La alarma suena con las 5.30 am, junto a Martín y abre sus ojos. Mira a su izquierda y ve como duerme Estela por unos cinco minutos, sonriendo en el proceso y le besa le frente. Tras esto se ducha y prepara su ropa de salida, la usual para combatir en mazmorras. Para no atraer miradas de sospecha se comunica con Arakneida para que le abra un portal y pueda reencontrarse con sus familiares.
La soberana crea un portal y el joven cazador se adentra donde es recibido dentro de la habitación del hotel por los monstruos con forma de humanos. Cromana lo abraza al igual que Lorkamos, Kargroot le palpa la espalda y Arakneida los aleja un poco para que le permitan respirar:
Martín: “Yo también los eché de menos, aunque fueron unas horas solamente. ¿Están bien? ¿no se aburrieron?”
Arakneida: “Para nada. A decir verdad, estos dos estaban muy inquietos” —señala a Cromana y Lorkamos, los más jóvenes.
Lorkamos: “¿Cómo está Macarena? ¿está bien?”
Martín: “Si, tranquilo. Octavio la está cuidando”
Lorkamos: “Ah, menos mal” —dice aliviado
Kargroot: “Vayamos al grano. Martín ¿Qué es lo que pasa en el edificio principal?”
Arakneida: “Es cierto. Desde anoche que hay movimientos extraños afuera. Cada vez más vigilancia y se sumaron cazadores ingleses”
Martín: “¿Cazadores ingleses? Entonces es más crítico de lo que imaginé. Nosotros no tuvimos un trato diferente al de ustedes. Somos vigilados y tanto los cazadores del país como los miembros de la iglesia se mantienen distantes. Como si desconfiaran”
Cromana: “No es para menos si consideramos que es una iglesia que odia a los monstruos y a todo aquel que tenga contacto”
De la nada empieza a caer nieve y el cielo se ennegrece debido a la tormenta de nieve que se aproxima. Martín se acerca a una de las camas y toma asiento en uno de los bordes. Se queda pensativo. Entonces, Arakneida se asoma a la puerta que da al pasillo y con brazos cruzados comenta algo que averiguó durante la madrugada:
Arakneida: “Martín”
Martín: “¿Huh?”
Arakneida: “Por la noche intenté espiar todos los rincones de la basílica y pude encontrar un pasadizo que lleva a las catacumbas. Martín, había una energía tan oscura como perversa. Mi familiar intentó convencerme de regresar, pero tuve que obligarlo a seguir. No pudo ir más allá de la puerta porque algo lo desintegró apenas tocó la manija. Como llamas oscuras”
Martín: “¿Llamas oscuras? ¿eran llamas oscuras dices?”
Arakneida asienta con su cabeza y esto deja perplejo a Martín.
En ese momento, Martín siente deseos de que algo así no estuviera pasando, pero ¿y si en verdad su temor ocurriera? Kargroot no tiene que adivinar lo que sucede, tampoco Cromana ya que conocen esa clase de magia y no es nada natural. Incluso es una distorsión de la magia noble elemental de fuego:
Kargroot: “Tengo entendido que no existe humano alguno capaz de manipular esa magia profana, pero ¿y si haya un humano jugando con algo más que magia?”
Lorkamos: “No entiendo ¿Qué tan peligrosa es esa magia?”
Cromana: “Es un tipo de magia que involucra a un elemento puro y noble, en este caso el fuego y se lo distorsiona con magia oscura o, mejor dicho, del abismo”
Lorkamos: “E-Esperen un momento ¿Qué no había muerto Necriria?”
Arakneida: “Ella murió, pero su magia y las formas de uso siguen presentes. La pregunta es ¿Quién está usándolo y de qué manera?”
Martín: “Cazadores ingleses, magia profana y movimientos sospechosos en las catacumbas. No cabe la menor duda de que aquí están haciendo algo y nosotros estamos en medio de eso”
Arakneida: “¿Seguimos investigando?”
Martín: “Si, hasta que encontremos algo que una estas tres cosas”
Arakneida: “Entendido”
Martín: “Y por cierto…lamento que se haya dado de esta manera. Es decir, no quería que estuvieran encerrados aquí y…”
Kargroot: “Ya, ya, mucho parloteo. ¿Por qué no sales un poco con Estela y se distraen un poco?”
Cromana: “A decir verdad hace tiempo no salen. Quizás sea lo mejor y el lugar no parece tan mal”
Lorkamos: “¡Yo solo quiero ver a mi Maca!”
Arakneida: “Tienen razón…bueno…casi todos. Ella seguramente querrá estar contigo en una cita romántica. No desperdicies este lugar”
Martín: “Chicos, si, lo haré” —sonríe contento.
***PARTE II***
Por la tarde, Martín y Estela recorren las calles de Roma con un grupo de seguridad que para nada disimula su presencia y la pareja, por culpa de eso, no pasa desapercibida. Francotirador en los tejados, cazadores de civil, pero portando armas en la calle y soldados y miembros de la seguridad urbana en coche siguiéndolos en caravana: