Literatura y Él

Capítulo 4

 

Un nuevo día, hermoso la luz entraba por mi ventana, tenía que levantarme a preparar todo para la tarde, sé que será genial, todo saldrá bien.

Me estire y recogí la nota que había dejado mi mama el buró, esta me decía que no me olvidara que hoy se quedaría hasta tarde en el trabajo, ella trabajaba como cocinera en un restaurante, los martes, jueves, viernes por alguna razón tenía que estar a las siete de la mañana hasta las once de la noche, sé que lo hace para ganar un extra porque ya solo me falto estudiar un año y me voy para la universidad, piensa reunir lo suficiente para comprarme un auto y me parece una excelente idea es por eso que también estoy trabajando como profesora .

Sonia me va a pagar setecientos dólares por los dos meses, es una buena paga para mí y no trabajo los domingos. Estaba pensando en cambiar el horario mejor en las mañas a partir de las ocho hasta las once y media, pero tendría que hablar con Sonia.

Ya había terminado mi desayuno, movía mi pie, pensaba en que hacer aún faltaban dos horas para ir a dar clases y si no realizaba algo me iba a morir del aburrimiento. Subí la escalera y me detuve en la puerta, aquella no la he abierto desde hace un mes, antes lo hacía todos los días. Suspiro, siempre que entro termino llorando, arrimo mi frente en la puerta y la abro despacio.

Todo estaba tal y como lo recordaba, una mesa pequeña con dos sillas y los armarios llenos de libros, la única diferencia que había era que toda tenía una capa fina de polvo. Recordé.

-Todos estos libros que ves aquí son tuyos -mi papa coloco una mano en mi cabeza y la bajo hasta mi mejilla, -cuando tu tengas hijos también le darás estos libros, tienes que cuidarlos con toda tu alma. -el hombre de cabello canoso me hablo con ternura.

-Si papa, -respondí mientras me lanzaba en sus brazos

Seque unas lágrimas que se habían escapado y revise todos los libros, recordando cada momento en el que mi padre leía conmigo, cada noche que llegaba del trabajo veníamos a esta habitación y leíamos juntos, en este lugar nació mi amor a la lectura, cuando estaba con mi padre era mágico, cuando el leía era como que con cada palabra pronunciada me llevaba a otro mundo, él tenía el poder de hacerme imaginar cada escena escrita. Hasta que se fue, un accidente de auto se lo llevo, mi amor por la literatura no ha menguado, pero cuando leo ya no me transporto a otro lugar, imagino cada escena, pero no, no viajo a otro mundo.

Sin darme cuenta ya faltaba poco para las tres de la tarde, inmediatamente salí de la habitación y me propuse que mañana limpiaría todo.

Tuve que correr hasta la casa de Sonia, ya que el bus me dejo lejos, mire el reloj que tenía en mi muñeca ¡Dios! faltaba poco para las tres si no corría mas rápido iba a llegar tarde. Estaba tan cerca, iba pisando el césped, di un grito y un brinco hacia tras cuando sentí que el agua me empapaba.

-¡Pero que mierda! -mire al cielo, no llovía, baje lentamente la mirada y hay estaba asomado a la ventana con una sonrisa malévola, con una papel pegado al vidrio de la ventana, tenía escrito esto recién comienza.

Lo mire, le fulmine con la mirada y el agua seguía cayendo, empapando toda mi ropa y agradezco haber traído camisa negra, corro hasta la puerta, golpeo fuerte. Silvia abre sus ojos como platos, recorre todo mi cuerpo, yo sentía que mis hombros subían y bajaban conforme a mi respiración y mis mejillas se calentaban del coraje que me estaba poseyendo.

-Aarón. -susurro Silvia mientras llevaba una mano a su frente.

-Arly ya llegaste -Sonia va bajando de las escaleras y se detiene para analizarme, -¿está lloviendo? -yo la miro con furia, -Aarón, -susurro, yo asiento, ahora ella se veía más molesta que yo,-no te preocupes esta se las voy a...-ella se dirigía hacia arriba.

-No, espera Sonia -digo casi gritando, se detiene, -déjamelo a mí -dije mientras subía las escaleras.

-En verdad lo siento, te daré ropa seca...

-Eh, no se preocupe, -interrumpo -solo, deme ropa seca -la mujer de cabello rubio me mira apenada, avergonzada. Esta me las pagas Aarón.

Abrí la puerta y allí estaba el muy desgraciado, sentado con un brazo apoyado en la mesa, me mira e inmediatamente una sonrisa se dibuja en sus labios.

-Arly -el gilipolla tiene la hipocresía de decir mi nombre.

-Aarón -digo mientras doy un paso hacia él, apretó los puños para no tirarme encima de él y sacarle la cabeza.

-Estas bien te ves empapada y llegas tarde si lo sabias -dijo haciéndose la víctima, le doy una mirada de muerte.

-Te voy a matar, eres un niño engreído, no sé qué te hice, pero si esto es para que deje el trabajo, pues déjame decirte que no va a funcionar, te estas metiendo con fuego, me das guerra yo también te doy guerra. -me hubiera encantado haber le dicho todo eso, pero no lo hice, porque ya me di cuenta que eso es lo que él quiere, que me moleste y si lo ha logrado.



#38271 en Novela romántica

En el texto hay: peleas, enemigos, litertura

Editado: 17.07.2019

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