamente con su sonrisa tan amplia y tierna, con esos ojos miel.

No, no quiero despertar, necesito estar dormida, necesito otra pastilla, duele, duele.

Me levanto de la cama y busco entre el bolso de mi madrina que ha dejado sobre los cajones cerca al baño, no hay nada, no hay más pastillas, me voy a su cuarto, la escucho en la cocina, y el olor a comida me revuelve el estómago, no he comido nada en muchas horas.

Entro a su habitación la puerta permanecía cerrada, ya estando dentro me voy al cajón en el baño, miro pastillas para cualquier tipo de dolor, pero no son lo que busco, solo quiero volver a dormir, solo quiero dejar de sentir.

No consigo nada, eso me desespera y empiezo a tirar los cajones, las gavetas, pastillas y todo lo que me estorbe al piso, empiezo a gritar del desespero, escucho a mi madrina acercarse, la siento como me toma fuerte, cómo me cubre con sus brazos, busca tranquilizarme, pero yo no quiero esto.



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En el texto hay: diario, romance, drama

Editado: 16.03.2023

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