Capítulo 29: En la Mira del enemigo

Días después y sin saber nada de Martin, la impaciencia de Estela crece enormemente, tanto que Octavio comienza a preocuparse por ella. Ni siquiera su té favorito, el de canela, ha logrado mermar su preocupación por Martin.

Desde que Martin se ha ido a las tres provincias de la lista, no ha habido nada por parte de la A.A.C, inclusive la secretaria de Oscar no ha aparecido para informar sobre la chica de Tucumán, inevitablemente Estela sospecha de que algo no anda bien. Aun así, ella se ha dado cuenta de los intentos de Octavio por levantarle el ánimo, por lo que le sonríe gratamente:

Estela: “Muchas gracias Octavio, en verdad no sabría que hacer sin ti aquí”

Octavio se levanta de su asiento, muy sorprendido y sonrojado por las palabras tan honestas de ella:

Octavio: “N-No no, solo lo hago por Martin” – dice nervioso, hasta que vuelve en si y devuelve el gesto con una sonrisa – “Además eres mi amiga, no podría verte mal”

Estela: “Lo sé, es que ese tonto…grandísimo tonto no se ha comunicado conmigo. Tampoco Ana, ni la asociación en sí mismo, siento que algo no está bien”

Octavio: “Quizás estas muy cansada, no has dormido nada en estos días”

Estela: “¿Tú dices?”

Octavio: “Es una posibilidad, deberías relajarte, hablamos de Martin. Estoy seguro que el podrá con esto”

Estela: “Si, él ha demostrado ser capaz y mucho más. Pero aun así siento que algo está fuera de lugar”

Octavio: “¿Sera el escritorio? Podríamos cambiarlo de lugar” – observa el escritorio

Estela: “No, no me refiera a eso” – ve como su amigo y compañero de gremio calcula el tamaño del mueble de madera

Durante la tarde, ambos almuerzan comida hecha recién comprada de un negocio exclusivo de carne asada. Estela se había pedido un poco de pollo y guarniciones de papas con ensalada, mientras que Octavio, dejándose llevar por su bestial apetito, una insólita cantidad de carne y papas fritas. Esto debido a su cantidad de calorías quemadas como tank.

Estela prueba la ensalada, encontrándola muy deliciosa y disfrutable al tacto con sus papilas gustativas, y Octavio se dedica a devorar casi sin llegar a degustar civilizadamente su comida:

Estela: “Deberías aprender a comer “– aconseja a su amigo

Octavio: “Bueno, eso seguro. Pero cuando tienes mucho gasto de energía, eso ya no importa, solo llenar tu estomago” – responde con su boca llena y arrojando al suelo pedazos de la carne

Estela: “Mas te vale que limpies el suelo”

Octavio: “¡Si, señora!”

De la puerta se escuchan golpeteos suaves, exactamente tres pequeños golpes. Octavio se pone de pie y camina hacia la puerta:

Estela: “Oye, ¿no quieres que vaya yo?”

Octavio: “Tranquila, tu sigue degustando, yo veré quien es”

Octavio llega a la puerta y abre lentamente, viendo a la secretaria Ana detrás de la misma, junto a dos personas más. En un principio Octavio mira con desconfianza a los dos que acompañan a Ana, pero tratándose de ella, alguien muy confiable que sirve a Oscar no hay ningún problema por lo que abre la puerta en actitud despreocupada:

Octavio: “Hola Ana, ¿Qué tal todo? Vaya sorpresa”

Ana: “Si, todo va uy bien. Veo que están almorzando, buen provecho”

Octavio: “Gracias”

Estela: “Ana, ¿sucedió algo?” – se acerca intrigada por la visita

Ana: “En lo absoluto, hemos venido para hacer las presentaciones”

Estela: “¿Presentaciones?”

Ana: “Estoy segura que han leído el correo que enviamos hace unos días”

Estela mira el escritorio, completamente vacío, recordando que le había pedido a Octavio que arme la computadora para comenzar con los preparativos, así como archivar todo lo que han hecho, reclutamiento, administración del dinero, misiones de mazmorra etc. En ese momento dirige su mirada furiosa a Octavio, quien intenta alejarse sutilmente de su rango de visión:

Ana: “Como sea, hoy es un día demasiado cargado de cosas, sepan disculparme lo brusco, pero creí que sería buena idea presentarlos”

Estela: “No, no es brusco, pero presentaciones ¿de qué?”

Ana: “Ellos son Julio Doménico y María Maeng, serán los nuevos miembros del gremio”