En los pasillos fríos y solitarios del Hospital, espera sentado en el suelo un Martin tan profundamente triste, que ni Marcos, ni Macarena, tampoco Laura, se animan a decirle algo, solo las profundas condolencias por lo que ha pasado, y que, si necesita algo, lo que sea, que puede contar con ellos. Pero solo una frase sale de su boca durante horas, con sus ojos hinchados y una vulnerabilidad que entristece a los demás a su alrededor:
Martin: “Solo…yo quiero estar solo…por favor” – dice con voz temblorosa
El lugar que estaba abarrotado de agentes y policías, ahora está desierto por órdenes de Oscar, todos esperando afuera y lo que puede llegar a suceder más tarde.
Desde su sitio, el cazador espera a que su amada y compañero puedan superar la grave crisis que han traído los del gremio Fortaleza, y que acabo con tal desgracia.
Marcos y Laura se acercan solo para estar a metros de él, mirándolo compasivamente, pero no por lastima, sino de un profundo respeto por alguien que ha salvado la vida de uno de ellos y que ahora necesita ayuda, que de alguna manera está rechazando para no dañar a nadie:
Laura: “Ha estado así desde que llegamos. ¿No hay algo que podamos hacer?” – pregunta mientras lo ve arrodillado, posición que no cambio en horas
Marcos: “Él nos ha pedido que no hace falta hacer nada”
Laura: “Y esa mujer que salió de esa habitación, ¿no resulta extraña?”
Marcos: “Ahora que lo dices puede ser, pero si se conocen no creo que haya problema”
Laura: “Aun así, verlo tan decaído, es demasiado angustiante” – deja escapar entristecida
Marcos: “No se puede evitar Laura, son decisiones personales, lo mejor que podemos hacer es respetarlo y…”
Detrás, una voz femenina los hace exaltar, moviéndose hacia delante:
Arakneida: “Lo mejor es dejarlo”
Marcos: “Demonios, me hiciste asustar” – se toma del pecho por el susto
Laura: “¿Quién eres?”
Arakneida: “No tengo que responderles”
Marcos: “¿Huh?”
Arakneida: “Pero por orden de mi señor, estoy obligada a contarlo, solo si ustedes y la otra pequeña guardan el secreto”
Laura: “Entiendo”
Marcos: “Esta bien, cuéntanos todo lo que puedas”
Arakneida lleva a la pareja a la cafetería, donde los espera Macarena quien ya fue convocada por el monstruo arácnido, sin saber la clase de historia que tiene Martin oculta, y el poder que alberga.
Después de que el grupo se retira, Julio y María llegan apresurados hasta la puerta de la habitación donde están Estela y Octavio, allí se encuentran con Martin arrodillados y mirada sobre el suelo, y brazos caídos.
Al escuchar los pasos que llegan hasta el, levanta su triste mirada hacia los dos cazadores recientemente incorporados en el gremio Victory, ambos se inquietan por tal persona demacrada, y rápidamente se dan cuenta que es Martin, su líder y maestro:
Julio: “H-Hola Martin, es un placer, aunque las circunstancias no seas las mejores” – extiende su mano, pero sin respuesta alguna la retira – “Venimos en cuanto supimos de lo sucedido, mis disculpas ante todo”
María: “Julio” – le golpea el brazo con su codo – “Se más educado con la situación”
Julio: “Lo siento mucho”
Martin: “N-No…está bien” – responde en tono débil – “Se quienes son…y les doy la bienvenida…Julio…María”
Por un momento, Julio ve cuanto ha pesado el cobarde ataque brasilero sobre el gremio, culpándose a si mismo por no haber estado y dado apoyo para ayudar a que tal resultado se haya dado. Su querida esposa lo toma con fuerza de la mano, ayudando a despejar sus malos sentimientos y lograr alcanzar a Martin, quien no posee la fuerza necesaria para seguir, no al menos hasta que se recuperen de las graves heridas.
Mientras intentan charlar con él, Julio se sienta a su lado, dejado un espacio entre ellos que es donde se encuentra la puerta. Antes de decirle unas palabras intercambia miradas con María, para que se retire unos momentos y así dejar que hablen a solas:
Julio: “Enti…”
Martin: “Llegue tarde ¿sabes?” – interrumpe – “No pude hacer bien mi trabajo, no evite que ese cazador muriera de una manera horrible, ni pude evitar que Octavio sea lastimado a ese grado, ella…” – aprieta su puño y llora – “este es mi mayor fracaso, jure desde que mi padre falleció tan solitariamente en aquella mazmorra, que nadie más moriría…que jamás llegare tarde, pero…”