Lily & Abel.✓

2: Lily.

Lily.

La espera me desespera y no se cómo controlarme.

La noche de ayer fue intensa y bastante movida porque después de estar con Abel en el club nos vinimos a su casa pero no a dormir íntimamente, si no para que en la mañana se hoy subamos una foto de ambos en pleno amanecer fingiendo que hemos hecho de todo aunque no es más que mentiras.

Hace un instante recibí un mensaje de Mauro y no he querido verlo, se que ya visto esa foto porque resulta que somos tendencia por dicha fotografía.

Oh santo cielo…

—Ya léelo, Lily.

Abel se ha comportado como todo un caballero conmigo y es de agradecer, ahora estamos desayunando juntos en la terraza de su habitación.

Y vaya habitación con la que se cargaba Isabel.

Es mucho más grande que la mía en casa de mi madre y su casa es de tres plantas y de color blanco inmaculado.

//¿Sigues empeñada, Lily? Te mencioné que no quiero verte más al lado de Abel y parece que no comprendes una mierda. Joder, Lily, ¿crees que es fácil para mí verte en la televisión al lado de ese cabrón arrogante? Es una tortura y aún más al saber que pasaste la noche con él. Isabel está destrozada y yo igual. Te amo pero este tipo de actitudes de tu parte solo me hacen pensar que este romance venía desde hace mucho tiempo atrás…

De: Mauro Fletcher.//

Le enseñé el mensaje a Abel para que vea la cantidad de mierda que ha mandado el descarado de mi esposo.

—Busca hacerte sentir culpable para que me dejes.

Abel hoy parecía más apegado al plan inicial, creo que sirvió para ambos ver por nuestros propios ojos a nuestras parejas ser felices juntos.

—Ya no se que pensar, Abel.

—Es simple, Lily. —. Lo veo y él me ve serio.— Ahora es cuando hay que actuar como pareja para que sufran.

—¿Lo merecen?

—Lily te fueron infiel y todos lo sabían antes que tú, ya todos venían viendo fotos de tu esposo acaramelado con mi esposa en playas y clubes. ¿Y piensas que no lo merecen? Ellos deben pagar por todas las noches que te sentiste insuficiente y que se aguanten que ahora que es inicia está venganza.

Él me toma de las manos y hace que lo vea a sus esmeraldas que se veían más brillantes está mañana.

—¿Me ayudas a darles una paliza o que, guapa?

Es inevitable no reír con las ocurrencias de Abel por lo que termino soltando una carcajada.

—Te sigo, Abel.

—Entonces ponte ropa deportiva que iremos a hacer ciclismo para que nos vean juntos.

Si, algo había escuchado que Abel era aficionado al ciclismo pero no pensé que quería hacer ese deporte conmigo.

—¿Qué debo usar?

—Lo que tú quieras, Lily, solo ve que sea de deportes y elástica. —. Él me suelta y se pone de pie.— Hoy les daremos de comer a los paparazzi.

Él entra de nuevo a su habitación dejándome sola presa de mis pensamientos que me atormentan.

Solo quiero que Mauro sufra lo mismo que yo cuando supe toda la verdad.

Suspirando hondo voy detrás de Abel para alistarme para nuestra salida.

¿He mencionado que soy torpe con esto de la actividad física?
Abel no para de reír de mi y de pasarme siempre que tiene oportunidad y me estresa, yo no era buena en esto.

—Si vienes y me ayudas podría alcanzarte.

Abel me espera unos cinco pasos más adelante y yo trato de apurarme para llegar a su lado.

—A Isabel también se le dificulta así que no te preocupes.

—Pero yo quiero ser diferente a ella.

—Y lo serás…—. Él se da vuelta y comienza a pedalear conmigo a su lado.

Con Abel todo es más relajado y sereno mientras que mis actividades con Mauro se definían en nosotros enojados gritando con todas nuestras fuerzas y no se pero ahora me agrada pasar más tiempo con Abel. Él iba a mi lado hablando de muchas cosas de su infancia y que le agarró gusto al ciclismo por su difunto padre a él le gustaba pasear en bicicleta con su hijo los fines de semana.

Y veía el buen estado físico de Abel y no puedo creer que sea padre o que tenga ya sus 29 años. Es difícil de creer al verlo en un estado tan juvenil.

—Sin duda lo tuyo no es actividad física.

Él se ríe de mi al verme batallar con los pedales.

—En mi defensa nunca busqué hacer nada de deporte en el instituto.

—Si puedo darme cuenta pero aprender andar en bicicleta es algo que nos enseña nuestro padre en la niñez.

Mi infancia no fue igual a la de Abel, a duras penas mi padre subía a mi habitación a darme las buenas noches y para que yo le cuente un breve resumen de mi día y solo para terminar dormido en pleno relato.

—Nuestra infancia no fue la misma.

Finalmente lo sobrepasé arrebatándole una risotada y que sin duda llamó la atención de varias personas que no se habían percatado de nuestra existencia hasta que Abel soltó su escandalosa risa. Fantástico. Las personas se acercan a nosotros con sus teléfonos apuntando a lo que hacíamos sin ninguna pena o vergüenza de que los veamos. Fue así hasta que llegamos al auto de Abel y entramos, su guardaespaldas y chofer se encargaron de guardar nuestras bicicletas en la parte trasera.

—Ya veré mi cara en la televisión.

Abel sonrió viendo como rodeaban el carro tratando de sacarnos alguna foto pero sería estúpido ya que los vidrios son polarizados.

—Te adaptas con el tiempo. —. Él vio de fugaz su reloj de muñeca y dijo—, ya es hora de ir por Nick, ¿quieres venir conmigo?

—¿Y si Isabel se enfada de que vea a su hijo?

Abel entorno los ojos y ordenó ir al jardín infantil donde su hijo estudia.

—Es lo menos que está con él, ella es el menor de mis problemas ahora.

Él me pasa una gorra negra y una gafas de sol oscuras y a los segundos estábamos deteniéndonos en la entrada de una institución privada infantil y digo “infantil” es por la variedad de muñecos de niños pintados en las paredes. Abel es el primero en bajar y luego yo, desde la distancia se puede notar la presencia de un paparazzi sacándonos más fotografías que vender.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.