Por fin el día llega, y las expectativas son enormes. Los medios de comunicación abarrotan el lugar donde se llevará a cabo el proceso, guardias, cazadores, soldados y hasta agentes de las diferentes organizaciones gubernamentales de inteligencia se presentan para contener una posible amenaza por parte de Martin.
La eufórica excusa para mostrarse creíble ante su gente, los políticos y jueces permiten a civiles ir al edificio y presenciar en persona el enjuiciamiento a Martin.
Los jueces, ya posicionados en sus respectivos lugares, ordenan que traigan al acusado. A diferencia de los juicios clásicos, se puede tener la presencia de 3 jueces, hasta para los grandes y peligrosos criminales. En el caso de criminales de lesa humanidad o dictadores acusados de terribles hechos o crímenes, son juzgados por 5 jueces. Sin embargo, y de manera muy injusta y cuestionable, Martin seria acusado por al menos 10 jueces, cada uno habiendo firmado el papel de la sentencia ya premeditada.
Nadie sabe el entramado de ellos contra el cazador argentino y los civiles esperan que sea tan limpio como siempre han creído.
Las puertas del lugar se abren con una multitud de hombres bien armados, desde armas mágicas como de fuego. Muchos de los presentes se apartan a un lado, temiendo de aquel a quien derroto y hasta humilló a William, el héroe americano, y dejándolo en el hospital con graves heridas. Otros intentan tocarlo como una celebridad que pasa entre las masas de personas, reconociéndolo por ellos como su propio héroe. Curiosamente esas personas son latinoamericanos que supieron del intento de negociación del argentino y que posteriormente llevó al enfrentamiento.
De igual manera son apartados por miembros de la policía y seguridad, creando un cerco humano para evitar que sigan avanzando.
Martin es guiado hasta una mesa donde lo espera su abogado mientras que decenas de armas de toda clase le apuntan como si fuera la peor escoria de la humanidad. El cazador se voltea y mira que entre la multitud están los demás, a la expectativa de si intervenir o no dependiendo de lo que diga el veredicto final.
Los murmullos, que con la presencia del cazador se habían incrementado, son acallados por el juez que preside el juicio y procede a leer los cargos por los cuales Martin está allí y de manera injusta:
Charles: “Procederé a leer los cargos por los que se le acusa a Martin Felucci, oriundo de Argentina. Son exactamente 13 cargos y muy graves. Primer cargo, intento de asesinato de una figura pública e intocable, William Scott y quien en estos momentos descansa en el hospital. Esperamos que se recupere lo antes posibles. Segundo al séptimo cargo, terrorismo contra civiles inocentes de los cuales hubo al menos 24 muertos y 263 heridos. Octavo al décimo cargo, destrucción de propiedad pública americana entre ellos, el tan querido Central Park con un valor estimado de 23 mil millones de dólares en pérdidas y del décimo primero al décimo tercer cargo y los que más peso tienen en su totalidad, el asesinato masivo de funcionarios públicos de la nación que da un total de 679 muertos. Además, añadiremos un cargo más y es el genocidio del pueblo mexicano que gracias a dios no se ha podido efectuado, pero acabó con la ciudad de Tijuana completamente destruida y con miles de personas fallecidas que en paz descansen” — hace la señal de la cruz, mostrando humanidad junto con los demás jueces
Mientras que escucha lo que dicen de manera protocolar, Martin piensa con desagrado hacia ellos:
Martin: “Esto es absurdo. Saben que yo no soy y aun así pretenden que me haga cargo de los crimines propios. Encima de eso quieren mostrarse humanitarios siendo ellos quienes negaron ayuda a México”
Arakneida: “¿Martin?”
Martin: “Vaya, me alegro escucharte ¿pasó algo?”
Arakneida: “No, pero aquí hay alguien que quiere hablarte”
Estela: “Martin, soy yo”
Martin: “Me tranquiliza escucharte, amor. ¿Cómo están todos?”
Estela: “Muy bien. Escucha, hemos averiguado algo terrible”
Martin: “Te escucho”
Estela: “Tus sospechas son ciertas. No pretenden dejarte ir e inclusive ya firmaron la sentencia aun antes del juicio”
Martin: “Con que es así”
Arakneida: “Solo danos la señal y destruiremos todo”
Martin: “Aunque tuviéramos el suficiente poder como para hacer eso, no es lo correcto. Ellos están asustados, no solo porque William fue vencido sino por los crimines contra la humanidad que no quieren reconocer”
Estela: “¿Entonces que haremos?”
Martin: “Esperar”
Estela: “¿Esperar? ¿a qué o a quién?”
Martin: “Confía en mí. Saldremos de esto”
Una vez terminada la comunicación con las chicas, Martin recibe la orden de acercarse al estrado, algo muy ortodoxo para lo que es un criminal con múltiples cargos en sus hombres. Allí el juez Charles, el que lidera el juicio y también ejerce como portavoz de la escuela de leyes, se acerca y Martin, teniéndolo cara a cara y le pregunta: