A mirada de los jueces, la actitud arrogante de Martin es una muestra clara de que no acataría la más mínima orden o resultado en el juicio, atentando inclusive con la integridad del sistema Judicial de los Estados Unidos, pero por sobre todas las cosas, arruinaría la reputación y orgullo de aquellos que deberían imponer respeto y justicia.
Charles se pone de pie abruptamente y comienza a insultarlo, molesto ante la actitud en rebeldía del joven:
Charles: “Maldito hijo de perra, mocoso de mierda ¡¿acaso sabes a quien estas enfrentando?! ¡te deje pasar lo de hace un rato, pero ahora colmaste mi paciencia! ¡asqueroso argentino sin cerebro”
Martin: “Puedes decir lo que quieras” — sonríe — “Pero esta estupidez solo muestra el acto más corrupto de este sistema. Vine aquí por respeto a las leyes, ya que me considero alguien que no desea tener problemas, pero desde que me volví cazador rango S y ahora alto rango, parece como si el mundo deseara eliminarme porque molesto de alguna manera” — se dirige hacia la multitud de periodistas, civiles y personas armadas que le apuntan al cuerpo — “ciertamente me equivoque con que no debería buscar problemas, ya que han llegado a mi varias veces. Desde la forma de un cazador traidor, un gremio que buscó problemas o una mazmorra llena de monstruos de hielo, ahora la justicia pretende encerrarme. Que mal chiste” — dice, decepcionado
Charles: “Parece que no captas la situación, mocoso. Estas aquí porque se te acusa de atentar contra la raza humana, eres una maldita amenaza y debes ser detenido para que no lastimes…”
Martin: “¿A quién se supone que no debo lastimar?” — interrumpe, aproximándose sin que se dé cuenta y parándose frente a frente a pocos centímetros
Charles: “¿Huh? ¿Cómo es que avanzó tanto sin que pudiera verlo?”
Martin: “Espero una respuesta, señor juez” — dice irónico — “de igual manera no van a encerrarme en ningún lado”
Charles: “¡No, t-tú debes acatar las leyes!”
Martin: “¿Las leyes de quien o quienes? ¿ustedes? ¿su país? No me hagas reír, solo me acusan de cosas sin peso ni base. Todo esto para mostrarse fuertes, pero mírate, solo eres un viejo que se sienta en un escritorio mientras soldados, médicos, policías y cazadores permanecen en las líneas de la batalla. No hay ley alguna que me haga cambiar de parecer”
Charles: “¡Hijo de p…todos ustedes, deténganlo!” — les orden a los que apuntan con sus armas a Martin
Quedándose en sus posiciones y sin despegarse de sus armas, ninguno acata las ordenes de uno de los jueces de la suprema corte, ignorando los posibles castigos por tal acto de desobediencia.
El juicio, que se había desarrollado absolutamente favorable hacia el lado de los funcionarios del país, ahora se muestra con el tablero dado vuelta. Martin no permitirá que su persona ni los suyos sean mancillados por falsas acusaciones.
El rostro de Charles se deforma por el enojo. Las venas de su frente se hinchan y el color de su piel se torna roja. Aprieta con fuerza el martillo con el que anuncia la sentencia bajo golpeteos, por lo general 3 cada veredicto final. Sus ganas de verlo muerto al cazador son tan grandes que lanza un ataque innecesario para golpear con el martillo al rostro del joven, pero ni bien impacta en la piel se rompe en pedazos, quedando ambos cara a cara y los ojos enfrentados:
Charles: “Vas a caer, no me importa la clase de cosas que deba hacer” — amenaza mientras tiembla y de sus pantalones se desliza una gran cantidad de orina
Martin: “Dices mucho, pero lo cierto es que nada de lo que planeen hará que caiga en la cárcel”
El juez aparta desesperadamente su mirada del cazador, sintiendo un temor que jamás había sentido en toda su vida ni aun sentenciando a penas de muerte a los peores criminales del país. Lo cierto es que siempre tuvo una sonrisa a la hora de dar la decisión final a aquellos criminales que no tenían salvación ni, aunque tuvieran 5 pena perpetua, el regocijo que ese hombre siempre tuvo nunca pudo ser detenido.
Sin embargo, la realidad ante él es otra porque de frente tiene a un chico que tiene al menos de la mitad de su edad, pero con la rebeldía de un hombre que no teme a nada ni nadie. Si, es lo que más molesta a Charles, alguien que no teme a sus sentencias y el hacerlo ridiculizar ante tal multitud de personas y medios del mundo transmitiendo cada segundo del juicio.
Su orgullo, honor y dignidad destruidos en cuestión de segundos al derramar su propia orina en el suelo por el miedo al chico.
Después de todo, es el muchacho que venció al héroe William, si logró tal proeza puede simplemente resistirse y borrar la ciudad entera de la tierra con apenas un simple enojo. Ya no hay vuelta atrás ante la soberbia del juez, solo queda seguir manteniéndose en las palabras y representar a los funcionarios insultados:
Charles: “Niño, niño” — sonríe desesperadamente para mostrarse entero, aunque la realidad es que se encuentra al borde de la locura — “tu…no entiendes nada de lo que ocurre, tu solo eres un simple peón en un mundo más grande y complejo”