A un par de kilómetros de la batalla y la enorme columna oscura que comienza a consumir todo a su paso, el grupo liderado por Ichika avanza a toda velocidad mientras los demás transportes aéreos descienden entre las nubes toxicas. Para evitar ser intoxicados, los cazadores menores a rango B+ reciben ayuda de los que pueden manipular el aire para crear burbujas y así evitar que la venenosa atmosfera los consuma mientras tanto los que superan ese rango batallan no solo en los cielos contra los dragones gélidos y derribándolos uno a uno, sino también al bajar a tierra firme en las calles libran la feroz batalla.
Cazadores de Singapur, Nepal, Tailandia, Japón, Nepal, India, Corea del sur, la lista sigue y sigue entre las tantas naciones que componen el continente y que decidieron prestar apoyo a la orgullosa China pero que está en una situación gravísima.
Ichika y su gente recorren en dirección a aquella columna oscura. Lentamente son rodeados por ejércitos e zombis, vampiros, esqueletos, y varios enormes abominaciones, experimentos donde la oscuridad del abismo fusionó a varios cadáveres para crear un tanque monstruoso con la voracidad de millares de no muertos:
Ichika: “Hasta aquí llegamos al menos sin combatir” — desenvaina su espada envuelta en maná eléctrico
Kyubo: “¿Estás lista?” — se inclina hacia adelanta, cediendo su lomo a su compañera
Ichika: “Si” — se sostiene del pelaje de Kyubo y trapa hasta su lomo
Yujin: “¡Esperen un momento!”
En cuanto Ichika y Kyubo se dan vuelta, una marea de cazadores se abalanza contra tal monstruoso ejército, logrando liberar un camino recto. Ichika vuelve a mirar hacia el frente y allí uno de los comandantes y cazadores de Camboya sonríe y señala hacia su destino:
Henamulemiu: “¡Ustedes tienen que ir allí!”
Ichika: “¡P-Pero...!”
Henamulemiu: “Déjanos esto a nosotros. Ustedes tienen otra misión que deben cumplir”
Kyubo: “Ichika, tiene razón. No malgastemos el tiempo que nos están dando aquí”
Ichika: “Si, vamos. Cuídense por favor”
Henamulemiu: “Claro que si señorita” — sonríe y levanta su pulgar
El lugar de la batalla queda a exactamente 7km por lo que no es aceptable para ellos el retraso, ya que también significaría que más vidas se perderían.
Kamal sigue pensando, abrumado por la poderosa magia de veneno que Arakneida ha usado para crear su gigantesco domo de teles de araña, cubiertas por una toxina tan poderosa que es difícil que cazadores de rango altísimo pudiera escapar de los efectos.
Kamal: “Ese domo ¿no era de telaraña? Que cantidad monstruosa de energía mágica. Se abrió como si nos estuviera dejando pasar”
Yujin: “Seguramente sea de Arakneida”
Tanya: “¿El familiar del cazador Martin? Entonces la batalla ya ha comenzado”
Ichika: “De igual manera tenemos que continuar avanzando. Mientras más tiempo perdemos y dudas, las vidas seguirán apagándose”
Kyubo: “Solo es cuestión de abrirnos paso… ¿haaaah?” — ve que Troma y Musume avanzan a toda velocidad con sus rostros emocionados como si fueran dos niñas pequeñas, derribando y tirando hacia arriba a todos los no muertos que se les cruza en el camino— “¡¿Qué creen que hacen?!”
Ichika: “Déjalas. Están emocionadas, Troma por pelear y Musume…bueno…ella es demasiado fan de Victory, sobre todo de Martin”
Las conoce lo suficiente como para saber en que piensan.
Inmediatamente aumentan la velocidad, gracias a la magia de viento de Yujin con el cual pueden acelerar sin gastar energía natural o mágica, solo son envueltos en una leve capa de maná para compensar la falta de rapidez. Una técnica que él ha usado en sus días de militar para las fuerzas especiales surcoreanas.
***PARTE II***
Entre los estrechos túneles que llevan hacia el santuario, Julio corre a varios metros detrás de Hiu Tan en la desesperada lucha para evitar que el humano traidor llegue a un Lee Bao vulnerable en estado desconocido.
Julio ve el momento de usar su magia de fuego, esperando a llegar a un sitio al menos más grande ya que al mínimo ataque podría colapsar en cuestión de segundos. Las paredes de concreto se debilitaron por el poco mantenimiento y la atmosfera nociva que afecta cualquier estructura, volviéndolas tan huecas que el simple puñetazo de un niño podría destruirlas.
Mientras tanto en el santuario, Lee Bao mueve levemente su dedo índice y en su mente estresada oye las voces de muchas personas, cientos, miles que dicen su nombre en tono de lamento como si se hubieran autoconvocado. El motivo de ello es desconocido. Sin embargo, llega a escuchar una palabra más entre las inentendibles voces. “Esfuérzate”, se repite una y otra, y otra vez en coro y sumándose muchas más personas a ese mar de voces que buscan alentar al cazador:
Lee Bao: “Uuuughh. ¿Dónde estoy?” — se pregunta mientras flota en un vacío color negro, sin saber que hay más allá de tinieblas— “supongo que morí” — dice entre bromas