Limerencia l Libro 2

Capítulo 9

La carretera de Trans-Canada Hwy se veía tenebrosa de noche, no había otros autos, tan sólo nos acompañaba el silencioso motor de la camioneta, lo que me permitió repetir una y otra vez la escena de nuestro beso en mi cabeza. Para ese momento me sentía completamente avergonzada, ¿cómo pude ser capaz de tener tal arranque y besarlo sin su consentimiento primero?

—¿Estarás bien? —me preguntó Preston, con la mirada sobre la carretera. Pensé que estaba hablando sobre lo que estaba saturando mi mente, pero continuó—. Creí que preferías no querías ir a tu casa.

Suspiré aliviada de que no fuéramos a hablar sobre el beso todavía. Luego de que nos separamos simplemente me separé de él, abrí la puerta y me metí a la camioneta, no tenía idea de qué hacer luego de que le robas un beso a alguien.

—Hay veces en las que necesito estar fuera de mi casa—contesté, mirando por la ventana la cortina oscura de árboles que dejábamos atrás—. Pero reo que ya estoy preparada para volver a mi realidad.

—No tienes por qué volver.

—Todavía tengo cosas qué pensar y otras qué discutir con mi madre—suspiré, recordándola casi a regaña dientes—. No creo que esté muy preocupada por mi paradero, pero sé que cuando necesite mi ayuda hará un escándalo porque estuve desaparecida.

—La verdad no quería que este día terminase—confesó—. Mañana seremos de nuevo profesor y alumna.

Me mordí el labio inferior, intentando reprimir un suspiro de depresión. Volví a pensar en nuestro beso y sentí que mi rostro se calentó.

—Aunque, suena lo bastante atrevido como para sacarle provecho, ¿intentarás besarme de nuevo?

—¿Volverás al instituto también? —pregunté, cambiado de tema a uno menos vergonzoso.

Lo vi sonreír de reojo.

—Por supuesto, soy tu profesor de química. ¿O los últimos eventos te han hecho olvidarlo?

Me dedicó una rápida miradita traviesa antes de volverse a mirar la carretera.

—N-no…—balbuceé—. Es que… el peligro y los Darksoul…

—De eso no tienes por qué preocuparte. Además, parece que sabías y estabas segura de lo que hacías cuando me besaste, Nicole—mencionó, esta vez con seriedad.

—Lo lamento.

—No lo hagas, yo no lo hago. Pero debiste hacerlo ahora, Nicole. Ahora inició el proceso del vínculo y estamos atados. Si algo sale mal.

—Después del día de hoy, ¿por qué querría despertar en un mundo en el que no estuvieras tú?  

Preston se mantuvo en silencio durante unos minutos, así que yo también, deseando que esa carretera se hiciera más larga para no tener que separarme de él tan pronto.

—Desmond decidió no volver al instituto—comentó de repente, con más calma—, no hasta que Laura se mejore y Beth salga del hospital.

Cuando pensaba en todo lo que ellos hacían por nosotras, sentía que era injusto. Ellos nos protegían, nos querían, nos prometían una vida sin límites. ¿Qué podía ofrecerle yo a Preston?

A lo lejos percibimos unas luces azules y rojas que iluminaban la carretera en ambos sentidos. Era la policía que custodiaba la entrada al pueblo. Algo verdaderamente malo debió haber pasado como para que la paciente policía de Kenora tomara tales medidas, y pensé en Beth, ¿qué si algo le había ocurrido mientras todos estuvimos en la casa de Clay?

Cuando Preston se acercó reconocí el rostro del policía que nos indicó aparcar a un lado de la calle. Hacía mucho tiempo que no lo veía, no desde el entierro del profesor Gary Lee, y ahora, de repente volvía a aparecer.

—Buenas noches—saludó Preston, el policía sólo me miró a mí.

—¿Es usted Nicole Carpenter? —preguntó Noah, el policía que era amigo de Laura.

Asentí.

—Sí, soy yo.

El policía se alejó de la ventana de Preston, les hizo seña a los demás uniformados, y luego se volvió hacia nosotros nuevamente.

—Bajen del auto—ordenó y sacó el arma de la funda—. Ahora.

—¿Por qué debería? —replicó Preston. 

—¿Le parece poco sacar del pueblo a una estudiante de segundaria sin permiso de sus padres? —masculló Noah severamente—. No volveré a repetirle que baje del auto.

Los demás policías rodearon la camioneta. Y de repente tuve un muy mal presentimiento sobre esto.

—Soy mayor de edad, y no fue en contra de mi voluntad—aclaré—. Me llevó a visitar a la profesora Laura.

Noah ni parpadeó cuando mencioné el nombre de Laura.

—Tenemos una orden de búsqueda para Nicole Carpenter a nombre de Norah Carpenter. Norah es tu madre, ¿no?

Fruncí el ceño.

—¿Mi madre les pidió buscarme?

No podía creer que ella hubiera hecho algo como eso, no tenía sentido. Me había ido de la casa por más días y ella nunca había hecho mucho más que un escueto mensaje para localizarme, sólo porque necesitaba algo de mí.

—Bajen del auto ahora mismo—ordenó nuevamente Noah, esta vez apuntando a Preston con su arma.

Miré a Preston, y él me devolvió la mirada con un asentimiento de cabeza. Entonces abrí la puerta y salí del auto al mismo tiempo que él.

—Ve con ellos, no te preocupes por mí. Arreglaré esto y nos veremos mañana en la escuela—me aseguró Preston.

Otro par de policías llegaron y lo esposaron. Noah me sujetó del antebrazo con fuerza, luego prácticamente me arrastró en dirección contraria a la patrulla de policía que metieron a Preston. De pronto sentí mucho miedo, un mal presentimiento que incomodaba mi estómago.

Entonces Noah abrió la puerta trasera de su patrulla y me metió bruscamente. Lo observé confundida mientras rodeaba el auto para entrar de piloto. La última vez que lo había visto fue en el entierro del profesor Gary, en aquel entonces no le presté demasiada atención, pero no pareció tan hostil como lo era en ese momento.

Me volví hacia atrás e intenté encontrar a Preston con la mirada, pero ya lo habían metido en la patrulla. Entonces Noah arrancó el auto y se mantuvo en un inquietante silencio mientras conducía. El procedimiento Policial decía que debía llevarme hasta la estación de policía para llamar a mi madre, pero se había metido por otro camino.




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