Ligans

Prologo

     La noche está más oscura de lo normal, pareciera que el universo ha conspirado para que acepte de manera inminente lo que va a suceder a continuación. No esperaba menos.

     Ya falta poco para terminar la carta, me imagino su cara cuando la lea, si es que acepta leerla claro. Hay muchos escenarios posibles de lo que podría pasar, pero no quiero pensar tanto en eso.

     Como quisiera no haber estado ahí, desearía no haberme subido a ese barco. Si tan solo hubiera buscado otra forma de ganar dinero no estaría en esta situación, aquí y ahora, casi veinte años después.

     “Termino esta epístola, repitiendo cuanto te amo y cuanto me hubiera gustado vivir a tu lado. Saber que te gusta, que cosas odiás, si te gusta la música, las revistas, las películas, haber organizado una pijamada con tus amigas, haberte hecho un cumple de quince, haberte entregado en el altar… son tantas las cosas que jamás podrían entrar en esta carta. Solo quiero que sepas que te amo y que conté dolorosamente cada segundo que no estuve junto a vos… con amor… tu madre…”

     Doblo la carta y la meto en un sobre. Pongo todos sus datos en el reverso, para que le sea fácil a la policía entregarle el mensaje una vez que hayan encontrado mi cadáver.

     Preparo bien la soga y trato de afirmar el nudo tanto como puedo, si algo sale mal no quiero quedar parapléjica toda mi vida. Mido que mi cabeza entre bien en el nudo y parece que ya está todo listo.

Repentinamente, tocan la puerta.

-¿Quién es?-Grito desde la cocina.

-El gasista señora.

-¡Yo no pedí ningún gasista!

-Si señora ya sabemos, pero su vecina está recibiendo muchas quejas de que siente olor a gas.

-¡Acá no hay olor a gas!

-Por favor señora, va a ser solo un segundito, ni siquiera tiene que pagarnos.

     Me pongo a pensar, y realmente no tengo otra opción. No voy a poder ahorcarme si tengo a un par de gasistas golpeándome en la puerta.

     Desarmo el nudo rápido y escondo la soga. Me dirijo a la puerta y la abro. Hay dos hombres con mamelucos y cajas de herramientas.

-Disculpe señora, van a ser un par de segundos nomás.

-Ok, pasen.

-¿Cómo es su nombre?-Pregunta el gasista más joven.-Para que lo ponga en el registro.

-Rivadavia… Martina Rivadavia.

-Qué bueno que llegamos nosotros señora Rivadavia, nunca se sabe cuándo puede ser nuestro último día…

     El aire parece denso en Buenos Aires. Salgo a distraerme un poco, creo que un intento fallido de suicidio merece una buena caminata.

     Me siento increíblemente mal, no puedo seguir viviendo así. Veo pasar la gente y me pregunto si entre todos estos desconocidos se encuentran “ellos”… La paranoia se apodera de mí rápidamente. De pronto, todos pueden ser sospechosos y posibles asesinos. De pronto, nadie es inocente, todos esconden algo, todos tienen oscuridad, todos guardan secretos terribles, todos esconden sus verdaderas personalidades. Ya nadie es totalmente puro, no hay ni una sola persona libre de esta terrible carga pesada que llamamos humanidad. Incusive los niños me parecen diferentes, ya ni siquiera tienen esa inocencia que los caracteriza, casi puedo escucharlos hablar de mi.

     Vuelvo a caminar hacia casa, cerca de mi edificio veo dos jóvenes conversando en la entrada. En su conversación escucho mi nombre.

     -¿Me buscaban?-Les pregunto y ellos se sobresaltan. Se dan vuelta los dos y me sorprendo al ver una esencia extraña en ambos. Quizás es porque estoy cerca de mi muerte, pero la chica me recuerda mucho a mi cuando era joven y bella y con toda una vida por delante, sin el factor de muerte rodeándome. Ella tiene el pelo negro largo y sus ojos son de un color miel precioso y dulce.

     El pibe, es de porte alto y con rasgos bellos que me recuerdan al padre de Agustina. Tez morena y ojos café… si… es como si las versiones jóvenes de quienes fueran los padres de la bebé Agustina se me hicieran presente.

-Sí, perdón. Vinimos a hablar con usted sobre lo sucedido en el barco en el que trabajaba en el 99.

     Entonces… lo entendí. Ellos están acá por un propósito. Sé lo que tengo que hacer. No entiendo la razón, pero todo se vuelve tan claro como el cristal. Quizás esté equivocada, pero considerando el tiempo de vida que me queda, correr un último riesgo siguiendo a mi corazón no parece tan descabellado.



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En el texto hay: misterio, drama, ciencia ficcion

Editado: 27.07.2018

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