Marcos: “Tu” – mira fijamente a Martin– “¿Quién eres?” – pregunta al desconocido joven que esta frente a el
Martin: “Martin Felucci” – responde tranquilamente para evitar que el joven de frente no sienta tensión
Marcos: “No es seguro que estés aquí, te aconsejo que sigas el camino del norte, hacia mi pueblo y…”
Martin: “Lo siento, es que he venido por ti” – interrumpe con sentido del humor
Marcos: “¿Disculpa?” – abre sus ojos, dándose cuenta de que Martin no es alguien ordinario – “su acento no es de por aquí, ni siquiera es de esta provincia, no hay duda este tipo es de Buenos Aires” – aprieta sus dientes
Martin: “Hey, cálmate. No hace falta que uses tu magia” – le dice, viendo como la atmosfera ha cambiado de repente– “este chico se ha puesto muy agresivo muy de repente, esto podría terminar muy mal para ambos” – piensa cuidadoso
El portal detrás de Marcos se cierra completamente, al mismo tiempo que se acerca a Martin manifestando su elemento mágico con toda la potencia posible, el rayo.
Este elemento lo envuelve a Marcos en una especie de armadura color azul centellante:
Marcos: “No sé quién eres, pero no me agrada que alguien venga a decirme que viene por mi” – dice con rostro serio, recordando como hace tiempo fue obligado a irse de su pueblo, pero sin éxito alguno
Martin: “Me has entendido mal, yo…”– intenta explicar el motivo por el que ha ido a su encuentro, antes de que el chico se altere más de la cuenta
Marcos: “¡Vete a la mierda!” – interrumpe molesto
Al escucharlo tan agresivo, Martin intenta entrar en razón, pero el chico hace oídos sordos a las palabras del cazador.
Aumentando su velocidad de caminata, Marcos se acerca a Martin, quien intenta de alguna manera calmar al joven cordobés. Sin embargo, algo en verdad lo ha molestado como para ignorar las palabras de Martin.
Su armadura relampagueante color Azul le permite a Marcos moverse a una velocidad que resulta imperceptible, por lo que en su primer movimiento alcanza a lanzar un puñetazo dirigido al rostro de Martin, quien logra esquivarlo, pero a la vez le resulta sorprendente el manejo de tal magia:
Martin: “Cielos, es muy veloz” – piensa mientras esquiva un segundo ataque
A diferencia de otros cazadores, donde el combate cuerpo a cuerpo es limitado por sus armaduras o el manejo de un elemento natural que no usa velocidad, los ataques de Marcos resultan ser mucho más difícil de predecir, y de alguna manera atrae la atención de Martin.
Manipular un elemento tan agresivo como lo es el rayo, considerado como parte del grupo de cinco más violento, el solo hecho de atacar cuerpo a cuerpo, hace que el mismo poder ataque al enemigo. Con cada puñetazo que Marcos lanza, estos desprenden raíces eléctricas en el vacío producido por Martin al esquivar, logrando impactar en la piel del joven.
A pesar de ser superior en velocidad, Marcos alcanza su límite, y lentamente los brazos comienzan a quemarse, al igual que sus hombros, piernas, y mejillas:
Marcos: “Maldición, he usado no más que diez minutos esta técnica de armadura del rayo y ya alcancé mi limite. Tengo que acabar a este tipo rápidamente y volver al pueblo”
Antes de que el tiempo se agote, Marcos da un paso hacia el frente, con sus brazos hacia atrás, preparado para su ataque con el que planea derrotar a su rival:
Marcos: “No me culpes por esto que ocurrirá, mejor culpa a tu jefe, ese bastardo me las pagara muy caro por el daño que ha hecho a mi pueblo”
Martin: “¿jefe? Oye, espera un momento, ¿de qué jefe me hablas?”
Marcos: “Tú sabes de que hablo, ese bastardo de Uriel del gremio Toppo de Buenos Aires”
Martin: “Estas equivocándote de nuevo y…”
Marcos: “Ese bastardo, dale mi mensaje…me vengare por lo que le has hecho a mi pueblo y a mi madre…hijo de p…”
En ese momento, un escalofrío invade el cuerpo de Marcos, obligándolo a bajar los brazos por completo, dándose por vencido mientras gira lentamente su cabeza, encontrándose con Martin, quien lo toma por el hombro:
Marcos: “¿C-Como es que ha llegado hasta ahí? Hace un momento él estaba frente mío” – piensa sorprendido, con pánico dibujado en su rostro, inmovilizado ante la presencia imponente de Martin– “¿Quién eres?” – pregunta al quedarle en claro que no está con Uriel, pero tampoco es alguien ordinario, eso le queda muy claro
Martin: “Primero cálmate Marcos, no soy tu enemigo, y mi intención no es hacerte daño, ni a ti ni a tu pueblo. Segundo, he venido a petición de Oscar”