La Incursión en la mazmorra ya no es segura, ni siquiera entre los mismos Cazadores.
Las delicadas piernas de Estela, se mueven agitadas, intentando huir de un peligro inminente.
Una voz a lo lejos, resuena por detrás de ella con un tono de voz emulando una canción. Las intenciones de Fabio son terriblemente atroces, tanto, que se relame una y otra vez, mientras se acomoda los pantalones.
Estela busca alejarse lo más rápido que puede, pero a los alrededores escucha sonidos de criaturas amorfas, con fauces abiertas y derramando saliva, deseosas por devorar a la joven cazadora.
La joven llega a un sector dentro del bosque, donde no hay mucha densidad de vegetación, y torpemente tropieza por una roca que está en su camino. En su afán por retomar su huida, Estela intenta ponerse de pie, pero ve que su tobillo esta levemente lastimado, y aunque apenas puede levantarse, vuelve a caer por el dolor en su herida.
Trata una y otra vez ponerse de pie, pero es imposible con su cuerpo tan débil y la herida en la pierna. A pocos metros, una sombra se asoma entre la vegetación:
– Eres bastante difícil debo admitir – Fabio sonríe degeneradamente.
– ¡A-Aléjate! – Estela mira horrorizada como se acerca Fabio, mientras él se afloja su pantalón – ¡N-No…no…por favor no lo hagas! – El miedo la petrifica e impide gritar, como si Fabio estuviera estrujando su alma.
– Sh sh – Fabio le tapa la boca con el dedo índice y mira fijamente a su presa indefensa – Prometo que no dolerá mucho.
Estela intenta arrastrarse como puede, pero Fabio pisa con fuerza el brazo de ella, rompiéndole los huesos de su extremidad, y causándole un pequeño shock. Para evitar que grite de dolor, inmoviliza su otro brazo, le coloca un paño en la boca y la toma por detrás del cuello. Se acerca a su oído y le susurra con deseos carnales por ultrajar su cuerpo:
– No querrás hacer ruido, o lo próximo que romperé, serán tus piernas – Fabio dice amenazante.
La cazadora gira su cabeza lo que puede, mira con pánico y entre lágrimas, como Fabio se quita el pantalón e intenta rasgar el pantalón de ella. Desesperada, intenta hacer algo, pero con su pierna lastimada, su brazo roto y el otro inmovilizado, solo piensa aguantar todo lo que puede, hasta que llegue alguien.
El barro la ensucia junto con la ropa, mientras la lluvia moja todo su cuerpo, exponiéndose a la noche tan fresca acompañada por el pésimo tiempo.
El temor a ser violada por Fabio o devorada por las criaturas, la hacen añorar que Martin llegue. No importa con cuanta fuerza ella intenta moverse, solo es neutralizada con facilidad por tal monstruoso ser humano.
Su corazón se acelera al punto de comenzar a sufrir convulsiones.
Durante toda su niñez, Estela vivió con enfermedad, producto de su despertar como cazadora. Sin embargo, debido a su condición física, es propensa a enfermarse con mayor facilidad, y que está muy condicionada a sufrir de epilepsia. Esta condición la potencia con situaciones de extremo estrés, y también de nervios. Por esa razón ella es llamada en ciertas circunstancias para participar de incursiones a mazmorras, pero por ese problema de salud los llamados son muy raros. Por supuesto que nunca le ha beneficiado y por esa razón no dispone de mucho dinero, ganando mucho menos que cualquier cazador de su mismo Rango.
Esto Martin lo sabe muy bien, y por esa razón se mueve a toda velocidad, maldiciendo a Fabio una y otra vez, con la sospecha de que él fue quien organizo ese audaz movimiento contra Estela y el mismo Martin.
Fabio se aparta con sus pantalones bajos, y una expresión de asco, al ver tal hermosa mujer cubierta de barro y en plena convulsión que acaba por ensuciar su atractivo rostro:
–¡Tsk! Qué asco y que despropósito. Tal preciosura, y mírate ahora. Bueno, al menos pude manosearte el trasero y un poco los pechos. Iré por las demás, debe haber alguna chica más fina – Mira a su alrededor como las Arañas se acercan curiosas por entre la vegetación y arboles – Creo que la comida para estas criaturas ya está servida – exclama mientras vuelve a vestirse.
Fabio sonríe y da unos pasos en dirección hacia la cueva, donde está descansando el grupo de incursión.
Sin embargo, Fabio siente una presencia que se acerca a toda marcha, y que no es para nada humana debido al enorme poder que desprende, e inclusive llega hasta allí:
–¿Qué demonios es esta sensación? – se pregunta nervioso y mira hacia todos los lados – Algo se acerca, y es infinitamente más poderosos que estas criaturas. Debo huir. – Salta hacia el bosque y corre a toda velocidad, impulsado por el crudo miedo de lo que se aproxima – Sabia que no era buena idea aceptar esta incursión. Solo espero que ese bastardo este muerto.
Los ojos de Estela comienzan a cerrarse, perdiendo así lentamente el conocimiento mientras ve sin poder hacer nada, como un grupo de arañas se acerca para devorarla, Golem y Lukorio, monstruos mucho más poderosos que ella. Sin poder hacer nada, solo llora deseando morir antes de sentir los colmillos desgarrando su carne, y ser objeto de pelea entre las arañas o también ser nido de las crías de esos monstruos: