La mirada atónita de todos, se posan sobre la escena incrédula de un monstruo rango SSS+ que yace en el suelo, desintegrándose en el suelo y el cazador de pie y aunque le han cercenado un brazo, su voluntad le impide caer antes de que Daek desaparezca por completo:
Desiurge: “¡¿Qué mierda acaba de pasar?! ¡ese grandísimo imbécil jamás debió perder el tiempo!” —le causa una enorme ira ver a un poderoso monstruo a quien consideraba un igual caer frente a un ser inferior
Kerba: “Parece que nuestras fuerzas están siendo reducidas muy rápidamente” —exclama fríamente
Desiurge: “¡¿Sí?! ¡no me digas!” —dice sarcástico— “¡tsk! Esto no puede estar pasando ¡¿Qué mierda está haciendo Astapoh?! Ese humano no tendría que estar dándole problemas, se supone que sería una misión demasiado fácil para todos nosotros y en cambio nos están eliminando uno a uno…”
De repente, un hacha congelada cae de las alturas y lo obliga a esquivarlo antes de que golpee el suelo y estalle en pedazos. Detrás de él, Leza lo ataca con su puño en sentido recto, pero también lo esquiva fácilmente, aunque el retroceso complica su defensa, pues ella continúa lanzándole golpes hasta que uno de ellos da en el rostro y lo manda a volar contra decenas de edificios lejos del Vaticano.
A diferencia de monstruos como Kerba, cuyo poder mágico es bastante alto y además logra manejar cantidades extraordinarias de maná ajeno a ella, o Dramonzuk o Astapoh, quienes se caracterizan por su potencia mágica y donde sus ataques son tan poderosos que podrían borrar naciones enteras con solo escupir sus ráfagas de fuego, Leza posee un nivel de fortaleza física inmensamente alta. Mucho más de la que poseía Glermorog, antiguo emperador de la escarcha.
Un solo golpe de ella puede romper huesos, destruir muros o aniquilar enormes hordas solo con la ráfaga que expulsa sus puños. Eso, claro está, referido a rangos inferiores porque cuando confronta a sus iguales, o en este caso los demás emperadores o ex candidatos, la situación cambia apenas. Su poder físico sigue siendo superior, pero en un margen pequeño. No tan destructivo, pero en rangos más igualitarios, sus golpes causan daño que puede ser impactante para sus enemigos.
Desiurge se pone de pie y apenas da un paso empieza a perder el equilibrio. Pasa su dedo índice por la nariz y ve que la sangre brota de la nariz. La sorpresa lo golpea con fuerza al sentirse adolorido en todo el rostro. No tiene tiempo para molestarse por ello porque en cuanto se da cuenta Leza está a metros de él, caminando en línea recta, sin armas ni escudos, sin poder mágico expuesto, solo ella con sus puños cerrados y una furiosa sed de sangre y voluntad para derrotar a Desiurge.
En ese momento, Desiurge recuerda una antigua leyenda de la época en que Leza era una bestia con apenas inteligencia y siempre en compañía de Dramonzuk.
Esa leyenda que decía sobre una bestia de pelaje claro que al sentirse amenazada se tornaba tan oscuro como sus ojos en color carmesí. Le recuerda a esa leyenda porque ve que el color de pelo de Leza se torna negro y ojos tan rojos como la sangre.
Al principio duda de ello, pero a medida que Leza avanza escasos metros, su cuerpo se queda entumecido sin capacidad de reacción y traga saliva, muy nervioso y sin poder pensar que hacer. Algo en ella hace que se sienta incomodo y temeroso:
Leza: “Si que destruyeron este sitio sagrado para los humanos”
Desiurge: “¡¿Huh?! ¡ustedes también lo destruyeron como todo lo que hay en este planeta! ¡animales, plantas, paisajes, y tu decidiste tu bando que por cierto es el equivocado!”
Leza: “¿Bando equivocado? Desean aniquilar a los humanos solo por enfrascarse en una guerra contra esa entidad ¿acaso tiene sentido? Podríamos inclusive aliarnos con ellos en cambio quieren aniquilar a toda una raza”
Desiurge: “Es evidente que no piensas más allá. Necesitamos un mundo a partir de donde llevar la guerra hacia ella. ¿Acaso no lo ves? Emperadores como ex candidatos nos podríamos haber unido, pero mira hasta donde nos llevó está individualidad ¿tiene lógica?”
Leza: “Esta estúpida guerra ha perdido su sentido desde hace rato y no pienso soportar más tanto sufrimiento de ninguna clase”
Desiurge: “Me preocupé demasiado sin motivo. Ya no eres la bestia negra que tanto había escuchado” —exclama aliviado
Leza: “Cielos santo, ¿podrías callarte? Hablas mucho sobre mi pasado tan violento y no haces más que darme vergüenza de mí misma cosa que no tengo ganas de soportar. Ahora siendo que por fin tengo un propósito”
Desiurge: “¿Propósito?”
Leza: “No tiene sentido que tú lo sepas. Solo un puñado de seres humanos y familiares pueden saber cómo me siento y lo que deseo más que nada. Ellos pueden considerarse mis iguales”
Desiurge suspira y extiende a un lado su brazo:
Desiurge: “Me sacas de quicio con tus tonterías. Al final de todo esto no eres más que una alimaña que abandonó sus ideales y por lo que tanto ha luchado durante eones”
Leza: “Di lo que quieras”
De la palma de su mano, Desiurge manifiesta una enorme espada con la empuñadura cubierta de piel de animal color marrón y pelaje más abundante en la guarda de color blanco. La enorme arma es parecida a un mandoble, pero cuya hoja es mucho más ancha. Solo él puede tomarla con una mano y moverla a voluntad sin ningún esfuerzo y que con cada movimiento parte el suelo y el aire. Incluso hiere levemente con un corte apenas visible en el rostro de Leza.