Momentos antes en las catacumbas, Martín se queda sorprendido de que aquella entidad con apenas maná para existir y se encuentra en el otro extremo del rocoso sitio sea nada más ni nada menos que la emperatriz más fuerte y la segunda entre todos ellos, Leza o como se la conoce en el mundo del maná, la emperatriz salvaje.
Muchas veces retratada por los familiares de Martín como un monstruo bondadosa y amada por los subordinados ahora sufre un cruel destino a manos de los candidatos a emperadores y la iglesia católica. Los misterios se incrementan y no para de haber problemas en la superficie. Esto lo sabe el argentino, quien intenta por todos los medios aprovechar que la magia de drenaje de la ninfa perdió su toque doloroso y solo se dedica a quitarle energía mágica. Martín intente quitarse los grilletes, pero están hechos con maná oscuro de la misma Kerba, imposible de romper en su actual poder mágico.
Resignado, cierra los ojos y usa su habilidad para hablar a través de la mente con Leza, esperando que también estuviera cuerda y viva a pesar del doloroso tratamiento que le están provocando los investigadores de la iglesia:
Martín: “¿Estás despierta?”
Leza: “Siempre lo estoy, para evitar caer en la oscuridad del abismo y no regresar”
Martín: “¿Qué fue lo que te pasó? Creía que eras una de las emperatrices más fuertes”
Leza: “Esto…es difícil de reconocer, pero…fui traicionada por los miembros más antiguos de mi imperio. Ellos…querían que otro ser se convierta en su emperatriz. Eso es todo”
Martín: “Cuesta creer que te pudieran doblegar sin entablar una pelea”
Leza: “No cuando eres tú sola contra los demás candidatos a emperadores”
Martín: “Entonces uno de ellos es por quien te reemplazaron?”
Leza: “Originalmente Desiurge Trash, el señor de las bestias nocturnas era el mejor candidato, pero alguien más se quedó con mi gente”
Martín: “¿Quién?”
Leza: “La reina Banshee, Saloma”
Martín: “Que extraña decisión”
Leza: “Mi gente acostumbró a servir a emperatrices ya que nos ven como símbolo de fortaleza espiritual. Pero quien soy yo para juzgar esas elecciones, lo importante es como tu gente cree en ti y como retribuyes”
El cazador aprende una cosa más sobre los monstruos y es que a pesar de las infinitas luchas, ellos poseen una organización y algunos de los que poseen todo el poder habido y por haber, velan por su gente. Leza y su forma de hablar pueden conmover y hacer admirar hasta a los enemigos:
Leza: “Pero aun así mi gente no permitió ser gobernada por esa mujer”
Martín: “¿Qué pasó?”
Leza: “¿Con mi gente? Muchos murieron y tuve que resignar mi puesto como emperatriz y cederla a Banshee. Luego, para poder garantizar la paz o que al menos no siga muriendo mi gente, acepté ser apresada y que experimenten conmigo”
Martín: “Supongo que ambos compartimos algo en común”
Leza: “Irónico”
Martín: “¿Irónico?”
Leza: “Somos enemigos o lo éramos, ahora tenemos que buscar la manera de salir de esta situación tan difícil, pero si, compartimos varias cosas en común”
Martín sonríe y sin darse cuenta, también lo hace Leza:
Martín: “No te preocupes, vamos a salir. Mis compañeros…mis amigos van a entrar en acción”
Leza: “¿Confías en que lo hagan?”
Martín: “Les confiaría hasta mi vida entera” —se le sale una lagrima y cae al suelo
Leza: “Es lo mismo que haría por los míos”
La emperatriz salvaje, no es para nada lo que imaginaba Martín, es un monstruo con una consciencia y forma de ver las cosas muy parecida a los humanos. Sus valores sorprenden que sean de tal hermandad digna de admiración.
De repente, Martín deja de escucharla y donde se encuentra ella hay una luz que se hace fuerte y varios cazadores e investigadores de la iglesia corren para contener ese fenómeno. Martín intenta comunicarse, varias veces, pero sin éxito.
Entonces, ve a duras penas que sacan una camilla y el papa ordena que la lleven al altar para que sea colocada contra la pared y así ultimar los detalles del fin de la extracción de maná.
Preocupado, Martín se mueve y observar mejor.
Kerba incrementa el nivel de extracción en el argentino y también los dolores punzantes son peores, como si espadas atravesasen su cuerpo hasta los huesos en simultáneo. Esto lo hace gritar lleno de dolor y agonía.
El usuario imperial entrecierra los ojos, cansado por el dolor y estar en la oscuridad sin saber cómo se encuentran sus compañeros. Su único deseo es que estén bien.
Leza, para el alivio de su ser, se comunica con él dándole tranquilidad: