Sin inmutarse ante el despliegue gigantesco de energía por parte de Daniel, Martin mantiene su mirada fija en él, suponiendo que es el culpable principal del ataque al gremio, y quien dejo gravemente heridos a Estela y Octavio.
Algo intenso comienza a adoptar forma en el argentino, una ira casi irracional hace que su corazón se acelere, al mismo tiempo que la propia respiración se vuelve errática. Desea con todas sus fuerzas romperle el cuello, y las imágenes de Estela postrada en una cama del hospital, con decenas de tubos, cables y maquinas que la mantienen con vida, solo elevan a niveles peligrosos su instinto asesino.
Sin darse cuenta, la tierra empieza a temblar, y el cielo nocturno empieza a tornarse gris, las arañas que aun combaten, presienten la peligrosa presencia de Martin y su energía desbordando, y rápidamente huyen de la zona, regresando a los portales que llevan abiertos durante casi dos horas.
Daniel se queda inmóvil en su sitio, y apenas le sostiene la mirada a Martin, temblándole las manos:
Daniel: “Vaya, sabía que eras alguien fuerte, jamás me imagine que fuera algo poco justo”
Martin: “¿Tu…fuiste el que lastimo a Estela y Octavio?” – pregunta temblando de los nervios, apunto de volverse loco
Daniel: “No lo tomes a mal” – le responde intentando mantenerse fuerte ante el – “pero son solo negocios que mi maldito maestro mantiene con otras personas”
Martin: “Pero no tuviste piedad con ellos, solo los atacaron porque no me encontraron, ¿cierto?”
Daniel: “Si sabes la respuesta, no hay nada más que responder”
Martin: “Tienes razón…” – aprieta su puño, tratando de calmarse – “tienes toda la razón”
El brasilero siente como la sangre se vuelve helada, y las piernas no pueden moverse. Observando al argentino, Daniel ve como una cantidad insana de magia sale de él, mucho más que antes de responderle a sus preguntas.
Después de respirar varias veces, logra calmarse un poco y por solo unos segundos, hasta que deliberadamente lanza un violento puñetazo al estómago de Daniel, que acaba por enviarlo contra el muro y atravesándolo, impacta contra un edificio al otro lado de la calle:
Martin: “Atacaron y lastimaron gravemente a mi amigo, y a la mujer que amo, es justo devolverles el favor”
El Maestro del gremio siente pánico y horror al ver como su cazador más fuerte y de los más poderosos del mundo acaba por ser vencido de un solo golpe, y solo ve su gremio en llamas con tal impotencia que se derrumba moralmente. Los primeros pensamientos que golpean a su mente es la grave equivocación que cometieron al meterse con tal persona y como podría sobrevivir a tal destructivo ataque por parte de los argentinos:
Martin: “Tu” – se voltea hacia donde se encuentra José – “eres el maestro del gremio, ¿Qué dices a tu favor?”
José: “¡Yo no tuve nada que ver con el ataque a tu gremio, se suponía que era un recordatorio para hacerte entender tu lugar!” – le explica en plena crisis nerviosa
Martin: “Pero eres su maestro, eres quien le da órdenes. Y la orden para venir a mi país y atacarnos, vino de ti”
La expresión de seguridad que caracteriza a José, por sus éxitos en los negocios, en el amor y en la política, llevándolo a adoptar un perfil extravagante y nauseabundo a los ojos de cualquiera que entable una breve o larga conversación, desaparece ante la presencia de Martin, haciéndolo doblegar por el gigantesco poder que posee, más bien el brasilero es humillado sin siquiera poder defenderse. A medida que los segundos pasan, los alaridos de dolor de cazadores comienzan a callar, y los gruñidos de arañas desaparecen por la huida ante el poder expulsado de Martin:
Martin: “Creo que te has quedado sin cazadores, al menos sin heridas”
José: “¿Sabes que esto puede terminar con una guerra? ¡tú no puedes hacer esto!”
Martin: “Es muy fácil declarar la guerra a un país, ¿verdad? sobre todo hacia aquellos que han sido bastardeados”
José: “Las leyes internacionales, protegen…”
Martin: “¿Protegen o privilegian? Sabes que no es cierto, ni siquiera te lo crees tú mismo. Si un país tiene al menos un cazador rango SS+, se le entrega privilegios, si quisieran atacar a un país por algún recurso, podrían hacerlo. Sabes de que países hablo, y que clase de cazadores, los altos rango” – interrumpe con palabras crudas y firmes
José: “¿Qué mierda es lo que quieres?”
Martin: “Atacaron a mi gente, destruyeron mi gremio y atentaron contra mi país” – lo toma del cuello de la ropa y tira de ella – “no quería conflicto con nadie, solo quiero vivir en paz, pero ustedes solo me han fastidiado” – lo mira a José, mientras sus ojos se vuelven rojos llamas – “no tengo más que decir, solo…dile adiós a tu gremio, bastardo hijo de…”