En las zonas volcánicas e inactivas de Islandia, el trono de fuego dentro del Eyjafjallajokull, el volcán más importante del país, es ocupado por un ser que supera con creces la fuerza de todos los emperadores y candidatos a ese puesto. Su infinidad de legiones y fuerza individual lo hacen casi una leyenda en el universo de maná. Dramonzuk descansa en aquel trono de roca y lava recorriendo a su alrededor como si fuera el omnipresente ser creador de vida y muerte.
Ante los acontecimientos recientes de China, no escapa a la curiosidad como si se tratase de un juego de niños para él. Inclusive aquella sensación tan familiar de un alguien que reconoce al instante le produce una leve risa. Mas que algo gracioso para él, es ironía la que se dibuja en el rostro. Tantas cosas ocurriendo al mismo tiempo y otros que desconoce:
Dramonzuk: “China seguramente no se recupere hasta dentro de muchos años. Lee Bao y William Scott, los dos campeones de la humanidad, inutilizados y sumados al cazador ruso muerto, ya no pueden hacer nada contra un eventual ataque global” —murmura con su rostro descansando sobre el puño y mirando a un dragón humanoide que se encuentra sosteniendo papiros
Dragolyto: “Por supuesto mi señor. Todo salió como se esperaba y sin necesidad de que usted interviniera”
Dramonzuk: “En efecto, pero a pesar de que mis enemigos…si es que puedo considerarlos así…ya no existan, se han sumado otros más. Estos son más fuertes que los humanos y con seguridad van a ser una piedra en mis zapatos”
Dragolyto: “Mi señor ¿Quién se atrevería a oponérsele?”
Dramonzuk: “Alguien que lleva con resentimiento su existencia, pero también mintiéndose a sí mismo”
Dragolyto: “No comprendo”
Dramonzuk: “Claro que no lo comprenderás. Es alguien que me desprecia porque según él, ocasioné que lo encarcelasen y le quité su poder ¿cierto, Astapoh?”
Frente a ellos se abre un círculo de fuego que refleja la silueta de Astapoh y su grupo de insurgentes que, tras lo sucedido en China, se ocultaron en un lugar incierto en el mundo humano. Ya no tienen la preocupación de reunir energía para mantenerse en ese mundo, ya que la batalla de Necriria con todos los familiares y aliados de Martin dio bastante ayuda:
Astapoh: “Saludos, emperador dragón. Veo que te mantienes sano y joven. ¿Cómo está mi trono? ¿se siente cómodo?”
Dragolyto: “¡¿Cómo te atreves a dirigirte así al señor de las huestes draconianas?!”
Astapoh: “Oye, oye, cierra un poco la puta boca desgraciado bastardo” —lo intimida al dragonoide
Dramonzuk: "Veo que la prisión no te hizo ningún favor”
Astapoh: “Por supuesto que lo hizo mi señor dragón” —responde sarcástico— “ayudó a mantener mi fuego interno y deseos de recuperar mi lugar”
Dramonzuk: “No veo que este trono tenga tallado tu nombre. ¿Sigues pensando que te pertenece? Te recuerdo que gobierno desde hace millones de años incluso antes del nacimiento de varios de los emperadores y candidatos. Guarda tus acusaciones para otro”
Dragolyto se queda en silencio mientras ambos poderosos monstruos dedican tiempo valioso en insultarse sutilmente mientras que la lava sube su nivel y llamas salen del cuerpo de Dramonzuk. También dragones de clase S+ que descansan a los costados de la entrada se ven perturbados ante el humor del emperador. Se pregunta
El acolyto de los dragones, rango superior entre esos monstruos incluso entre las legiones del emperador y que representa a los subordinados más directos, así como comandantes, se mantiene firme y espera a que su señor se dirige a él, pero presencia lo inusual de la conversación hasta que Dramonzuk lanza un comentario que enmudece a Astapoh:
Dramonzuk: “Tanto parloteo para alguien que no fue capaz de matar a un mero humano. En verdad eres detestable”
Astapoh: “…”
Dramonzuk: “Dime Astapoh, ¿crees que con ese fracaso puedes venir a reclamar el trono de emperador? No sé tú, pero deberías replantearte las prioridades. Pero si tanto entusiasmo tienes por querer resolver una antigua disputa por linaje de sangre entonces acepto con gusto. Solo dame la ubicación de donde te escondes…”
Astapoh: “Mide tus palabras Dramonzuk”
Dramonzuk: “¿O, sino que?” —se levanta del trono y expulsa un fuego azul que quema las colas de aquellos dragones postrados en paz a los costados de la entrada. Dragolyto salta y extiende sus alas en el aire para alejarse del maná caliente que emite su señor— “no te pongas en arrogante mocoso. Bien, ¿a qué se debe esto? Dudo muchos que sea solo para buscar pelea estúpidamente”
Astapoh: “No, claro que no. Por supuesto que hay otro motivo para comunicarme contigo”
Dramonzuk: “Entonces dilo”
Astapoh: “El usuario de la marca, es bastante impresionante para ser un simple humano. Aniquiló de dos cortes al rey de los enanos, Borac, y me mantuvo a raya demasiado fácil lo cual fue humillante”