José ve horrorizado como todo el complejo fue destruido por un puñado de argentinos, personas a quienes más odia, pero lo que más funde en odio su ser hasta cegarlo completamente, es el que su orgullo como maestro, cazador y hombre de negocios haya sido manchado de una manera tan patética como la de ser superados a pesar de los números y rangos:
José: “N-No puede ser…” – se pone de pie y camina tambaleante hacia Martin y Daniel – “se suponía que nuestros números jamás podrían ser vencido”
Martin se voltea y mira a un José perturbado, con la mirada muerta y murmullos hirientes hacia Daniel saliendo de su boca:
Daniel: “José, todo termino, deberías rendirte”
José: “¿Qué? Tú tienes las agallas de decirme lo que debo hacer, ¿huh? aun después de que te acogí a ti y tu moribunda madre, ¿así es como me agradeces todo lo que he hecho?”
Daniel: “Ya no seguiré formando parte del gremio, puedes quedarte con tus recursos y lo que quieras”
José: “Con que así lo prefieres, será un placer dar la orden para que dejen de suministrarle la atención médica y ver como se caga muriendo, ja…jaja” – lanza extrañas carcajadas mientras aprieta sus dientes
Daniel: “No puedes hacer eso, debe haber un tiempo para dejar de suministrar la medicación, sino podría sufrir un…”
José: “Un ataque cardiaco o un ACV, ¿crees que no lo sabía? Pobre estúpido, hasta tus queridas amigas Samantha y Damina lo sabían, y jamás te lo dijeron”
Después de decirle esa verdad, Daniel se desmorona completamente, ahora que su madre podría morir y quienes eran sus amigas resultaron ser personas que no eran de fiar, el ya no cree en lo que la gente diga, o, eso es lo que el comienza a creer, porque alguien le toca el hombro y obliga a levantarse de nuevo:
Martin: “No te dejes caer por sus palabras, siempre habrá algo que te haga salir del fondo de ese abismo”
Daniel: “¿Martin?” – mira la espalda de quien fue su enemigo hace momentos
Martin: “No te perdonare por lo que has hecho, pero menos aun a quien disfruta del dolor de las personas y sus seres queridos”
José: “Oh, veo que quieres arremeter contra mí, ¿huh? te reconozco como alguien muy peligroso, pero, aunque fueras poderoso no estas fuera de los límites de la ley, ¡recibirás una condena internacional por eso! Mientras te pudras en la cárcel yo me reiré de ti en mi mansión de Rio de Janeiro y…” – se mofa de Martin, intentando quebrarlo
José se calla repentinamente, al ver la figura resplandeciente de Martin, que es impactado detrás de el por los rayos del sol matutino. Sin importar las cosas que siga diciendo, el argentino no se inmuta, como si hubiera comprendido que lo que José diga no importa, no le afecta:
José: “¿Q-Quien mierda eres?” – pregunta, notando como de la figura de Martin sobresale una intensa aura roja
Martin: “Entiendo que desde tu posición eres intocable e influente” – se acerca a José lentamente
José: “¡V-Vete de aquí, monstruo!” – grita en pánico, mientras agita su mano, intentando impedir el avance del joven
Martin: “No tengo nada en tu contra, pero se atrevieron a atacarnos por un estúpido infeliz sin códigos ni moral, ¿aun esperaban que lo aceptáramos?” –se acerca hasta quedar cara a cara con José
José: “Todo fue parte del negocio con ellos, ¡¿no lo comprendes?!”
Martin: “Solo comprendo que enviaron al hospital a una chica y un chico. Esa chica es la persona que amo y ese chico es alguien cercano a quien considero amigo…” – acerca su rostro hacia José, penetrándolo con la mirada, y encerrando su alma en un ciclo sin fin de tortura producido por la peligrosa aura que actúa como una especie de veneno para el alma
José: “¡P-por favor, te lo ruego!” – le pide entre lagrimas
Daniel: “Es increíble, no tuvo necesidad de pelear con José, solo está intimidándolo al punto de dejarlo llorar, Martin es realmente increíble. ¿Cómo es que un cazador con tal poder no es un alto rango?” – mira impresionado el poder de Martin
Martin sonríe y deja de torturar el alma de José, dejándolo desmayado sobre el suelo y con un severo trauma, posiblemente de volver a tener un enfrentamiento tan desigualdad:
Martin: “Daniel” – dice sin voltearse
Daniel: “¡S-Si!” – sus hombros saltan al ser mencionado por Martin
Martin: “Quiero saber qué piensas y que harás a partir de ahora”
Daniel guarda un momento de silencio, pensando en que podría hacer, ya como una especie de agente libre, sin gremio al que ir y con la salud de su madre pendiendo de un hilo, completamente solo al descubrir que quienes eran sus amigas de toda la vida, solo vivían para satisfacer sus deseos y placeres personales.