Liebre Selenita

Capítulo 10

Gipsy

 

Había vivido por muchos años sumida en el temor, en el más absoluto y profundo miedo de lastimar a alguien por lo que era. Nuestra situación actual era mala para tener que vivir con cualidades especiales.

 

El gobierno más que nunca estaba empeñado en hacer de su gente la más fuerte y poderosa, esa doctrina que habían iniciado antes de que cualquiera se diera cuenta, tener a los mejores, ser la mejor raza, por nada del mundo podía permitir que mi poder cayera en sus manos y sin embargo no me pudo importar menos cuando los labios de Ezra tocaron los míos.

 

Había soportado el contacto con Shawn por mera necesidad, no era algo que disfrutara, no eran los labios de Ezra.

 

Sentí el poder correr de su cuerpo e impactarse en el mio. En mi mente se abrió una compuerta, un instructivo. Me estaba hablando no con palabras, me estaba mostrando el alcance de mi poder a través de sentimientos.

 

Era a lo que se refería Ezra, su poder aumentaba el mío pero tenía que entregarle algo antes, tenía que ser digna de recibir su fuerza. Digna de confiar en mí.

 

-No lo soy Ezra.

 

Me separé de él. La bondad en sus sentimientos estaba quebrando el frío que había creado para proteger mi corazón, para mantenerlo bajo control.

 

-No soy digna de tu confianza- seguí.

 

Él me tomó del rostro, observó mis ojos, aunque sabía que era un desastre por estar llorando me hizo sentir la mujer más bella del mundo.

 

-Siempre lo has sido- dijo acariciando mi mejilla contra la suya.- Ahora por fin entiendo que si decidieron irse, si decidiste que debías alejarte no era porque no confiaras en mí, o en nosotros. Nos estabas protegiendo aunque de haberte quedado hubiera sido mejor. 

 

-Ezra…

 

-Ya lo entendí Kamy, no necesitas explicar más, pero también quiero que entiendas que no necesitas hacer esto tu sola.

 

El mantra con el que había vivido por muchos años era muy fuerte. Era la única cadena que me había mantenido al mundo de los vivos. Hacía todo por ellos, eran mi familia, eran todo por lo que valía la pena morir y vivir. Eran todo mi mundo y no podía perderlos. Era esta la razón por la que había actuado de esa manera y lo que me pedía Ezra… Era un salto al vacío, era dejar ir todas mis aprehensiones, todos mis miedos.

 

Mi instinto de supervivencia me decía que no lo permitiera quitarme las ataduras, pero mi corazón me rogó que confiara en él.

 

Desde el primer instante en que nos conocimos me había dado todo. Había sido el que me diera el consuelo que por mi misma no encontraba.

 

Me acerqué lentamente a él, no estaba buscando un confirmación de lo que ya sabía. Quería que por mí misma llegara  a la conclusión que él había intentado mostrarme antes de separarnos.

 

Lo besé con mayor pasión de la que en algún momento había compartido con Shawn. Diez años de represión, diez años de miedo, de incertidumbre. Diez años de pensar en todos menos en mí, por un momento quería olvidarme del mundo, quería olvidar que era algo especial. Quería fingir que todo estaba bien, que éramos dos adultos normales.

 

En ese beso dejé ir la indecisión, deje salir el sentimiento más puro que aún conservaba. Me entregué a él. Me entregue a los sentimientos que el tiempo no pudo cambiar.

 

Escuchamos a alguien aclararse la garganta. Cuando volteamos a la puerta estaba Milo con una enorme sonrisa sobre su rostro, recargado en el canto de la puerta con los brazos y piernas cruzados.

 

-¿Cuánto tiempo llevas ahí, exactamente?- preguntó Ezra con una sombra de sonrisa sobre sus labios.

 

-Lo suficiente. No puedo mentir y decir que no me llamó la atención la luz que encendió todo la habitación. Que sorpresa me encontré al darme cuenta que eran ustedes haciéndolo en el piso.

 

Ezra se sacudió entre risas, tenía ganas de salir corriendo para esconder mi cara de vergüenza pero al pensarlo me llegó la imagen del pasado y me tensé.

 

-No lo hagas Luna- me dijo Ezra tomándome de la mano- No te cierres de nuevo. Aquí no está Mason, no te puede herir. No huyas de nuevo.

 

La ternura con la que quitó mi cabello de mi rostro fue todo el contacto que necesité para despegarme del pasado que me amenazaba con engullir.




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