Liga De Guerreros

Capitulo IX (parte I)

Capitulo IX (parte I)

Audrey

Neo había calculado un tiempo aproximado y algo decente para llegar al pueblo, pero ya se habían pasado más de la cuenta, de vez en cuando él y Ellia se asomaban por los árboles para ver que tanto faltaba, pero ahora había desaparecido por completo.

-Maldición, no entiendo, ¿Qué es esto?, ¿hemos estando corriendo como completos idiotas…?

-Es una ilusión, Neo – dijo Ewan – alguien nos ha estado retrasando.

- ¿Y hasta ahora decidiste hablarlo?

-… Perdón, pero se supone que tú sabes más de esto.

 -Neo, cálmate – dijo Geraldine -.

-No es momento de pelear – dijo Ellia –. Ewan, ¿puedes hacer algo?

-Espera, si quieres al culpable, ahí está Hector, todo esto es por él y su estúpida maldición -.

-Basta. Estamos en un equipo y hay que afrontar los problemas juntos. Los guerreros por separado son más débiles – dijo Ewan -.

-Deberías irte ya, vamos, nos estás arruinando la misión – dijo Neo -.

-¿Por qué tanto escándalo por mi maldita misión?, eres un idiota, ¿cómo es posible que hayan puesto de líder a alguien tan poco moral y ético.

-Sólo con saber que eres un problema me basta -.

Audrey y los demás se alejaron de ellos.

-No estamos para perder el tiempo y estos dos idiotas están peleando- dijo Geraldine -.

-Yo no estoy para cuidar niños tontos como Hector, nosotras buscaremos que hacer – dijo Ellia-.

Audrey no podía más, estaba cargando con todos ella sola, los chicos peleándose, las chicas discutiendo, el tiempo se acabó, fracasaron, han muerto.

De Hector, empezó a salir una especie de aura morada y roja, la mitad de su cara se estiró, era más profunda y tenebrosa, se estaba corrompiendo.

Audrey se tiró al suelo, cerró los ojos, no podía, ella de verdad… no había podido hacer nada…

Santa del amor, deidad, ayúdanos, por favor, Melissa

Para Audrey todo empezó a tomar sentido, todo empezó a tranquilizarse…

Todo está bien. La chica abrió los ojos y Hector corrió hacia ella, pasando de largo, perdiéndose en el bosque…

Todos los demás cayeron al suelo.

-¿Qué pasó? – dijo Ellia – Hector…

-Funcionó, gracias…

-¿Hector?, ¿Dónde está?-.

-Se fue al oeste, estaba corrompido, Ellia… – dijo Audrey -.

-¿Qué…?

-Vamos – dijo Neo – no tenemos tiempo, ya. El chico salió y avanzó al pueblo.

-¡Neo! – Gritó Geraldine – vamos, Ellia, necesitamos llegar -.

-Pero Hector…

-Por favor Ellia, él estará bien, te ayudaremos a encontrarlo, no hay problema – dijo Ewan -.

Geraldine se marchó junto con el chico.

-Te prometo ayudar a Hector, tranquila Ellia – le dijo Audrey -.

Sólo al llegar pudieron ver el terrible caos que se hallaba en el pueblo, gigantes destrozando todo, personas mal heridas, otras desgraciadamente muertas… hogares destrozados y familias refugiadas por el miedo, llorando, rotas por las muertes de sus familiares.

Un gigante de unos dos metros estaba acorralando a una familia, Neo ya estaba ocupado así que fue ella. Corrió y golpeó en el pecho al gigante, tumbándolo para después pararse en él y agarrar su cabeza estrellándola al suelo, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces… la sangre se desramaba entre la parietal y la occipital del gigante.

Todos los demás se habían dividido para ayudar a las personas.

Mientras, otros dos gigantes se dirigieron hacia Audrey.

-¿Qué pasa?... ¿aún quieren más? -.

El primero atacó con derecha. Audrey lo esquivó, corrió y lo agarró con sus dos manos, una en el pecho y otra en el brazo, giró y lo levantó para tirarlo a unos árboles. Para el segundo sacó unas cadenas de hierro y las amarró a las manos del gigante, tiró de ellas hacia un lado, y empezó a dar vueltas con el gigante, saltó y cayó con gran fuerza tirando de las cadenas, destrozando al gigante contra el suelo. El gigante se había quebrado cada hueso de su cabeza. El gigante salpicó mucha sangre hasta manchar a Audrey.

La chica miró al cielo y empezó a recitar:

-Bendita seas mi deidad, bendita eres, por favor, acepta estos sacrificios de tu fiel guerrera – gritó Audrey -.

En eso el primer gigante se había despertado, pero antes de que pudiera levantarse se dirigió a él, agarró su boca, puso sus rodillas en los hombros del gigante y empezó a abrirla poco a poco hasta destrozarla, su mandíbula se quebró y la piel de su boca se arrancó. El gigante gritó de dolor, Audrey puso su pie en el cráneo del gigante, aplastándolo hasta romperlo.

-Para ti, mi santa patrona. – Dijo la chica – Es imposible describir tal satisfacción -.

-Vamos, todavía no ha acabado esto.

Detrás de ella, Ewan la inmovilizó agarrándola de sus brazos y arrodillándola.

-Hey, oye, ¿qué haces?

-Estás perdiendo el control Audrey.

-Mira, hay más gigantes, ¿qué haces atacando a tu propio equipo?, suéltame -.

-Tranquila, sólo relájate, necesitas estar bien.

-Estoy bien, Ewan, no entiendo.

Un gigante ya algo lastimado se acercó a ellos, pero Geraldine se hizo cargo quemándolo hasta quedar reducido a cenizas.

-Cielos… tan sólo pido que por un minuto nadie enloquezca – dijo la pelirroja – Ewan, sigue sosteniéndola, yo me ocuparé con los demás -.

-Claro. Audrey, quédate quie-ta.

Audrey se resistía, Ewan seguía tratando de calmarla mientras que los demás acababan con los gigantes, y ahora sin Hector.

-Vamos Audrey, ¿vas a dejar que te tengan aquí?, muévete Audrey- le dijo una voz-, ellos no saben lo que es ser un buen guerrero, demuéstrame que eres digna de ser mi guerrera, que no hay comparación alguna, dile a ese idiota que se mueva-.

-No, no, este no es un buen momento, y tú no eres mi patrona.



#21641 en Otros
#3285 en Acción
#9240 en Thriller
#5337 en Misterio

En el texto hay: deidades, pecados

Editado: 30.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.