Martin: “¿Huh?” – se sorprende por la acción de la chica – “¡o-oye! ¿Qué estás haciendo?” – pregunta incomodo, con la chica aferrándose fuertemente a su torso
Macarena: “Estuve esperando muchos días” – responde con sus ojos cerrados y los brazos rodeándolo con fuerza
No habiendo sido suficiente, la turba enfurecida reclama a base de insultos y gritos, que la chica sea entregada para ser castiga, esto sin duda sorprende al grupo, que no puede creer cuan arcaica es la gente de ese sitio, metiéndose con una chica de apenas 15 años hasta el punto de querer golpearla.
Esto hace pensar a Martin en cuan mal esta la sociedad, aun en época donde la verdadera crisis que podría destruir lo conocido, son las mazmorras.
Los ojos azules de la chica se abren de par en par y levanta la mirada hasta Martin, encontrándose con los de el:
Martin: “¿Te encuentras bien? Tienes el brazo lastimado” – intenta no toca la herida que parece haber sido producida por algo filoso, y mira fijamente la herida en la frente de ella por la piedra que le han arrojado
Macarena: “Descuida, fue solo un golpe pequeño” – responde con una inocente sonrisa de hermana menor
La actitud de las personas, y la pobre condición de la chica hace que Martin sienta asco y odio a ese grupo de desalmados que se atreven a desquitarse sin entender las cosas con una adolescente, cuyo pasado y vida es desconocida, sin siquiera preguntarle porque está sola en tal sitio.
Marcos y Laura se acercan a ellos y se detienen para evitar que Macarena sufra otra agresión cobarde, interponiéndose en el camino:
Laura: “¿Te encuentras bien? Ya estas a salvo, te protegeremos” – se acerca a la chica, y le acaricia la cabeza para calmarla
Marcos: “Tenemos que salir de aquí, antes de que pase a mayores esto” – le dice a Martin
Sin embargo, ve como Martin avanza hacia la multitud que llega a unas cien personas armadas, como si estuviera preparándose para una guerra. Pero solo es el actuar de un grupo de ignorantes que al no saber comprender algo, llevan a que sus instintos más bajos se sacudan como un terremoto, llevando a que intenten matar a golpes a una chica que podría ser la hija, nieta, hermana, o sobrina de muchos presentes.
De nuevo, el líder del grupo exige que la chica se entregue para ser castiga:
“Tu, el chico de allí, entrega a esa zorra para recibir su merecido castigo”
Martin: “¿Qué ha hecho para merecer esta agresión?” – pregunta, serio sin temor a las reacciones – “no tiene sentido que estas personas quieran hacerle daño a ella” – piensa intrigado
“Esa mocosa de mierda, ha herido de gravedad a mi hijo mayor, ahora está siendo llevado a un hospital porque tiene perdidas de sangre enorme. ¡Maldita zorra, vengare a mi hijo!” – grita, iracundo con la voz en alza de la multitud que lo apoya
Macarena: “E-Eso es mentira, yo solo esperaba sentada junto a estos baños y el vino a atacarme” – reúne todo el aire que puede – “¡el intento violarme, rasgando mi ropa y golpearme en el brazo con un pedazo de vidrio!” – grita con todas sus fuerzas – “por favor créanme, no es como lo dice, yo solo estaba esperándolos, tienen que creerme” – les pide a Martin y los demás, con desesperación y lágrimas brotando sin control
Después de tal grito honesto, las personas comienzan a murmurar cuestionando lo sucedido según esa persona que los lidera.
Sin embargo, para él, las palabras de la chica no son más que habladurías, y lo que importa es la venganza por haber visto como picos de arena lo atravesaron desde el costado de su cuerpo:
“No se dejen engañar, las palabras de una zorra son solo para seducir, nunca saldrá algo inteligente, ni siquiera la verdad. Vamos, tenemos que darle una lección”
Martin: “Ya tuve suficiente de esto” – da unos pasos al frente – “no sé qué clase de mentalidad tengan, pero el meterse con una chica solitaria en medio de este lugar pútrido, lleno de degenerados orinando en cualquier sitio, emborrachándose y durmiendo semidesnudos en el suelo, si piensan que ella es la zorra y no ustedes malditos idiotas degenerados y estúpidos violentos arcaicos, entonces tendremos que usar la fuerza suficiente para demostrarles cuando hay alguien más poderoso que no teme a los números” – advierte con una agresividad abrumadora
Para Martin, la lógica de ellos es solo impartir justicia por mano propia según lo que se le da la gana y en base a sus creencias antiguas y retrogradas. Pero lo que, en verdad molesta al joven, es el hecho de que se haya llegado al extremo de hacerle daño.
Sus ojos se envuelven en destellos rojos ardientes, mientras que, con cada paso, el suelo tiemble con fuertes sacudidas como si fueran pisadas de gigantes.
Todos lo miran con temor en sus corazones. Poco a poco se dan cuenta de que no es alguien ordinario, e inmediatamente huyen del lugar mientras tiran los objetos con los que iban a lastimarla a la chica, solo quedándose el hombre, sin poder moverse de su lugar, mirando como aquel joven se acerca hasta su encuentro, y aunque tienen casi la misma estatura, el violento hombre siente como la diferencia entre ambos se hace cada vez más impresionante.