Sathor — Puerto Ilusión, Ghina.
— Ani, debemos hablar — decía Sathor intentando evadir los suaves besos de la rubia damoni.
— Hablaremos luego — ella lo tironeaba hacia el interior de la casa.
— Por favor, Ani — continuaba él.
— ¿Por qué insistes en esa tontería de querer dejarme? — Se quejó ella soltándolo abruptamente. — No vas a lograrlo nunca, digas lo que digas.
— Voy a presentarme al Igret — declaró Sathor, suspirando.
— ¡¿Qué?! — El hermoso rostro, que se tornó enfurecido, había tomado un color casi púrpura.
— Voy a presentarme al Igret — confirmó.
— No puedes hacer eso, tú me amas… — insistía.
— Te equivocas, yo siento un gran cariño por ti, pero no estoy enamorado.
La bofetada resonó en la calle, como si la casa hubiera resultado una suerte de amplificador. Sathor se quedó pasmado.
Ella estaba tan enfurecida que no le salían las palabras. Nemrod, el hermano de Ani, miraba desde lo alto de la escalera con cierto aire de satisfacción.
— Lo siento — se disculpó él. — Te lo he dicho muchas veces y es la verdad, solamente que no has querido verlo nunca.
Las lágrimas asomaron a los ojos de la damoni, pero antes de que se derramaran, cerró la puerta con Sathor fuera.
Sathor, apesadumbrado, marchó hacia el puerto y allí volvió a encontrarse con Elon, el cual seguía en su ardua persecución de “Los Otros”, que habían realizado varios atracos a lo largo del río Vindur. En su infructuosa persecución los soldados llegaron a la conclusión de que debían tener un escondite.
- Elon creo que tengo algo que puede ayudarte – comentó Sathor recordando el espejo mágico que había trocado con Oman años atrás. Por algún motivo lo llevaba siempre consigo aunque jamás lo había utilizado. Sacándolo de su bolsa lo extendió hacia su amigo.
- ¿Qué es esto? - Preguntó Elon al tomarlo.
- Es un espejo mágico. Te mostrará cualquier lugar a donde quieras llegar.
***
Lina — Puerto Velome, Ghina
“No paraba de correr, las manos la agarraban… sus pies patinaban en el barro, casi no podía continuar.
— Tengo que despertar… Tengo que despertar…
Giraba de tanto en tanto en alguna encrucijada, pero no podía encontrar la salida. Aquella puerta que apareciera, a veces, esta vez se había perdido.
En un momento, resbaló cayendo de bruces en el barro, se quiso levantar y al ponerse de rodillas volvió a caer. Su vestido y su rostro estaban llenos de barro, su cabello… estaba lleno de barro… no es barro, no es barro… sollozos y gritos desesperados la ahogaban…
— ¡¡¡Es sangre!!!
Caminaba sobre corazones humanos, corazones que aún latían y manaban sangre, el chillido de la banshee se mezclaba con la risa de Lina, una risa aguda e histérica…
— ¡¡No es mi risa, no es mi risa!! ¡¡Esa no soy yo!!
Al fin se pudo incorporar, y ya no podía correr, la desesperación la dominaba. Caminaba sintiendo la sangre caliente, escurrirse viscosa entre los dedos de sus pies, cada vez que pisaba un corazón.
— Esa no soy yo — seguía repitiendo en voz cada vez más baja.
— Claro que sí — delante de ella apareció su doble maligna, era ella quien la acosara en sus sueños desde el principio.
— No — negaba con la cabeza, mientras viraba hacia el lado contrario — Tú no eres yo, yo soy buena, soy buena… — lloraba.
Aquella Lina que la perseguía, horrenda, despeinada y huesuda como la banshee, se veía fuerte y poseía su báculo. Y por donde ella iba, se le aparecía enfrente.
— Yo soy Lina — le decía aquella.
— No… no… Esto es un sueño, eres una creación de mi mente, un… un… un egregor de mi sufrimiento, nada más… — en tanto Lina negaba y sollozaba, el grito de Bilma se hacía más fuerte.
La otra Lina golpeó su cayado en el piso y de él surgieron rayos eléctricos que la impactaron, haciéndola caer nuevamente sobre la sangre.
— ¡Yo soy Lina y tú, no eres nada! — Reafirmó aquella creación perversa de su mente.
Su cuerpo parecía sufrir calambres en todos los músculos, el dolor se volvía intenso y no se podía mover, tampoco podía hablar.
— ¡No eres nada! — Rio la otra.
— No soy nada… — Lloró. — No soy nada…
Justo en el instante en que creyó que ya no resistiría...
— ¿Lina? — La voz de una mujer desconocida resonó desde algún lugar, interrumpiendo la escena tantas veces repetida. — ¿Lina?
— Me tengo que despertar — dijo intentando levantarse, sintiendo que el hechizo se había debilitado.
— ¡No! — Gritó la malvada lanzando nuevos rayos sobre ella.
Lina gimió quedando de rodillas.
— Me voy a despertar…
— ¿Lina? — Aquella voz otra vez. — Regresa Lina, tu padre está aquí conmigo y quiere que vuelvas.
La voz disipaba el embrujo en el que se encontraba, y entonces pudo ponerse de pie.
— Mi padre — dijo.
— Tú no tienes padre, ellos te olvidaron — el cayado se levantó en su contra, pero de él ningún rayo salió.
La joven aprovechó para atacar a su oponente y quitarle el bastón, pero la doble era más fuerte de lo que esperaba y de un empujón, la lanzó varios pasos hacia atrás, envolviéndola con aquella burbuja eléctrica con la cual había atacado a su abuela en sus sueños.
En esto, la mujer de la cual provenía aquella voz, se hizo presente, translúcida a su lado. En medio del dolor la vio. Era una mujer rubia y bonita, de aspecto dulce con grandes ojos azules, parecidos a los de su propio padre.
Editado: 02.04.2023