Con una mueca, Martin indica a los demás cazadores que no se alejen, ya que no hay mejor manera de tratar con un grupo de criaturas así, que el estar todos juntos y apoyarse unos con otros.
Estela mira hacia ambos lados, ya mentalizada con la salud que tiene cada uno, preparándose para curar si es necesario. Por su parte Martin mira a las arañas que no se mueven de sus lugares, temerosas ante el joven cazador, pero no estarán por siempre estáticas:
– Martin, ¿qué debemos hacer ahora? Esas criaturas son más numerosas y fuertes que nosotros – pregunta Paulo nervioso, muy cerca de Martin.
– ¿Estarán queriendo mantener una distancia prudente por el efecto de la marca del emperador?, ¿o hay algo más que hace que ellos no quieran acercarse? – se pregunta con mirada penetrante en las criaturas– Es cierto que al inicio expulse un poco de la Presencia del Emperador, pero hace varios minutos que el efecto se perdió, y aun ni siquiera se han movido. Es muy extraño.
Para comprobar una primera teoría, Martin da dos pasos al frente, luego cinco, y luego diez sin usar la habilidad Presencia del Emperador, pero ninguna de las criaturas se ha movido de su sitio:
– Entonces mi primera teoría es cierta, algo obliga a las arañas a mantener una cierta distancia… ¿huh? – Se voltea y mira a la montaña, pudiendo comprender que sucede o al menos, sospecha–. ¿La montaña? Es posible que teman a la reina de esta mazmorra…pero aún es muy extraño…estas arañas ni siquiera han aparecido en mi rango de presencia ¿podrá ser un grupo de rezagados? Maldita sea, tengo que pensar rápido en algo.
Estela le habla desde lo lejos notándolo algo alterado, intentando darle calma, a lo que Martin sonríe sin darse vuelta.
Después de eso, regresa con el grupo sin una respuesta clara, e inclusive con más dudas de las que podría imaginar:
–¿Qué demonios pasa en esta mazmorra? – Martin sacude su cabeza con preocupación.
Cuando Martin está por llegar con los demás, ve el rostro de Paulo que se ve pálido, llamándole mucho la atención. Entonces el cazador le señala a Martin, sin poder pronunciar bien las palabras:
– M-Mar…la…c…turas…
De repente, Martin se aparta a un lado, encontrándose con una de las arañas golem intentando mordisquearlo, una y otra y otra vez, mientras el joven cazador esquiva sin dificultad las fauces de la retorcida criatura.
Una voz nerviosa, proveniente de entre los cazadores, envuelve a los demás en una tensión tan abrumadora que muchos caen en la desesperación por que las criaturas se abalanzan hacia ellos, como si aquel temor que las había inmovilizado por varios minutos, hubiera desaparecido sin dejar rastro.
Mientras el cazador evita los ataques este la grita a Estela y Paulo:
– Estela, prepárate para curar a quien este herido, y defiende a los de menor rango, ahora eres una curadora ofensiva. Paulo, tu coordina la defensa y ataque. No dejen que muera alguien.
–¡Martin!, ¡¿tu que harás?! – Ella le pregunta preocupada por su amigo.
– Los despedazare – responde serio, mientras corre hacia el bosque, atrayendo la mayor cantidad posible de las criaturas presentes– Paulo, te encargo al grupo hasta que yo vuelva.
– Pero Martin…tu… – deja escapar Paulo sin entender lo que pretende hacer Martin.
– Paulo, confía en el…no morirá…no tan fácilmente – Estela mira en dirección hacia donde se fue Martin.
Paulo no encuentra las fuerzas para poder liderar al grupo, por lo que se encoje de hombros y agacha su cabeza, sin saber qué hacer ante tal inédito peligro:
– S-Se supone que iba a ser una mazmorra de Goblins…no una maldita Mazmorra Arácnida donde hay criaturas de clase A+ y una posible clase S. Esto rebasa por mucho mi experiencia. – Se descorazona Paulo, al ver como la situación es superior a lo que había imaginado.
Los gritos desesperados de los cazadores que intenta defenderse y aguantar hasta la llegada de Martin, resuena por la zona como alaridos de agonía.
Estela inicia la defensa para proteger a los cazadores más débiles:
– Magia de Viento: Cuchillas de Aire.
Una serie de ataques cortantes a base de poderosas ráfagas impactan en las patas y mandíbulas de las arañas que tratan de devorar a los más débiles:
–¡Paulo, apúrate! ¡Lidéranos! – grita Estela mientras mantiene sus dos brazos levantados hacia el frente.
Sin embargo, encuentra al líder de misión en un estado de shock, sin poder responder ni mostrar otra expresión más que la de palidez y una falta terrible de carácter ante el peligro extremo que están viviendo: