Limit Breaker: Conquistando Mazmorras

Capítulo 134: Divide y vencerás parte 4

Sin hablar desde que partieron del pasillo, Martín y Estela corren por el techo del Vaticano, esquivando y evitan ser vistos por los miembros de la guardia suiza que portan armas con munición de maná.

Martín no deja de tratar de comunicarse con Oscar, el presidente de la A.A.C, pero una cierta energía mágica le impide establecer contacto e inclusive con sus propios familiares y compañeros dispersos. Esto sin duda que le genera preocupación, pero lo más importante para él en ese momento es refugiarse en un lugar seguro y allí volver a contactarlos:

Martín: “Que extraño…”—se detiene tras correr durante más de 15 minutos junto a Estela y no haber visto hasta el momento ningún guardia o escuchados disparos. A pesar de contar con una habilidad mágica que les permite pasar desapercibidos, el hecho de que hasta el momento no hayan encontrado a nadie resulta extraño.

Estela: “¿Con que?”

Martín: “Hasta el momento no hemos visto a nadie. Y mi habilidad de percepción no detectó a nadie. Es…raro”

Estela: “Tienes razón, tampoco he visto a los feligreses reunidos en la plaza. ¿Habrá pasado algo aquí?”

Martín: “Quien sabe. Hemos estado aislados por unas cuantas horas. Además, se llevaron a Julio y María a quien sabe dónde. Es obvio que nadie de aquí es nuestro aliado” —se sienta a un costado y Estela hace lo mismo, pero frente a él.

Estela: “Tampoco pude comunicarme con el grupo de Lucas, Macarena, Daniel, Octavio y Claustro. Temo que les haya pasado algo”

No importa cuánto lo intenten, comunicarse es más que imposible y Martín no se ha dado cuenta que una influencia de naturaleza oscura los observa y evita que se puedan reunir con los demás.

Tras descansar unos escasos minutos, Martín y Estela reanudan su marcha hacia la ciudad, donde según creen pueden encontrar algún lugar. A lo lejos se escucha un fuerte ruido y rápidamente Martín se detiene y se abalanza sobre su pareja.

Cuando ambos caen al suelo un pedazo de estatua que está detrás de ellos explota en pedazos:

Martín: “¡Hay que salir de aquí!”

Estela: “Usaré mi barrera de viento para protegernos”

Martín: “Está bien”

Estela: “Magia de viento: Barrera de vendaval” —envuelve a ambos en un domo de vientos con una mano levantándose hacia arriba.

Martín toma de la mano a Estela y corren hacia el final del camino donde de un salto al vacío, varios pisos hacia abajo, buscan acortar distancia y evitar a los francotiradores que ya los tienen en la mira. Antes de impactar contra el suelo, tanto Estela como Martín usan sus habilidades de vuelo para caer de pie y sin dificultades.

Sin embargo, Martín siente mareos y torpemente apoya su pie de manera tal que se puede escuchar el sonido de ellos dos aterrizando. Estela se acerca y pregunta si se encuentra bien y él solo asienta con la cabeza para que no se preocupase. No obstante, algo ya no anda bien y se da cuenta de ello.

A pocos metros de allí y reunidos de a cincuenta, la guardia suiza los ven y corren con sus alabardas en alza y con las puntas imbuidas en maná mientras que los que están en la retaguardia tienen en su poder ballestas con alto poder de fuego. Estas armas, si bien son de producción para enfrentar y defenderse de monstruos, no son obtenidas del mercado legal sino más bien del negro.

Estela reconoce la ilegalidad de esas armas y piensa visiblemente molesta:

Estela: “No dejan de cometer ilegalidades. La iglesia jamás aprenderá”

Martín: “No queda de otra más que usar habilidad de vuelo para salir de aquí”

Estela: “Si, vamos”

La pareja se aleja del vaticano a toda velocidad:

Martín: “Te veo demasiado molesta. ¿Pasó algo allá abajo?”

Estela: “Solo pensaba en cuanto daño ha hecho la religión a las personas. Se aprovechan de la vulnerabilidad y desesperación. Ahora parece que el lugar más oscuro e ilegal del planeta es donde la fe humana se deposita”

Martín: “Te recuerda a esa secta que te dejaba tu madre ¿cierto? Descuida…”—toma la mano de ella y aprieta con delicadeza— “sea lo que sea estaré contigo”

Estela: “Si…muchas gracias” —sonríe— “por cierto ¿no crees que es extraño todo esto?”

Martín: “¿Te refieres a que no consigo comunicarme con los demás ni siquiera con mis familiares? Es algo que jamás creí posible pero ahora que está ocurriendo no entiendo el motivo. Presiento que algo más allá de nuestro entendimiento va a suceder aquí y esas catacumbas tienen mucho que ver”

Estela: “¿Y si vamos con la policía local?”

Martín: “Lo dudo. Quizás estén con la iglesia”

En pleno vuelo ven una esfera de fuego que se dirige hacia ellos. Con facilidad lo esquivan y miran hacia abajo:

Martín: “¿Quién nos está atacando? ¿huh?” —ve a un enorme grupo de al menos 40 cazadores sobre el techo de un enorme edificio muy cerca de las columnas que rodean al vaticano.



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Editado: 09.02.2025

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