A falta de solo un día para iniciar el ataque masivo contra los humanos restantes y desperdigados por diferentes puntos en el continente, Glermorog, emperador gigante de la escarcha se reúne con sus comandantes de manera física, abriendo una mazmorra que conecta los extremos de la misma como si fuera un puente, a excepción de Lorkamos, quien, por un asunto propio del increíblemente poderoso señor de esa mazmorra, se ha decidido no involucrarlo.
El lugar de la reunión es en un castillo tan grande como el mismísimo Monte Everest, casi inalcanzable para los humanos ordinarios, y en el medio inferior, donde se encuentra la base de esta, se alza la estructura que parece impenetrable, construida por no solo hielo sino también cristales, fuertemente custodiado por infinidad de criaturas, como trolls de diferentes clases, inclusive de fuego, gigantes de escarcha, los titánicos, también de fuego, y hasta montados en mamuts. Si se decidiera una incursión allí, se necesitaría ir a enfrentar esas fuerzas con un grupo de cazadores mínimo rango A+ ya que ninguno de esos monstruos baja de ese rango. Posiblemente la mazmorra más peligrosa en la actualidad, inclusive más que la que está en la Provincia de Salta, pero un tanto menos explosivo, ya que por esa razón nadie se ha percatado que la Antártida se transformó en el nido de gigantes tan peligrosos, sobre todo del emperador gigante de la escarcha.
Como tema principal para dicha reunión, Glermorog explica la situación del troll de hielo, a quien acusa de traidor y que forma parte de la fuerza humana, solo conociendo su naturaleza y que desde hace días sabe sobre la existencia de una humana que acompaña a los monstruos con cierta simpatía por la cultura humana:
Glermorog: “Es importante que ese bastardo malagradecido tenga su merecido. No olviden que es quien ha traicionado a nuestra raza”
Ingor: “Se sabe qué hace tiempo tiene interés por los humanos, hay que saber cómo golpear en el punto y momento exacto. Tenemos que destrozar a los humanos que protegen” — dice con la maza golpeando su hombro — “¡Jaaa! ¡ya deseo enfrentarme a Lorkamos, siempre ha rechazado mis desafíos, aun cuando en fuerza estamos casi igualados!” — ríe mientras golpea su enorme barriga
Gelial: “Creo que olvidas un hecho importante, y es la presencia del humano portador de la marca imperial. Si los rumores son ciertos, podría aplastarnos sin esfuerzo” — explica con voz esquelética
Glermorog: “A pesar de todo eso es una amenaza demasiado considerable. Nunca los emperadores hemos subestimado la capacidad destructiva de ese poder, y no empezaremos ahora”
Gelial: “Aun si estamos pensando la manera de vencer a esos humanos, nunca podríamos en realidad ¿cierto?”
Glermorog: “Si lo piensas desde esa lógica…no, no hay oportunidad”
Gelial: “Entonces, perdemos el tiempo”
Entre las sombras, Glermorog revela su imponente apariencia al acercarse hacia Gelial. De entre las criaturas de elemento hielo, no existe un ser como el gigante cuya apariencia se asemeja a los enanos de la mitología nórdica, barba larga color gris y que llega hasta la cintura, cuernos naturales que salen de ambos costados de la cabeza, ojos tan azules como el claro del cielo, musculatura prominente con venas que permanecen hinchadas todo el tiempo. Su armadura consiste en una pechera abierta, revelando su musculatura, y una prenda inferior que cubre hasta las rodillas, guantes de piel y un hacha que podría partir un autobús con apenas el suave movimiento del monstruo.
A simple vista solo parece un monstruo de tamaño medio, ya que sus casi 3 metros no aparenta lo que en verdad es, pero lejos de que su estatura sea algo negativo, la cantidad de energía que expulsa con cada paso hasta llegar al elemental de hielo es tan intensa, tan insana que las paredes se agrietan, Ingor no evita caer de rodillas y Gelial sucumbe de igual manera ya que sabe que sus palabras acaban de molestar al más fuerte y poderoso individuo de entre los gélidos:
Glermorog: “Intentar exterminar al usuario de la marca imperial…” — golpea levemente el suelo con la punta de su hacha, abriéndose una grieta mientras acerca su rostro hacia el temeroso Gelial — “nunca es una pérdida de tiempo ¿está claro?”
Gelial: “…”—asienta con su cabeza
Glermorog: “No te oigo” — acerca su oído, que a la vista de Gelial, es gigantesco, pero solo siendo su impresión de lo imponente que es Glermorog
Gelial: “S-Si, mi señor” — agacha su cabeza
Ingor: “Aunque fuera una equivocación de parte de ese saco de esqueleto helado, tiene sentido lo que dice ¿Cómo venceremos al usuario imperial? ¿no se supone que es infinitamente más poderoso que cualquiera?”
Glermorog: “Si, pero no es nuestra especialidad pensar planes complejos, ni tampoco ser estrategas. Lo único que haremos será envestir con todo lo que tenemos, y si queda alguien con vida, lo aplastaremos, machacaremos, destrozaremos, hasta poder encontrarlo…y en ese momento…tener la mejor batalla de mi vida”
Ingor: “Si, había olvidado que es adicto a buscar enemigos fuertes” — piensa el gigante con entusiasmo de tener la misma sangre guerrera que le permite amar las batallas