Limerencia l Libro 2

Capítulo 2

Cuando el profesor se fue intenté convencerme de que lo que había visto sólo se debía al cansancio que sentía por no poder dormir la noche anterior. Tuve que limpiar el desorden de la fiesta que mi madre había hecho con los amigos que se encontraba por la calle al salir de su trabajo de medio tiempo.

Cuando salí de la escuela decidí visitar a una persona que probablemente no veía desde hacía mucho tiempo. Margaret fue la única mujer en mi vida aparte de mi papá, que me entendió y cuidó verdaderamente de mí, hasta que mi madre hizo de las suyas y logró apartarla de mí.

Cuando estacioné el auto frente a la casa de Margaret tuve una sensación melancólica.

—Dios mío, ¿Nicole? —preguntó Margaret, acercándose al auto cuando comencé a bajar—. Mi niña, sí eres tú.

Me abrazó.

—Qué grande estás, y muy hermosa—miró mi auto con sorpresa—. Y ahora conduces.

Cuando cumplí 18 años fue lo primero que hice, no podía depender de mi madre, y como a ella no le importaba que usara el viejo auto de papá que estuvo mucho tiempo en la cochera, decidí sacarlo.

—¿Cómo estás, Nana?

Ella se alejó un poco de mí, y me miró por un momento, no supe interpretar por completo lo que había en su expresión, pero entendí que quizá se debía a que no le había contestado el abrazo. No era buena con el contacto físico, no desde que mi padre había muerto.

—Entremos a la casa y te cuento un poco—sugirió.

La seguí hasta la sala, nos sentamos en los viejos sillones de estampado floral que nunca cambiaban. Todo ahí me hacía recordar a la época en la que mi padre estaba vivo.

—Estos días me he sentido un poco sola—mencionó Margaret, mirando perdidamente la mesita de café—. Jake era mi acompañante y creí que por ser su madre era justo no tener que despedirme de él.

—Lo siento, Nana.

—No lo sientas así. Ya pasaste por eso con tu padre, nadie merece perder a un ser querido tan importante, menos de esa forma. Más importante, ¿por qué no viniste más? Creí que olvidaste a esta vieja.

—Yo… intenté visitarte más seguido, pero mamá…

Me devolvió la mirada, y me observó inquisitivamente.

—¿Cómo está ella?

Siempre supe que Margaret y mamá nunca se llevaron bien. Así mismo sospeché que mamá estaba celosa y que por eso la había despedido, ella creía que quizá mi padre la engañaba.

—Como siempre—contesté—. Ella sabe divertirse.

—A su edad hay cosas más importarse que divertirse—dijo Margaret, en un sutil tono severo. Entonces suspiró, como si quisiera soltar el disgusto que sentía en ese momento—. Como sea, ¿cómo están las cosas en la escuela? Luego de la perdida de dos profesores, y ahora el accidente de Laura. Cielos, están pasando cosas horribles.

—Lo sé, pero en realidad la Policía no parece darle demasiada importancia.

Algo que no me hacía sentir muy cómoda.

—No puedo creer lo impertinentes que son esos Policías, no sirven para nada—bufó Margaret—. Los demás tienen que hacer su trabajo, incluso Laura estuvo la semana pasada por aquí, preguntándome cosas que debieron hacer ellos. Parecía muy preocupada de que algo como eso volviera a ocurrir, y mira lo que pasa luego, ella casi muere en un accidente.

Fruncí el ceño.

—¿La profesora Laura estuvo aquí?

—Era muy cercana a Jake y a mí. La quiero mucho, pero insinuar que mi Jake estaba metido en cosas malas no las toleraré.

—Eso eran sólo hipótesis de la Policía—aclaré—. De cualquier forma, lo que le pasó a la profesora Laura, aunque no lo crean, yo siento que no fue un accidente, que tiene que ver con la muerte de Jake y el profesor Gary.

—¿Por qué lo dices?

—La Policía dijo que ella no estaba acta para conducir en ese momento. Que había alcohol en su sistema, pero, ¿usted se imagina a la profesora Laura como una alcohólica que conduce imprudentemente? No voy a creer eso. Además, ¿no le parece sospechoso que todo esto ocurre unos días después de que se involucra en la muerte de los profesores?

Margaret frunció el ceño, parecía confundida, como si fuera mucha información qué digerir para ella.

—Lo sé, pero…

—La profesora Laura cree que fue algo planeado—proseguí, sin esperar su respuesta—, alguien quiso matarla y yo también lo creo.

Margaret frunció el ceño de nuevo, como si estuviera horrorizada de lo que yo decía.

—Esa es una acusación muy grande, Nicole.

—¿Y si la hubieran querido matar como a Jake y al profesor Gary?

—No sé qué decirte—admitió en voz baja, mirando hacia la foto de su hijo fallecido sobre la mesita de café—. Pero, ella parecía inquieta la última vez que la vi. Insistía en que era importante que recordara si Jake hizo algo que molestó a alguien, para descubrir lo que ocurría, o si no podría suceder en más oportunidades.

Nos quedamos en silencio unos momentos, luego Margaret continuó.

—No es prudente que te metas en esas cosas Nicole, mejor dejarle eso a la Policía y…

—Yo no dije que estuviera envuelta en eso—intervine indiferentemente—. Sólo creo que no es justo que piensen erróneamente de la profesora Laura, como si ella fuera una irresponsable que tiene accidentes siempre. Alguien tiene que descubrir la verdad.

—De todas formas, mantente alejada de todo eso Nicole. Porque si es realmente un asesino, nadie en este pueblo está a salvo.

 

 

 

 

El martes, de camino a mi clase de deportes con Beth, no pude dejar de pensar en Laura y los otros profesores que habían sido asesinados cruelmente. Hasta el momento nada de eso tenía sentido, ¿qué razones tendría alguien para causar tantos problemas en este pequeño pueblo?

Lo que me había dicho Margaret, sobre Laura investigando, significaba que ella sabía algo o por lo menos lo sospechaba, pero algo le faltó. La pregunta es, ¿lo habrá descubierto y por eso la atacaron?

Sé que no debía meterme en problemas como esos, pero sentía como si algo me llamara a descubrir este misterio, como si yo fuera parte importante de todo esto y no podía dejar de pensarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.