Limerencia l Libro 2

Capítulo 10 Final

Abrí mis ojos frenéticamente cuando desperté de la inconsciencia y recordé todo lo que había sucedido. Tuve la extraña sensación de que dormí durante mucho tiempo, también fui consciente de que no sentía dolor alguno, y en cambio sentía una vitalidad que no tuve desde nunca.

Cuando moví una de mis manos noté que ésta reposaba sobre el estómago de alguien. Ladeé un poco mi cabeza; estaba recostada de un pecho. Respiré el aroma que sólo había olido en un hombre, y no se trataba de un perfume, era mucho mejor que alguna esencia humana. Preston Green.

De pronto otra mano se posó sobre la mía.

—Al fin despertaste—su voz ahogada me preocupó, como si le costara respirar—. 18 horas es demasiado tiempo sin escuchar tu voz.

No me moví ni un centímetro; cuando fui consciente del latido de su corazón palpitando claramente cerca de mí, me sentí en paz.

—¿Qué sucedió? ¿Dónde está el Darksoul?

Respiró entrecortadamente antes de contestar, la exhalación se escuchó como un suspiro de insatisfacción breve.

—Esa sabandija no podrá hacerte más daño, cariño.

Eso realmente me alivió.

—¿Dónde estamos? —pregunté, echándole una breve mirada a la pequeña habitación en la que estábamos.

Sólo había una ventana cubierta por cortinas gruesas de color amarillo, paredes blancas, un armario mediano de madera, un espejo de cuerpo entero colgado de la puerta y una mesita de noche junto a la cama con una lámpara encima.

—Estamos en la casa de Clay.

Bajé un poco la mirada y revisé mis muñecas cuando evoqué el recuerdo de mí colgada del techo en esa horrible bodega a oscuras. Tenía las terribles marcas de las cuerdas, pero no encontré el recuerdo del dolor, como si nunca hubiera pasado, como si mente no hubiera registrado la sensación. Sólo había unas marcas casi sin explicación.

Entonces me concentré en la mano de Preston sobre la mía; trazaba círculos lentos sobre la palma de mi mano, pero por un momento quedé en shock cuando percibí las marcas que había sobre sus muñecas, idénticas a las mías. Me levanté rápidamente sobre la cama y tomé su mano.

—Preston…—mi voz se quebró, mientras comparaba nuestras heridas—. Tus muñecas…

Lo miré seriamente, pero él me devolvió la mirada con una sonrisa inocente.

—Era la única forma de quitarte el dolor.

Cada palabra que decía la pronunciaba como si se tratara de una tarea dolorosa, mi tarea.

—¿Qué hiciste como para tener esas horribles marcas en tu piel?

—Verás…es una historia corta, pero en este momento no creo que sea…

Cerré los ojos, sopesando lo que había hecho.

—¡Preston! —corté severamente—. Dime ahora mismo qué sucedió.

En vez de asentir con una expresión de aprensión, sonrió tiernamente.

—A sus órdenes—concedió, y volvió a suspirar entrecortadamente—. Le pedí a Anthony que transfiriera las sensaciones de dolor que tenías en todo el cuerpo, incluso que las borrara de tu mente para que no tuvieras que revivirlo de nuevo.

Entonces la comprensión pasó por mi mente.

—¿Eso es lo que ha hecho con Beth todo este tiempo? ¿A eso se referían con que…

—Sí… Por ahora esa es la debilidad de su poder, no puede desaparecer el dolor como Desmond puede con un recuerdo.

—¿A dónde transferiste mi dolor? —murmuré, sin poder quitar mis ojos de sus cicatrices.

—A mí—confesó—. Esto no es gran cosa…

—Eres un egoísta—mascullé secamente, cerrando mis ojos por la impotencia que sentí.

—¿Por qué dices eso?

Le devolví la mirada casi ferozmente, con lágrimas en los ojos.

—¿No sabes que yo también sufro cuando tú sufres?

—¿Y cómo haremos ahora? —dijo, casi sin aliento, me jaló hasta quedar cerca de su rostro. Sus ojos comenzaron a brillar y me sujetó firmemente sobre él—. Siento lo mismo cuando tú sufres.

Recosté mi frente de la suya y acaricié suavemente un costado de su rostro con mi mano.

—¿Te duele mucho? —pregunté.

—Tanto como te dolió a ti—admitió pesadamente—. Pero ahora puedo entenderte. Tu dolor, el por qué eres así.

—¿C-cómo…?

—Usualmente, cuando recordamos un mal momento que vivimos lo asociamos con el dolor. Mientras sintamos ese dolor, mientras nos aferremos a él, seguirá intacto el recuerdo—explicó pausadamente, acariciando mi cabello—. Tú te aferraste a esa teoría, tu dolor contenía recuerdos. Sentí lo que sentiste, lo tomé como si fuese mío y ahora lo sé todo.

—Preston…

—Sé que la muerte de tu padre fue muy traumática para ti—Preston me interrumpió—, no es fácil para una niña de esa edad vivir tranquilamente luego de haber visto eso. Pero quiero que sepas que no me rendiré contigo, he decidido cargar con tus mismas heridas.

Dos hombres, dos hombres habían entrado a mi casa cuando mi padre me fue a dar las buenas noches. Ni siquiera lo sacaron de mi habitación cuando comenzaron a golpearlo, hasta que finalmente lo degollaron justo frente a mis ojos.

Cerré mis ojos con fuerza.

—No volverás a vivir eso Nicole—cortó, como si pudiera ver el recuerdo que pasó por mi mente en ese momento—. Estaré aquí siempre que tú respires, literalmente.

Sonreí sin poder evitarlo. Y se echó a reír levemente.

—Eso que hizo Anthony… ¿Quién más lo puede hacer? —inquirí por curiosidad.

—Nadie más—contestó—. Hasta donde sabemos.

—¿Y los demás?

—Desmond puede borrar recuerdos de la mente y también cambiarlos.

—¿Podía leer mi mente? —abrí mis ojos un poco más de lo normal, preocupada por esa posibilidad.

—No, sólo puede ver el recuerdo que borra al momento—Preston se rió—. No podrá hacerlo hasta que libere el cien por ciento de todos sus poderes. Aunque no tienes por qué preocuparte de eso luego.

—¿Y los demás?

—Jeremiah, nuestro hermano menor, el rubio de ojos dorados que estuvo en la bodega con nosotros, es clarividente. Pudimos encontrarte gracias a su habilidad. El Darksoul había bloqueado el aroma de mi esencia para que no pudiéramos encontrarte.




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