Octavio continúa atacando a Martin con el mazo, balanceando la enorme arma contra el cuerpo del cazador.
La diferencia entre ambos no parece tan grande a los ojos de los presentes que observan como Martin esquiva los poderosos ataques, aunque el presidente Oscar sabe que no es tal como todos lo ven.
Un solo golpe con el martillo le basta a Octavio para mandar a volar la mitad del gimnasio, causando que el lugar comience a derrumbarse:
— Maldición ese mocoso no tiene escrúpulos en desatarse. ¡Todos afuera de prisa! — Oscar ordena a todos los que están en el gimnasio, ayudando a la evacuación a las fuerzas de seguridad y a la espera del equipo anti desastre.
Martin se distrae un momento al ver a una joven mujer que viste de traje, con papeles en sus manos tropezar frente a la oficina de la que acaba de salir.
Inmediatamente Martin corre en dirección a la mujer para socorrerla:
—¡Hey, espera! ¡Esto no ha terminado! — Octavio persigue a Martin, pensando que está huyendo, pero al darse cuenta de que corre en socorro de la mujer, no lo duda y corre a la par del cazador para ayudar.
Al llegar a donde se encuentra la mujer, Martin la levanta entre sus brazos y se la entrega a Octavio:
— Ten, no te atrevas a abandonarla — lo mira serio.
— S-Si, como tu digas — Octavio responde anonadado ante las imponentes palabras de Martin— ¡E-Es genial! — piensa al verlo corre hacia las oficinas, en busca de personas que se hayan quedado atrás.
Después de que el edificio entero se derrumbara y la mujer que fue salvada, agradeciera tanto a Octavio como Martin, ambos son escoltados hacia las oficinas centrales en la capital federal para una charla con Oscar.
Las oficinas están abarrotadas de trabajo, llamadas incesantes, y constantes movimientos, todo lo que ocurre allí resulta anormal para todos, y el causante es solo una persona en concreto.
Con la llega de Martin a las oficinas centrales, las miradas caen sobre él, cómo cuchillas sobre su cuerpo, sin saber si es odiado o respetado, aunque el primer pensamiento que cae en su mente es que lo odian por tener mucho trabajo desde que se revelo como un poderoso cazador que puede rivalizar con los poderosos rango S+.
Es bien sabido que dentro de los rangos S existen diferentes rangos para tales cazadores. La primera etapa es rango S+, en la que actualmente puede pertenecer Martin. La siguiente es rango SS+, los más cercanos a ser parte del grupo elite del mundo conocidos como los 10 Altos Cazadores del mundo. Y justamente el grupo que hace la diferencia en sus gremios y el pináculo del oficio de cazador en el mundo, los 10 Altos Cazadores, un grupo donde se encuentran los más poderosos del mundo.
El poder de ese grupo es tan grande como todo el poder militar de las tres superpotencias del mundo, Estados Unidos, China y la Unión Europea, por lo que la meta de todo rango S+ es llegar allí, a la vez que es la de no meterse con ellos, ya que significaría el fin no solo para el mismo cazador, o gremio, sino también para su nación.
Los tres llegan a la oficina de Oscar, donde tienen una conversación muy importante, no sin antes regañar primero a Octavio por lo sucedido con el gimnasio:
— Lamento lo sucedido Martin— se disculpa Oscar por el comportamiento del novato.
— No, está bien enserio, pero ¿Qué fue ese recibimiento? — pregunta Martin.
— Bueno, quería probar de que esta hecho el cazador más poderoso de Argentina y Sudamérica. No tiene nada de malo — Octavio se justifica mientras desvía su mirada y se tira hacia atrás.
— Aaaahh, lamento esto Martin. Es que él hace apenas tres meses ha llegado al país, y no se supo contener, en nombre de la A.A.C te ofrezco mis disculpas.
—Enserio no se preocupen, nadie salió herido menos fallecidos, dime ¿de dónde eres Octavio?
— Soy argentino, pero mi padre es estadounidense y mi madre Tucumana. He vivido en los Estados Unidos al menos tres años, luego me fui a España hasta los diez años y regresé a Norteamérica para terminar la escuela primaria, preparatoria y bueno una cosa llevó a la otra y terminé mis estudios, pero nací aquí— responde mientras bebe agua que una de las secretarias les había traído hace minutos.
— Ya veo, aunque tu acento es demasiado porteño como para haber vivido tanto tiempo en España— dice Martin.
— Mi madre se esforzó mucho en enseñarme a hablar español criollo, supongo que también fue porque he vivido en una comida argentina durante mi residencia en Estados Unidos.
— Entiendo.
Oscar se levanta de su asiento y camina hacia una máquina de café recién llena de agua:
—¿Café? — ofrece el presidente de la A.A.C
— No, muchas gracias— responde Martin de manera educada.
— Tampoco— responde Octavio.