En la Asociación Argentina de Cazadores…
El caos que desde hace días se había producido, se multiplicaron de manera enérgica, decenas de oficinistas y cazadores corren de un lado hacia el otro por los pasillos y el salón donde sonidos digitales y metálicos, hojas caerse al suelo y agitados movimientos, muestra que las cosas están terriblemente mal.
Oscar trabaja en su oficina, en silencio y con pilas de documentos, hojas impresas, gráficos y fotografías que al menos alcanzan los casi metro y medio. Tal es así que junto al presidente se han acumulado unas doce tazas de color pastel, y en sus restos se haya café, y no dale común sino del fuerte y que no permitiría que quien lo beba, pase un solo minuto de sueño.
La condición del hombre es algo penosa, pues sin haber dormido por días, las ojeras eran prominentes en su rostro, apenas puede mantenerse erguido y ciertamente el solo hecho de mirar al sofá de su oficina, a solo metros de él, es suficiente como para que caiga al suelo, desmayado por el sueño.
Una de las secretarias de Oscar entra a la oficina, mostrando un rostro que, si bien es precioso a la vista, no queda exenta de verse demacrado por el cansancio. Esta señorita porta una pila pequeña de documentos destinada a que el presidente cumpla con su trabajo, pero la expresión de este es puramente de desagrado por tener que seguir trabajando en tales condiciones. Una vez la chica se marcha, Oscar abre sus ojos y mira a un costado muy cerca de la puerta, encontrándose con una silueta femenina sentada en el sofá:
Oscar: “Creía que estabas en una misión importante, señorita Arakneida”
Arakneida: “Lo estoy, mi copia está protegiendo a mi señora, una habilidad muy útil obtenida hace poco” — se pone de pie y camina hacia Oscar, revelando una nueva apariencia, mucho más atractiva y poderosa — “pero tengo que hablar contigo”
Oscar: “Esa apariencia” — deja escapar, impactado ante tal belleza de mujer, aunque fuera un monstruo con su forma humana, pero lo que más le llama la atención es la abrumadora aura que la rodea — “esta chica… ¿Qué le pasó? Siento que su poder a explotado a un nivel diferente” — piensa sorprendido
Arakneida: “¿Vas a escucharme?”
Oscar: “Oh, sí, claro. Toma asiento” — le hace seña para que se siente sobre la silla de madera apostada frente al escritorio — “dime ¿Qué sucede?”
Arakneida: “Puedo ver que hay mucho trabajo aquí, significa que algo ha pasado en la Antártida ¿cierto?”
Oscar: “No puedo esconderlo, obviamente perdido contacto con el grupo y estamos intentando saber que pasó. Inclusive estamos movilizando muchas tropas y cazadores”
Arakneida: “Mi situación es la misma, pero ahora pude recuperar la conexión. Aun así, tenemos problemas graves y por eso hay que prepararse con todo lo que tengamos”
Oscar: “¿Eh? Y-Yo…no entiendo a qué te refieres” — se toma la cabeza y suspira — “hace días no duermo y mi cerebro…”
Arakneida: “Oscar”
Al escuchar su nombre desde la boca de Arakneida, este mira como su rostro se encuentra serio, y por ese motivo debe corresponder con la misma seriedad:
Arakneida: “La Antártida ya no forma parte de este mundo”
Oscar: “¿Qué? ¿puedes explicármelo?”
Arakneida: “En una primera instancia, yo también me preocupe porque no podía comunicarme con mi señor. Luego me di cuenta que no había fallo algún, salvo por un tema…” — se detiene, dando un pequeño silencio tétrico — “el continente completo se ha convertido en una mazmorra, por completo”
Sintiendo muchos nervios, intriga, y miedo por lo que este sucediendo en aquel lugar, Oscar no puede creer que eso ocurra, siendo que para volver un territorio de otro mundo en una mazmorra entera se requieren cantidades masivas de maná y mucho más si es un continente entero. Esto repercute mucho más en el presidente, puesto que jamás habían predicho que tal suceso fuera real, y que posiblemente la existencia de un monstruo cuyo rango sea imposible de medir, este detrás de todo:
Oscar: “Necesito procesar bien esto” — no alcanza a vislumbrar la magnitud de tal terrible asunto
Arakneida: “Lamento decirlo, pero no tenemos el tiempo necesario”
Oscar: “Dime una cosa”
Arakneida: “¿Qué?”
Oscar: “¿Y tú, porque razón no has podido comunicarte con Martin? Tengo entendido que tienes una habilidad llamada Lazo ¿cierto?”
Arakneida: “Como bien te explique la última vez que hablamos, esa habilidad permite que estemos en contacto, pueda también sentir las emociones de mi señor y muchas cosas más. Pero durante estos días, más precisamente desde que entraron a la Antártida, perdí todo contacto con él, por lo que empecé a sospechar…ahora que es cierto que el continente se volvió una gigantesca mazmorra, no tengo más dudas”
Oscar: “¿Qué significa?”
Arakneida: “Si una mazmorra de rango menor al mío se manifiesta, yo no sufriré consecuencias, ahora si una de mayor rango al mío surge, pierdo contacto como lo es este caso. Porque hay un agente interno que me impide”
Oscar: “Eso quiere decir que hay un monstruo de rango mayor al tuyo ¿eso es lo que quieres decir?”
Arakneida: “Me temo que es peor que eso, posiblemente sea el Emperador Gigante de la Escarcha el que está detrás de todo”
Oscar: “Espera un momento, entonces si pudiste recuperar tu conexión con Martin, significa que tu rango ahora…”
Arakneida: “Aún es pronto para estar seguros, es cierto que logre evolucionar” — levanta su mano, abre y cierra su puño del cual brotan burbujas toxicas mientras continúa explicando — “hasta fue sorpresivo para mí. Pero no puedo dar más detalles hasta no estar segura de todo. La realidad es que, a pesar de haber recuperado mi conexión, solo puedo sentir, pero no hay comunicación. Es extraño”