Lily & Abel.✓

04: Lily.

Lily.

Podría fingir diciendo que no me encuentro nerviosa pero sería una completa mentira.

No sé en qué momento de la tarde me pasó por la cabeza que quizás acostándome con Abel haría que la rabia y la bomba por parte de Mauro e Isabel explotaría. Tal vez mi mente pensó que Abel se negaría pero me lleve la sorpresa que no y que se vio totalmente dispuesto. El camino a su casa lo sentí largo y muy agotador al igual que tenso y bastante incómodo, trataba en todo lo posible de no verlo a los ojos o de lo contrario terminaría huyendo a causa de la vergüenza.

Pasaron los minutos y finalmente ahora estábamos en su habitación la cual es bastante cómoda y acogedora, con luces cálidas que hacían de este momento una atmósfera un poco rara. Él hizo una mueca con sus labios al verme y luego señaló que iría al baño a prepararse dejándome así a mi sola en la habitación para prepararme.

¿En qué estuve pensando al proponerle tener sexo para hacer de este infierno uno peor? Lo estuve meditando en lo que me sacaba la ropa del cuerpo y me preparaba. Agradezco al cielo el haberme alisado el cabello y de haber depilado cada zona de mi cuerpo y así no hacer de mi vergüenza una grande. Estuve sentada en la cama durante un buen rato en ropa interior viendo mis pies. ¿Abel se habrá arrepentido? ¿Quizás ahora todo sea más raro entre nosotros?” las dudas desaparecen cuando escucho la puerta del baño ser abierta y seguido un gemido ahogado.

Encontré valentía y alcé mi mirada a él quien me veía desde la puerta en ropa interior y con su mirada perdida en mi cuerpo. Sus esmeraldas ya no eran para nada brillantes sino que se había tornado opacas, oscuras y llenas de deseo. Pude definir aquella oscuridad como la lujuria que está sintiendo por mi. Fui la primera en tomar la iniciativa en acercarnos y aunque a la mitad mis nervios me hicieron suya pude enfrentarlos y tomar las manos de Abel para sacarlo del marco.

—Esto también está siendo difícil para mí.

Él envuelve mi cadera con sus brazos y el solo toque de su piel contra la mía quema. Era una flama de la cual no puedo explicar solo se que la siento diferente a cuando Mauro me tocaba. Abel hacía que hasta un simple toque de piel con piel sea diferente.

—Por favor, si te lastimo solo debes decirme. —. Retrocedimos hasta que yo soy la primera de caer en el centro y él segundos más tarde encima de mi.

Podía sentir la calidez de su cuerpo fusionarse con la mía a tan solo unos simples e insignificantes roces. Abel bajó su cara a mi cuello y comenzó a repartir pequeños y húmedos besos por toda esa zona, hasta que suavemente se fue centrando en el inicio del valle de mis senos. Pude sentir como un nudo se formaba en mi estómago a causa del remordimiento y nervios.

Nosotras podemos con esto, Lily” no es una tortura cuando es Abel Harvet quien está encima de mi.

Ya no había pena que se apodere de mi o de mi cuerpo. Él al abrir sus ojos se encuentra con los míos y baja lentamente, era una tortura verlo tan atractivo y tan adictivo dejando una línea invisible de besos en todo el centro de mis senos para después sacar sin previo aviso mi sujetador. Mis mejillas se encienden ante la vergüenza que me vea sin nada y quise cubrir mis ojos pero fue rápido al sujetarme de los brazos.

—De mi no puedes esconderte jamás, Lily. Al menos no conmigo. —. Él detiene su cara cerca de la mía y crea un roce entre nuestras narices.— De todo esto lo único que es real son: que eres la mujer más preciosa que mis ojos han visto y que Mauro cuando se entere que te he tocado me matará.

—¿Y se lo vas a permitir?

Abel niega y vuelve al valle de mi pecho.

—Ya perdió su derecho a ti, ahora todo esto es mío.

Vuelve y comienza a besarme con una santa lentitud mi boca haciendo que millones de terminaciones nerviosas se vuelvan a descontrolar creando un fuerte huracán en todo mi sistema. Y aunque en varias oportunidades pude sentirme culpable por permitirle a Abel estar sobre mi decidí que ya nada de lo que digan de mi va a importarme y que ahora solo me concentraré en disfrutar lo más que pueda de este majestuoso plan.

Podría decir que para mí el sexo nunca fue algo fundamental en una relación o sea no sentía que deseaba estar con mi esposo a todo momento del día o a una hora en especial. Las escasas veces que accedí a estar con Mauro las puedo contar con una mano les juro que jamás había necesitado del sexo porque así lo dictaba mi cuerpo.

Y posiblemente eso haya sido un gran quiebre para mí relación pero no me importa, se supone que es mi cuerpo y se supone que soy yo quien decide con quién o cuando mantener intimidad.

—¿Estás segura que quieres esto de mi y de nosotros, Lily? Puedo detenerme en cualquier momento.

Y Abel parecía tan comprensible, tan dedicado a hacer de todo momento uno único e inigualable. La decisión de querer intimar con él la pensé muchas veces porque no sería cualquier cosa que él viera. Estaría conmigo en mi intimidad, en mi momento más íntimo y se supone que eso es de respetar. Y sus actos y palabras ahora solo me hacen pensar que he elegido a la persona correcta para desear y adorar íntimamente.

—Quiero lo que puedas ofrecerme siempre y cuando tú así lo desees.

Tenía mis piernas alrededor de su ancha cadera cabe aclarar que ambos estábamos como Dios no mandó al mundo, sin nada de por medio que pueda interferir en una grandiosa unión íntima. Él en su frente tenía una fina capa de sudor que le hacía ver guapo y en sus esmeraldas pude leer algo como miedo, quizás a qué pueda lastimarme y no sepa cómo remediarlo.

—¿Por qué eres tan perfecta? Es jodidamente imposible concentrarme contigo de ese modo.

Él estiró su brazo hacia el cajón de su buró y de allí saco una envoltura plateada haciendo que mi respiración falle, se que trae adentro y les miento si digo que no estoy nerviosa.

—Simplemente soy yo.

—Y es por eso mismo que no sales de mi mente desde hace un par de días.




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