Limit Breaker: Conquistando Mazmorras

Capítulo 8: Migajas de la Marca

Los minutos son contados, Estela yace inconsciente en brazos de Martin, quien corre a través del bosque cubierto de arañas, que temerosas se ocultan ante la presencia del Humano diferente a sus ojos.

Martin, que había mostrado signos de furia extrema, ahora ruega por la vida de su preciada compañera, y muy en su interior desea reencontrarse con Fabio, y devolverle todo el sufrimiento que conllevo su presencia en la misión.

Mientras tanto en el cielo de la mazmorra, las nubes se tornan de un color rojo y lo que se supone que debería ser lluvia torrencial, ahora desemboca en luces que rompen con las tormentas. La mazmorra sufre quizás, una deformación que sorprende no solo a humanos, sino también a las criaturas que están en aquel lugar.

Nadie sabe porque ocurre tal calamidad, pero la Reina Arácnida tiene una sospecha más que segura, y es aquel humano que hace unas horas la había intimidado con mucha fuerza.

Después de correr en el bosque, Martin logra salir del camino frondoso, y llega hasta la cueva, donde ve que esta derrumbada. Para evitar que Estela sufra más del frio, la cubre con su chaqueta y se quita la remera, revelando un físico muy atlético.

Junta varias ramas y las ata con grandes hojas, formando una almohada natural, para que coloque su cabeza, mientras esta tapada con la ropa.

Se pone de pie y mira a todas las direcciones, sin encontrar a nadie, solo a las arañas que lo observan, muy temerosas de su presencia:

 

– ¡Tsk! – Martin rechina con los dientes al no encontrar a nadie– Tengo que encontrar rápido a los demás, sino Estela…podría morir.

 

La desesperación inunda el corazón de Martin, rememorando antiguos traumas sobre cuando encontró el cuerpo de su padre sin vida, y aquel traidor llamado Fabio, aún sigue vivo en la misma mazmorra.

Siendo un cazador menor, jamás podría tocar a Fabio, no porque fuera débil, sino por el hecho de que la constitución lo perjudicaría junto con sus demás compañeros. Además, su prioridad es Estela, no importa nadie más que ella y su delicada salud.

Mientras él se mantenga cerca, no ocurrirá nada especto a las criaturas, pero es necesario que un curandero aparezca para curarla, o al menos tratar su fiebre, y así con el fin de huir hacia afuera de la mazmorra, ya que las cosas se han tornado más complicado.

Después de esperar unos minutos, siempre controlando el estado de Estela, se pone de pie con ella en brazo y decide ir a por los demás, nunca olvidando que su intención es protegerlos de lo que suceda, sin que se percaten. Pero cuando se da vuelta, encuentra a todo el grupo huyendo de arañas Golem y Lukorio, solo para encontrarse con el portador de la marca del Emperador y así retroceder espantados.

Paulo no entiendo lo que ocurre, pero cuando ve a Estela en tales terribles condiciones, se acerca rápidamente y llama a los curadores:

 

– Martin, ¿qué ha pasado? Fuimos a buscarlos porque sospechamos de Fabio, pero al parecer…llegamos tarde – Paulo aprieta su puño con impotencia, al ver las consecuencias de las acciones de Fabio.

– Hice lo que pude, pero yo fracase en protegerla, por favor…alguien que la cure – les pide encarecidamente.  

 

Varios curadores se acercan, y tratan de hacer algo al respecto. Pero solo logran tratar su fiebre, aun así, el daño cerebral y físico resulta ser terrible para ella. Aun si se le ha tratado la fiebre, lo cierto es que el daño está hecho y la magia no podría resolver ni siquiera alterar el flujo natural del cuerpo humano.

Al escuchar la explicación de uno de los curadores, la expresión de Martin cambia, pasando a un color blanco pálido y lleno de tristeza:

 

– No, no puede ser eso se suponía…– Se agacha y abraza a Estela –. Se suponía que te protegería, no puedes dejarme por favor, Estela – ruega con la curadora en sus brazos, que yace en el suelo recostada.

– Lo siento Martin, fue toda mi culpa, jamás debí aceptar a Fabio en primer lugar – Aprieta con fuerza sus puños y mira a un costado por la vergüenza.

– Esto es algo que ocurrió sin que pudiéramos hacer algo. – Martin mira en dirección hacia donde se fue Fabio mientras aprieta sus dientes con una intensa ira asesina –. Pero ese infeliz cabo su propia tumba, no puedo dejar que siga con esto.

 

Martin vuelve en si cuando siente el cálido tacto de la mano de Estela sobre su brazo desnudo.

 

– Hey, ¿cómo te sientes? – Martin le pregunta en voz baja, acomodando su cabeza con cuidado sobre la almohada de ramas.

– M-Me siento mejor– Sonríe a pesar de que su rostro esta pálido, y su boca aún conserva la saliva espumante por la epilepsia.

– Se nota bastante – Le devuelve la sonrisa, mientras la quita la saliva con mucho cuidado usando sus dedos.

 

Martin mira hacia el cielo, como se ha deformado por la presión que el cazador había desprendido momento atrás. Cierra sus ojos y ruega a su habilidad que le permita salvarla, cueste lo que cueste.



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Editado: 18.05.2024

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