Lilim: El Misterio De Nica

Prólogo

  Estaba pérdida; un golpe más y sería su fin. Caminaba apoyándose de las paredes para no caer en la acera. Su vestido, que era tan blanco como su largo cabello, estaba ahora empapado con su propia sangre.

- ¡Snow!- se oyó cantar a una voz fría y odiosa.

  Su cabello blanco azotó su piel pálida cuando una brisa agresiva se manifestó de la nada. Ella miró hacia el frente, y en medio de la oscuridad vio una extraña luz verde, hacerse más y más grande.

- ¡Oh no!- Gritó asustada, mientras daba medía vuelta y comenzaba a correr.

La luz avanzó rápidamente hacia ella cuan proyectil e impactó contra su espalda. La explosión estremeció todo el lugar y ella salió volando hasta atravesar la puerta de la pequeña iglesia de aquel pueblo, que en aquel momento lucía tan desierto y oscuro. Adolorida, comenzó a arrastrarse con mucho esfuerzo por el piso de aquella iglesia, hacia el altar.

- Maldita...- decía con voz queda y agonizante- Juro... que me la vas a pagar.

El padre Esteban salió de una puerta situada en una esquina de la iglesia, y al ver a aquella mujer de cabello blanco arrastrándose por el suelo, cubierta de sangre y con la espalda humeante, se aterró.

- Snow- dijo, apenas dando crédito a lo que veía.

Estuvo allí parado tratando de decidir si era correcto ayudarla o no. Su creencia, su fe, su religión, le decían que debía dejarla morir por ser lo que era, pero su corazón le ordenaba ayudarla como el ser indefenso y lastimado que era en aquel instante.

- ¡Snow!- gritó mientras corría a ayudarle- ¿Que te ocurrió?

- ¿A usted... que le importa?- Gruñó Snow adolorida mientras el padre se inclinaba para ayudarla- ¡Quíteme las manos de encima!

El padre saltó hacia atrás asustado, luego la miró con temor y lastima al mismo tiempo.

- Pero Snow...- insistió él.

- Hágale caso, padre- dijo de repente, la voz fría y sensual de una mujer- Déjela morir con dignidad.

El padre miró aquella silueta en el umbral frente a él. Su voz era familiar, pero no lograba recordar donde la había oído.

- ¿Quien eres?- preguntó el padre aterrado.

- La pregunta me hiere- dijo aquel ser con su misma voz fría y sensual.

Aquella silueta se acercó un poco más, y al ser tocada por la luz de la iglesia, el padre pudo ver a una mujer alta, con una túnica blanca, tan larga, que la arrastraba por el suelo. Su rostro estaba cubierto por un velo blanco, pero su largo y liso cabello negro sobresalía de dicho velo. Era un cabello tan largo, que casi tocaba el suelo.

- Lilu- se impactó el padre y de pronto sintió unas ganas inmensas de salir corriendo, pero el miedo lo había paralizado por completo- No puede ser.

- En este momento hay un par de cosas que no pueden ser, pero son- dijo ella- Una de esas cosas tiene que ver con el hecho de que usted está tratando de ayudar a esta criatura.

- Yo...- tartamudeó el padre.

- Ahórrese su justificación- dijo ella, aun en tono calmado- Lo mejor que puede hacer ahora es apartarse de mi vista, antes de que olvide el motivo por el cual no debo matarlo.

El padre asintió tembloroso y luego dio media vuelta y salió corriendo lo más rápido que pudo y se perdió tras la puerta de la esquina. Snow miró a Lilu desde el suelo, aterrada.

- Oh, mi querida Snow- susurró Lilu- De todos los lugares del mundo a los que podías ir, elegiste este pueblo ¿Por qué? ¿Me buscabas, quizá?

- Créeme...- dijo ella con rabia, y agonizante- Eres el último Lilim al que esperaba ver.

- Ah, pero... si esperabas ver a un Lilim ¿Verdad? ¿A quién? o más bien: ¿Para qué?

- Eso... no te incumbe.

- Hablamos de mis hermanos, Snow, por supuesto que me incumbe. Dímelo y te daré una muerte rápida y sin dolor. ¿Buscabas a Miranda? no sería la primera vez. O... ¿A caso buscabas a Rico?- se oyó una risita picara debajo del velo- Sí, estoy al tanto de tu... obsesiva atracción hacia mi hermanito y... no te culpo, tienes muy buen gusto.

En ese momento, varios truenos se escucharon sobre ellas y ambas levantaron la cabeza. Snow sonrió nerviosa.

- Sabes qué es eso ¿Verdad?- Preguntó.

- Siempre espero estar equivocada- dijo Lilu.

Se oyeron truenos más y más fuertes y entonces una voz chilló a lo lejos:

- ¡ÁRCANGELES!

Lilu tomó a Snow rápidamente por un brazo, saltó con fuerza hacia el techo y lo atravesó como una bala de cañón. Al ir elevándose en diagonal por los aires, pudo ver el cielo nocturno cubierto de nubes monstruosas y lanzando destellos plateados hacia distintos puntos de aquel lugar. Ella aterrizó en un bosque, algo alejado de aquel pequeño pueblo, lanzó a Snow al suelo y le apuntó con la palma de su mano izquierda directo a la cara.

- Ni los Arcángeles impedirán que mueras hoy, Snow- le dijo, haciendo aparece una pequeña esfera de luz roja en la palma de su mano, la cual era tan blanca como la tiza.

- No es algo muy prudente ¿Sabes?- Sonrió Snow con una mirada desquiciada- Deberías preocuparte más por lo que le harán al Lilim que se oculta en el pueblo. Sea quien sea, no podrá con todos esos Arcángeles ¿O sí?

Lilu guardó silencio por unos instantes, luego dirigió su palma hacia el cielo y disparó aquella esfera de luz roja. La esfera se elevó muy alta y estalló, iluminando el cielo como una gigantesca bengala.

- ¿Qué haces?- preguntó Snow desconcertada

- Vienen por mí- dijo Lilu- Les muestro mi posición. Adiós Snow.

Dicho esto, Lilu desapareció y dejó a Snow allí tirada, con sus graves heridas y un puñado de Arcángeles dirigiéndose hacia ella.

- Maldita- Dijo ella aterrada, al sentir aquellas poderosas presencias acercándose.

Se arrastró lo más rápido que pudo hasta ocultarse entre unas rocas de gran tamaño que se hallaban apiladas detrás de un gigantesco árbol. Allí solo disminuyó su esencia hasta un nivel casi imperceptible.

- Fue aquí- Oyó decir a alguien- Aquí se originó el disparo.



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En el texto hay: demonios, canibalismo, suspenso

Editado: 29.12.2022

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