La entrada principal a la basílica de San Pedro es un caos de obispos y cazadores custodiando y fieles esperando a la comitiva argentina. Con tanta gente inundando las casillas principales y en la plaza central, no es de extrañar que hasta los medios de comunicación se hagan eco de la presencia del actual mejor cazador del mundo y el gremio que está en boca de todos.
La caravana de autos recorre la plaza central hasta la entrada principal. Se estacionan lentamente y en línea horizontal. Varios guardias suizos se acercan, portando lanzas ornamentales como dicta la tradición de tal unidad de protección para el papa, y abren las puertas de los transportes negros.
Uno a uno los miembros de Victory salen de los autos y llevan las miradas como si fueran celebridades, aunque un silencio incomodo reciben los familiares de Martin a la vez que decenas de francotiradores apuntan a ellos en la cabeza. El grupo se detiene por el camino y ven a su alrededor como los guardias suizos y algunos cazadores se ponen en alerta a la espera de poder atacar o al menos detener a los que para ellos siguen siendo monstruos:
Julio: “Municiones imbuidas en maná. Esas cosas no se ven hacen tiempo”
Macarena: “¿Balas con maná? ¿acaso eso existía?”
Julio: “En los primeros años de las mazmorras se usaban, pero al darse cuenta del enorme gasto de producción, las compañías se decantaron por las armas antiguas como espadas, lanzas, flechas entre otras. Ya sabes, menor gasto y mayor ganancia. Las compañías encontraron un mejor negocio que es vender o alquilar a cambio de las comisiones. Las armas de filo o más rudimentarias tienen mayor duración al estar expuestas al maná que las de fuego”
Arakneida: “No quiero interrumpirlos, pero…”—señala a los francotiradores
Julio: “Perdón, me dejé llevar”
María: “Cariño, sé que te encanta la historia, pero no es el momento adecuado”
Julio siempre se mantiene sereno incluso ante situaciones límite, sin embargo, estar en un lugar tan importante para occidental como lo es el Vaticano, lo hace inquietarse y termina de olvidar muchas cosas como dejar de estar con la guardia alta.
Martín da unos pasos hacia las escaleras, donde lo espera el santo padre y varios cazadores importantes del país como Marchello, el más fuerte de Italia y la maestra del gremio.
“Percepción Imperial”
Como si de un sonar se tratase, Martín despliega su habilidad para detectar cualquier presencia incluso los que se camuflan con diferentes magias. La habilidad alcanza extensiones tan amplias que puede llegar a detectar presencias hostiles hasta el mar Tirreno.
En el proceso, llega a encontrar a varios batallones de cazadores esperando en diferentes puntos de la ciudad. Una trampa bien pensada, para un gremio o cazador ordinario, pero no para Victory.
Antes de que Martín abriera la boca, el papa levanta su mano en señal para que se detengan.
Los francotiradores desaparecen de los edificios más cercanos, así como los guardias suizos y los cazadores se alejan del grupo. La tensión se disipa lentamente, pero una sensación de malestar crece en Victory así como los fieles que se hicieron presentes y miembros de la iglesia.
Theodosius sonríe y le dice a su arzobispo de mayor confianza:
Theodosius: “Si queremos hacer que esto funcione, no los provoquen. Ya tendremos nuestra oportunidad para atacar”
Marchello: “Hey, anciano”
Theodosius: “Dime Marchello”
Marchello: “Quiero probarlo”
Theodosius: “¿Cómo dices?”
Marchello: “Quiero ver si en verdad es tan fuerte como lo quieren hacer ver”
Theodosius: “¡No! Por ahora”
Marchello: “¿Qué mierda acabas de decir?”
Victoria: “¡Marchello, se más respetuoso con el santo padre”
Marchello: “¡Pero hermana!”
Victoria: “¡Haz caso! ¡¿quieres?!” —lo regaña.
Al recibir la reprimenda, Marchello se encoje en hombros y se disculpa con el papa. Luego de esto, Theodosius le acaricia la cabeza y susurra:
Theodosius: “Cuando hayamos preparado todo serás el indicado para eliminarlo”
Cuando Martín llega ante la presencia del papa, nota la intensa mirada de los demás cazadores italianos y en particular por el joven e impetuoso Marchello. Ambos intercambian escasas miradas como si estuvieran midiendo sus intenciones y poder. Para decepción del joven italiano, Martín limita su verdadero poder hasta un simple rango S+.
Tras esto, Marchello se retira del lugar con clara expresión llena de molestia ya que esperaba que el famoso cazador que venció a William fuera más de lo que aparenta, cayendo en la trampa del argentino.
Estela toma a Martín de la mano y lentamente cada uno de los miembros de Victory for San Martín demuestra la hermandad que los une al quedarse cerca de su compañero de al lado y mirando firme al papa, este no tiene de otra más que sonreír a pesar de sentirse insultado.