Limerencia l Libro 2

Capítulo 4

—¿Los padres de Beth Grace? —preguntó un joven hombre de cabello rubio castaño en bata blanca que entró a la sala de espera a media mañana.

Su rostro lo reconocí rápidamente, sería prácticamente imposible para cualquier ser humano que no estuviera ciego olvidar ese rostro. Así como los profesores Desmond y Preston, o el esposo de la profesora Celeste, aquel hombre desprendía un aura diferente al resto de los demás, había algo fuerte, nada común. Algo sobrenatural.

La señora Eva y su esposo se levantaron lentamente de las sillas, y asintieron en dirección al doctor con las expresiones más trágicas que había visto en mi vida, la de un padre que pierde a un hijo. En la sala hubo mucha expectativa, el tono de voz que usó el doctor no nos dio ninguna pista.

—Soy el nuevo cardiólogo encargado del tratamiento de su hija—explicó, su voz cordial y cálida por un momento me hizo tener esperanzas que deseché completamente, lo mejor para Beth era descansar. Pero la mirada del doctor era quieta, esperanzadora, amable. ¿Quería hacerlos sentir un poco mejor antes de darnos la noticia? —, mi nombre es Anthony Green.

Su nombre, tenía el mismo apellido que el de los profesores Desmond y Preston. ¿Acaso los tres eran familia? Entonces mi mente comenzó a divagar demasiado pronto. ¿Por qué ahora que sucedía todo esto en la escuela ellos aparecían? Por lo que dijo Desmond la noche anterior, el doctor Green también es nuevo aquí.

Miré al profesor Desmond, estaba de pie junto a Preston y el esposo de la profesora Celeste, aislados hasta el otro lado de la sala. No estuve realmente segura, pero me pareció que algo les disgustaba por sus expresiones; observaban fijamente al doctor.

—Doctor, díganos que…—la voz de la señora Eva volvió a quebrarse, se notaba sedienta—. Mi bebé… Beth…

—Su hija está bien—aclaró el doctor, pronunciando cada palabra tranquila y suavemente—. Está estable.

La señora Eva abrió sus ojos un poco más de lo normal con la incredulidad brotándole por los ojos. Se aferró de su esposo cuando preguntó:

—Usted… ¿A qué se refiere?

—Doctor—intervino su esposo—. ¿Cómo es posible? Beth… estábamos seguros de que ella…

—Su hija es fuerte—cortó firmemente el doctor—. Yo me encargaré de ella, de ahora en adelante, si ustedes me lo permiten.

Mientras los padres de Beth se observaban entre ellos con un nuevo aire de esperanza, los otros Green y el esposo de Celeste parecían todavía muy disgustados.

—Haga lo que tenga que hacer doctor? —decidió el padre de Beth—. Si Beth quiere esto, nosotros también.

De repente me sentí aliviada de este cambio drástrico de eventos, pero no podía evitar sentir como si algo estuviera mal. Y mientras los Green y los Grace tenían semblantes diferentes yo me pregunté qué es lo que estaba ocurriendo y que pasaría en los siguientes días.

 

 

 

 

Pasaron tres días antes de que pudieras recibir noticias exactas sobre las condiciones del instituto, ya habían ocurrido demasiados incidentes trágicos que vinculaban directamente a la escuela. Y por lo poco que sabíamos, dedujimos que la policía todavía no podía dar explicaciones a los padres sobre lo que ocurría.

Fui al velorio de Carl Johnson con Estefany y Karol esa misma tarde después de escuchar la noticia del doctor Green sobre Beth. Este era el tercer velorio al que asistíamos en lo que iba de semestre. Creí que pudo haber sido el cuarto, pero la profesora Laura se salvó, y creí anoche que morirían dos alumnos, pero misteriosamente Beth se había recuperado.

No había sabido nada de Beth desde que salí esa mañana del hospital. Necesitaba calmarme antes ver aquellos ojos carentes de vida nuevamente, antes de estar en la misma habitación que ella y otras personas más.

El sábado decidí quedarme con Karol en la casa de Estefany. Así como yo, Karol prefería huir de su casa, sabía que sus padres sólo pensaban en ellos mismos, que su divorcio podía ser tan inminente como el huracán Catrina o la falla de San Andrés, pero el dinero parecía soldar cualquier molestia.

Entonces fuimos el domingo a visitar a Beth.

Estuvimos rodeadas de aquellas paredes blancas de la sala de espera hasta que vimos salir a la señora Eva.

—Señora Eva—Estefany se le acercó y la abrazó.

—Niñas, que bueno que vinieron—dijo la señora Eva, sonriendo, un poco más recuperada.

Eso me alivió, significaba que Beth estaba mejorando de verdad.

—¿Cómo está Beth? —preguntó Karol.

—Ella está milagrosamente estable—admitió la señora Eva, enarcando levemente las cejas, todavía de desconcierto—. Pero agradezco a Dios cada minuto por verla despierta.

—Eso está muy cool—Karol suspiró de alivió.

En ese momento la señora Eva caminó hacia mí y me abrazó también.

—Gracias—me susurró—. Beth te quiere mucho Nicole, ella no deja de preguntar por ti.

Sonreí sin poder evitarlo, y asentí levemente.

—Nosotras nos adelantaremos con Beth—avisó Estefany.

Cuando las chicas se fueron la señora Eva se alejó.

—Por primera vez en mucho tiempo, mi esposo y yo comenzamos a sentir verdadera esperanza sobre nuestra hija.

—¿Cómo la ve usted? —pregunté.

—No te voy a mentir a ti Nicole—la señora Eva sonrió amargamente—, casi me enfurece verla sonreír cuando en realidad está tan débil.

—Ella cree que su sonrisa es el único regalo que les puede dar.

Ella asintió reflexivamente.

—De alguna forma lo he presentido las últimas veces en que pasamos por estas crisis con ella—admitió reflexivamente—. Pero no podemos seguir así. Ella no puede seguir así. Por eso aceptamos el tratamiento del doctor Green, y está funcionando, ella está reluciente y alegre de repente. Nunca la había visto así.

—Alguien me dijo que si su corazón todavía late es porque todavía tiene fuerzas para hacerlo—suspiré, tragándome la tristeza—. Beth es fuerte y los ama tanto que ni la muerte parece lograr llevársela por completo.




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