Le ha tomado solo un puñetazo a la emperatriz para que Esfutyox se diera cuenta que la verdadera amenaza ya está en su mazmorra. Ni los subordinados que le son leales a un nivel feroz, ni los soldados quieren acercarse a los intrusos, temerosos de encontrar su final frente a él.
El camino hasta el palacio es directo, sin ataques ni nada que le impida llegar al emperador insecto. Gracias a la constante expulsión de aura de Martin y la marca imperial es que este llega a su enemigo.
Martin mira a su alrededor, encontrándose a miles de monstruos insectos que observan a la distancia:
“Percepción Imperial”
Como un sonar, Martin logra detectar no solo a los enemigos a su alrededor en un rango de muchos kilómetros, sino que clase, rango y el estado en que se encuentra, si es hostil, si es temeroso o neutral:
Martin: “Al menos 100.000 monstruos en un rango de 20km. La mitad está en estado de hostilidad y temor hacia mí y Arakneida. El resto observa” — analiza la situación
Esfutyox: “Maldito seas humano” — se levanta de los escombros mientras maldice al cazador — “tienes agallas como para lanzarte a mi territorio, pero esa fue tu gran equivocación”
Martin: “Emperador Insecto, Esfutyox” — piensa para sí mismo — “este tipo no parece fuerte, pero por lo que Arakneida me dijo antes de venir, su velocidad es de las más grandes a comparación con los otros enemigos que enfrentamos” — añade
Esfutyox expulsa su aura color amarillo acompañado de un chillido de insecto, chocando así con la roja de Martin y provocando fuertes cambios a la mazmorra. Los árboles son golpeados por fuertes ráfagas, así como terremotos sacuden la tierra y la energía mágica es enviada lejos de la mazmorra, hacia el portal en forma de relámpagos y vientos de maná que, si no fuera porque se encuentra en un desierto recóndito, cualquier persona podría morir al instante, cazador o civil.
Martin lo observa detenidamente, sin ser ajeno al poder de un emperador en todo su esplendor. Sabiendo que son seres peligrosos, decide enfrentarlo él mismo y evitar que alguien más lo haga. A pesar de que el emperador gigante de la escarcha fuera en cuestión de fortaleza un verdadero monstruo entre monstruos, Esfutyox se muestra como no solo alguien racional, dispuesto a entablar una conversación sino muy territorial:
Martin: “A diferencia de Glermorog, este emperador es muy agresivo, extremadamente agresivo. Lo mejor es manejar esto yo mismo” — piensa
Esfutyox: “Humano, espero que no mueras después de esto”
Martin: “Antes que nada quiero preguntarte algo, si te parece”
Esfutyox: “Soy un emperador generoso. Te daré la oportunidad de tener unas últimas palabras”
Martin: “¿Por qué elegiste este lugar para la mazmorra? ¿Qué es lo que tú y los otros insurgentes buscan? ¿Qué demonios está pasando?”
Esfutyox guarda silencio por la extraña pregunta.
Las expectativas del cazador a la respuesta del emperador hacen que Esfutyox pretenda tomar ventaja de ello con una cierta oferta, creyendo que será aceptada sin problemas:
Esfutyox: “Todas las respuestas que deseas están aquí” — señala a su cabeza con el dedo — “pero a cambio tendríamos que hablar de algo importante, algo que solo deseo”
Martin: “…”— no responde, confundido de lo que dice el emperador
Esfutyox: “Veo que no te intimido en lo más mínimo y a juzgar por lo que veo, Arakneida es tu subordinada, pero tampoco es la misma de antes. Mi propuesta es simple, me iré de aquí si me entregas a Arakneida. Ella es mi creación, una reina en todo su esplendor. Y como emperador que soy, podemos aparearnos para dar nacimiento a un ser perfecto ¿Qué dices? Es una propuesta bastante interesante la que te hago. Información de ellos, a cambio entrégame a le reina araña”
Si Esfutyox hubiera comprendido la situación, no hubiera cometido tal error, no solo Arakneida es una subordinada, aliada y familiar producto de esa habilidad imperial, sino que ahora es una miembro de la familia, por lo que decir tales cosas en tu presencia es un grosero error y no hace más que enfurecer a Martin.
Por más orgullo que tenga Esfutyox al ser el segundo emperador más brillante, de nada sirve ante un cazador que se rige por lo sentimientos más humanos.
No teniendo eso en mente, va mucho más allá y enfurece a Martin con una segunda propuesta:
Esfutyox: “Si te interesa como amante, puedo dejártela siempre y cuando mis descendientes provengan de ella”
Una inagotable y feroz sed de sangre pone nervioso al emperador insecto, que reacciona naturalmente dando un paso hacia atrás. Las manos le tiemblan de temor y sudan al mismo tiempo que tensa sus hombros: